Fernando de Figueroa es un morisco, posiblemente ficticio, que se le hace natural de Fines o del señorío de los Fajardo (Cantoria o los Vélez). Su biografía se describe en la crónica que Ginés Pérez de Hita dedicó a la rebelión morisca y, en especial, en el drama específico que escribió Pedro Calderón de la Barca, Amar después de la muerte y el sitio de la Alpujarra. Aunque su historia no está contrastada por la historiografía, el valor dramatúrgico de este personaje almeriense y de los espacios, también almerienses, que se desarrollan lo hacen de indudable valor.

      La historia relata cómo Figueroa se enamoró de la hermana del general El Maleh y la desazón que sufrió al morir ésta en el asalto a Galera. Tras darle sepultura, juró vengarla, alistándose en el tercio de Nápoles para encontrar al asesino, participando como soldado en la campaña de Juan de Austria. Finalmente, dio con Francisco Garcés, natural de Peal de Becerro, a quien compró las joyas que robó a la morisca para enviarlas a su hermana -vecina de Vélez Blanco- y, más tarde, en la taha de Andarax, provocó una pelea en la que terminó por matarlo. Denunciado por otro morisco, en el juicio fue perdonado, tomándolo a su servicio el general Lope de Figueroa, a quien acompañó en las batallas de Lepanto y Maastricht. Posteriormente le siguió a Monzón, dónde, tras la muerte de su protector, se dirigió a Villanueva de Alcaudete, dónde estaban sus sobrinos velezanos. Posteriormente vivió en Madrid, dónde conoció al cronista Pérez de Hita y a quien contó su historia.