Tenemos noticias de este obispo de Pechina por citarse una actuación suya juntamente con los obispos de Sevilla y de Elvira en el año 941 para mediar en la liberación del señor de Zaragoza, Muhámmad b. Háshim at-Tuyibi. Éste había caído prisionero del rey asturleonés Ramiro II (g. 931-951) en la batalla de Alhándega en agosto del 939, año y medio aproximadamente antes del inicio de la intervención de los obispos.

El texto, recogido por Ibn Hayyán, alude a que el propio Muhámmad b. Háshim pidió la intervención de "los principales obispos cristianos de al-Ándalus para pactar su rescate con el tirano Ramiro". Abderrahmán III ordenó comparecer al obispo de Sevilla, Abbás b. Múndir, al obispo de Pechina, Yaaqub b. Mahrán, y al obispo de Elvira, Abdalmálik b. Hassán, citados por este orden. Los recibió en Córdoba y les ordenó ir a Yilliqiya, nombre con el que designan los historiadores andalusíes al reino asturleonés. Salieron a mediados de mayo del 941.

Previamente, había intervenido también el secretario judío Hasday b. Ishaq Ibn Shaprut. El califa omeya hubo de hacer numerosas concesiones, firmándose un tratado de paz que incluyó también los territorios del reino de Pamplona y el Condado de Castilla. Finalmente, el señor de Zaragoza fue liberado, tras un largo cautiverio y unas prolongadas negociaciones, en octubre del 942.

Esta noticia confirma que el territorio de Pechina debía de contar con una importante comunidad cristiana a mediados del siglo X, si bien la mayoría de la población sería ya musulmana.