Ángel Castañedo Oña, tras terminar sus estudios de derecho en la Universidad de Granada, se tomó como abogado en Almería en el verano de 1885, con el número 161, entre los letrados Juan Forte Salvador e Inocencio Esteban Viciana, siendo Decano Justo Tovar y Tovar (Adra, 1987 – Almería, 1892) compaginando el ejercicio de la profesión con su condición de empleado de la Diputación.

El publicista e investigador Antonio Sevillano, tras revisar las actas plenarias del Consistorio en el Archivo Municipal, nos ilustra sobre el hecho de que fue nombrado concejal electo de la capital en la sesión extraordinaria de 1 de enero de 1904, tras salir elegido en las elecciones realizadas en noviembre del año anterior, siendo alcalde Ramón Matienzo y Capilla, ejerciendo como vocal de la Comisión de Alumbrado (3ª) y en la 8ª: Cementerios y Policía Rural.

Pero lo que ha hecho pasar a Ángel Castañedo Oña a las monografías de personajes almerienses es su activa participación en la promoción, construcción y llevanza de la actual plaza de toros de Almería, inaugurada el 26 de agosto de 1888, sobre la que nos dejó como legado un libro de gran mérito literario y documental, muy ilustrativo sobre la Historia de la capital en el tránsito de los siglos XIX al XX y de referencia en una provincia con escasísima bibliografía taurina, titulada: Torerías de la Tierra. Recuerdos de la plaza vieja e historia de la moderna (Almería, 1911).

La obra, reeditada como facsímil por la editorial Cajal a cargo del José María Artero (Almería, 1989), incorpora un destacable prólogo del abogado Fausto Romero-Mihura Giménez (Almería, 1945 – Pozuelo de Alarcón, Madrid, 2019) y un extenso apéndice, con un epílogo impagable de la pluma de su compañero y amigo Antonio Ledesma Hernández (Almería, 1856 - El Ruiní, Rioja, 1937) al que la obra sorprendió: “…por su ambiente cálido, por su impregnación de almeriensismo puro y por sus añoranzas de una época en que conviví”.  

Falleció en Almería en 1923. Fausto Romero-Mihura, hablando cariñosamente de Ángel Castañedo, opina: “… a lo largo de los setenta y seis años que duró su vida fue básicamente un bonvivant”.