Guillermo LANGLE RUBIO


LANGLE RUBIO, Guillermo (Almería, 1895 - Almería, 1981). Arquitecto.


      Hijo del eminente abogado, poeta y político republicano Plácido Langle Moya, quien le transmite una profunda formación liberal y un espíritu de trabajo. Su infancia y juventud transcurre en el entorno de la plaza de San Pedro, centro social y cultural de la burguesía almeriense antes de su desplazamiento al Paseo, y en el recuerdo del cortijo familiar de Huércal. Desde joven siente vocación por la pintura e ingresa en la Escuela de Arte, donde tendrá como maestros, entre otros, a Antonio Bédmar Iribarne y Carlos López Redondo. Pero su madre, Concha Rubio, desea que estudie para arquitecto, continuando así la brillante saga de sus hermanos: Emilio (futuro catedrático de Derecho Administrativo), Plácido (abogado) y Antonio (médico).

      Marcha a Madrid (1913) para preparar el examen de ingreso en la Escuela de Arquitectura y conoce a buena parte de la intelectualidad española integrante de la llamada Edad de Plata de la cultura: Jacinto Benavente, Ortega y Gasset, Valle Inclán, Pío Baroja, Ramón Carande... En 1915 comienza propiamente sus estudios de arquitectura, con un amplio abanico de profesores que representan la continuidad del historicismo novecentista y los inicios de la vanguardia arquitectónica: Modesto López Otero, Teodoro Anasagasti, Antonio Palacios, César Cort... Su promoción de 1921 es especialmente brillante, con compañeros destacados como Fernando García Mercadal, Luis Lacasa, Enrique Colás o su convecino almeriense Gabriel Pradal. Esta promoción pertenece a la llamada primera generación del Movimiento Moderno o Generación de 1925 (grupo de arquitectos nacidos a finales del siglo pasado y titulados entre 1920-25), protagonista de la vanguardia arquitectónica española. Muestran un cuerpo teórico de matriz clásica (formación a cargo de maestros como Modesto López Otero o Antonio Palacios, máximos representantes de la corriente historicista y monumentalista de la arquitectura española de principios de siglo), porque asumen la modernidad técnica más que estética, lo que implicará la generalización del uso del hormigón armado y de la composición funcional, pero simultaneando siempre con obras tradicionales.

      Vuelve a Almería a finales de 1923 y se encerrará para siempre en nuestra ciudad, apenas viajando fuera y no proyectando más allá del ámbito local. La relación con la vanguardia arquitectónica será a través de las cartas con compañeros de la profesión, la suscripción a la revista Arquitectura y una mente privilegiada a la hora de encontrar los caminos de la arquitectura española en cada coyuntura histórica concreta. Nuestro arquitecto será símbolo de la evolución arquitectónica almeriense durante el siglo XX, especialmente desde su nombramiento como arquitecto municipal en 1925, hasta 1965.

      Las etapas más significativas de su producción pueden sintetizarse en:

      1. Dictadura primorriverista. Es el momento de desarrollo de una arquitectura nacionalista con lenguaje historicista y académico en relación con la representatividad de la burguesía almeriense para levantar, especialmente, sus bloques de viviendas plurifamiliares. Se manifestará en un monumentalismo neobarroco, con órdenes gigantes, placas recortadas, juego de texturas, florones, arcos mixtilíneos, “horror vacui”..., pero, además, manteniendo elementos típicos de las viviendas plurifamiliares de principios de siglo diseñadas por Trinidad Cuartara y Enrique López Rull, como continuidad de la vivienda burguesa estructurada desde mediados del siglo XIX.

      Su primer proyecto será el bloque de viviendas para Facundo Sebastián Roche, en la plaza Flores (1924),  que constituyó su residencia familiar con su primera mujer, Gloria Trujillo, prematuramente muerta en 1927, dejándole viudo con un bebé de 11 meses, su hijo Guillermo. En este proyecto introduce la estructura de hormigón armado y pilares de hierro en Almería, además de elementos de la arquitectura metropolitana de su maestro Antonio Palacios, en Madrid; una distribución funcional en planta de sus viviendas y una integración conceptual con la vecina iglesia de Santiago y la propia plaza. Será por ello un proyecto especialmente brillante. Otros ejemplos significativos son las viviendas en la C/ Aguilar de Campoo (1924), C/ Regocijos esquina a Puerta de Purchena (1925), o C/ Minero esquina a Reyes Católicos (1931), donde introduce elementos racionalistas. En cambio, una variante descontextualizada es la Casa Montoya, en la Plaza Circular (1928), pero donde muestra sus posibilidades de resolver cualquier encargo con coherencia. Motivaciones “art déco” y de la arquitectura neoplasticista centroeuropea encontramos en el proyecto para la C/ Minero 8 (1927).

      2. Segunda República. Representa el momento clave del giro arquitectónico del Movimiento Moderno y la sustitución del decorativismo tradicional por la arquitectura racionalista. Este cambio estético va ligado a una estabilización personal gracias a su matrimonio con Mª Josefa Granados en 1932, de la que tendrá 3 hijos, los gemelos Paco y Plácido y, posteriormente, Pepita. Este giro arquitectónico vendrá motivado por la amistad con su compañero de promoción de 1921 Enrique Colás, uno de los máximos propagandistas de la modernidad arquitectónica a través de la revista Arquitectura, cita y referente de la mayoría de los arquitectos del momento. La característica básica del racionalismo langliano es la continuidad con los prototipos de vivienda obrera y burguesa almeriense del siglo XIX, pero abandonando el decorativismo en fachada y reorganizando totalmente el interior para mejorar la habitabilidad y salubridad.

      La vivienda obrera tiene su prototipo en el grupo de 7 viviendas en la C/ del General (1930), donde se aprecia el mantenimiento de la estructura habitual de “puerta y ventana”, pero introduciendo una serie de cambios estéticos: desaparición del encuadramiento historicista, una mejora de habitabilidad y salubridad en forma de obligatoriedad del patio intermedio dando luz y ventilación directa a todas las habitaciones, además de la independización de la vivienda respecto de la calle mediante el portal y el vestíbulo, o la sustitución de las vigas de madera de la cubierta por el hormigón armado.

      La vivienda burguesa presenta dos variantes claramente diferenciadas. Por un lado, el esplendor racionalista de las viviendas de recreo (chalets) de las playas de Levante de la ciudad, desaparecidas totalmente con el frente marítimo de bloques de pisos levantados en los años 60, destacando Villa Pepita (1932), derribada en 2004. Allí veremos plasmados algunos de los elementos navales típicos de la obra langliana: ojos de buey, barandillas, rotondas de cierre... y, muy especialmente, la prolongación visual de la ventana corrida dando una sensación de fluidez espacial.

      Por otro lado, nos encontramos con viviendas típicamente urbanas. Presentan la vinculación al modelo tradicional de vivienda burguesa de dos plantas con fachada rectangular y edificio bloque, pero desapareciendo totalmente el decorativismo historicista en favor de referencias formales vanguardistas: ventana horizontal continua, terrazas a lo largo de la fachada, formas curvas... Esa horizontalidad compositiva sólo será rota por el bloque del hueco de la escalera. Ejemplo será la casa de Alfredo Esteller (1935), desaparecida, en C/ López Falcón y, especialmente, su vivienda familiar en la C/ Rueda López 5 (1930, aunque ampliada en 1936). Pero la obra clave de este experimentalismo republicano será la sede social de la entidad benéfica Asociación de Asistencia Social (1935), en C/ Santos Zárate, hoy albergando el Cuartel de la Policía Municipal. Allí se compendia todo el lenguaje racionalista y los experimentos anteriores: ventana continua formando bandas decorativas con intermedios de ladrillo visto, marquesina volada, pilotes exentos a la entrada, rotondas semicirculares, juego de volúmenes a nivel de composición arquitectónica, balcón continuo en esquina, horizontalidad general...

      3. Difícil posguerra. Es la etapa de auténtica tradición y modernidad en la arquitectura almeriense. Salvo algunos proyectos de carácter áulico y representativo (arquitectura oficial) basados en la grandilocuencia autoritaria prestada por el historicismo, la actividad cotidiana de la arquitectura almeriense del momento está basada en la supervivencia y continuidad del racionalismo de época republicana junto a la impronta historicista. La obra singular que marca el inicio del nuevo período histórico es el proyecto de noviembre de 1939 de una serie de kioscos para cubrir y adornar las entradas a los refugios construidos desde febrero de 1937 como defensa pasiva de la población civil frente a los bombardeos nacionalistas. Especialmente, por su trascendencia histórica y política, destacará el bombardeo alemán de 31 de mayo de 1937, donde Almería se convertirá en otro Guernica, pero sin una reivindicación histórica o política posterior. El proyecto debería ser un recuerdo permanente de la guerra en la paz y la funcionalidad de un refugio ante una futura guerra mundial, donde el embellecimiento de la entrada se consigue con un kiosco, convertido en equipamiento urbano. Han desaparecido la mayor parte de los refugios con distintas remodelaciones urbanas y los únicos ejemplares casi intactos se encuentran en la plaza Urrutia y Conde Ofalia.

      Quizás la obra excepcional de la etapa sea el magno proyecto arquitectónico–urbanístico de la barriada de Ciudad Jardín (1940), cuyo objetivo era urbanizar la costa más allá de la zona industrial de las Almadrabillas, y también era una opción política frente al gravísimo déficit de viviendas (18.000 almerienses o 1/3 del total viviendo en cuevas). El proyecto consistía en 245 viviendas unifamiliares adosadas en hilera, teóricamente destinadas para los humildes, pero que finalmente pasarán a manos de funcionarios, principalmente municipales. Este doble lenguaje, entre la propaganda oficial del régimen franquista y la realidad constructiva, era una contradicción habitual.

      Sus características esenciales son:

      a) Modelo típico de urbanismo falangista de los 40: Orgánico (un urbanismo jerarquizado y antidemocrático, como nuevo modelo de ciudad frente al supuesto caso de la ciudad liberal); autosuficiente (conjunto cerrado y autárquico con carácter antiurbano, tanto como recuperación del tradicionalismo campesino, como barriada con todos los servicios necesarios de correos, iglesia, mercado, dispensario, grupos escolar y sede del partido); jerarquizado (Plaza de España como centro político - edificio público- y religioso –iglesia); y utópico (vivienda unifamiliar en la ciudad jardín como alternativa a la ciudad industrial).

      b) Diseño arquitectónico ecléctico relacionable con la misma ambigüedad de la arquitectura oficial. Efectivamente apreciamos el racionalismo en el diseño de las tipologías de viviendas y el colegio, el eclecticismo en el edificio de servicios públicos, y la arquitectura popular en la iglesia y el mercado, hoy desaparecido.

      En el apartado de la arquitectura oficial franquista diseñará la Cruz de los Caídos (1939) en la C/ Marín con vuelta a la Plaza Vieja (debería ser una referencia permanente de la cruzada anticomunista en la paz mediante la institucionalización de un lugar conmemorativo en un ambiente escenográfico) y el antiguo Sanatorio del “18 de Julio”, junto a la rambla, proyecto conjunto con Antonio Góngora. También es interesante su ampliación de la Escuela de Arte (1954), donde se muestra respetuoso con el proyecto previo.

      A nivel de arquitectura doméstica muestra una clara dualidad estética del tradicionalismo historicista junto a elementos racionalistas. El racionalismo de la obra langliana se aprecia más claramente en la casa de Carlos Vicente (1939), desaparecida, o el grupo de viviendas para Ramón Mendoza en la Avda. de la Estación 34 y 36 (1942), mientras que una variante neohistoricista de sabor neobarroco, enlazando con sus proyectos de los años 20, es la vivienda para Diego Rodríguez en la Plaza Santa Rita (1950). También responde a la misma estética la rehabilitación del chalet de Josté Balles (1943), destruido por los bombardeos de la guerra, reutilizado como centro administrativo del antiguo Preventorio Infantil Antituberculoso del Niño Jesús y ahora sede del Centro de Arte Museo de Almería. El modelo de vivienda obrera de “puerta y ventana” continuará vigente en Almería hasta mediados de los años 50 con la promoción de las viviendas sindicales por la Obra Sindical del Hogar y su sustitución por el modelo de bloque de pisos como nuevo protagonista inmobiliario.

      4. Década de los 50. Retorno racionalista marcado por una obra maestra: la Estación de Autobuses (1952), como único edificio almeriense incluido entre las 20 obras maestras de la arquitectura andaluza del Movimiento Moderno (registro DOCOMOMO). El objetivo era acabar con las incomodidades y problemas de tráfico, derivados de la existencia de paradas dispersas en el interior de la ciudad. Aquí encontraremos claramente el sentido de la funcionalidad y racionalidad arquitectónica puestos al servicio de una obra pública: ventana continua, estandarización de vanos, marquesina volada de acceso, pilotes, juego de volúmenes, huecos de luces recorriendo el cuerpo de escaleras, ausencia de decoración...

      Otras obras menores del momento son la derribada vivienda de Francisca de Pérez en C/ Alcalde Muñoz (1950); la ampliación de vivienda para Nicolás Mendoza, esquina Reyes Católicos en C/ Rueda López (1953); o el grupo escolar en la C/ Socorro, junto a la rambla de la Chanca (1963). El broche será una sencilla pero magnífica obra: el kiosco de música en la actual Plaza del Educador, en el Paseo de Almería (1959), una marquesina volada soportada por seis pilares de hormigón armado y dos contrafuertes cerrando la dinámica construcción Lamentablemente fue demolido en 1968 con la remodelación de esta plaza y el derribo del antiguo edificio de Correos.

      Guillermo Langle tuvo la suerte de no participar en el lamentable proceso del “desarrollismo de los 60”, momento de crisis de la ciudad horizontal con la adopción de la tipología edificatoria de “bloque de pisos”, la ruina de su amada Almería. Se jubila en 1965, dedicándose a sus aficiones de la pintura, la música clásica y la lectura continua e inagotable hasta su muerte en 1981.





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