José MONCADA CALVACHE


MONCADA CALVACHE, José (Almería, 1893 - Alhama de Almería, 1988). Pintor.


      Segundo hijo varón del matrimonio formado por Federico Moncada Pradal y la alhameña María Trinidad Calvache Portillo. Desde muy niño desarrolla una fuerte vocación por el dibujo y la pintura, al tiempo que ayuda a su padre en el taller de ebanistería propiedad de la familia. En su formación artística le presta un apoyo incondicional el pintor almeriense Emiliano Godoy, amigo de la familia, quien rompió la reticencia paterna y ejerció una notable influencia en su vida de pintor. Siguiendo sus indicaciones, inicia los estudios de Dibujo y Pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Almería (1908-1913), trabajando durante el día y estudiando con matrícula gratuita para obreros, durante el turno de noche. Alterna su formación asistiendo, además, a la Academia de Bellas Artes de la capital, donde realiza los denominados Estudios Superiores, con la obtención de sobresaliente y medalla de oro en los tres primeros cursos. Expone por primera vez, bajo el patrocinio de la Academia, en la Exposición Nacional de Artes Decorativas celebrada en Madrid en 1911.

      En 1914 muestra su obra en Almería por primera vez. Un cuadro que representaba un golfillo almeriense vendiendo el diario El Popular se exhibe en los escaparates de un comercio de la ciudad. En el verano de 1916 participa en la exposición colectiva organizada por el Ayuntamiento de Almería con motivo de la Feria de agosto; la primera muestra artística, con carácter oficial, a la que concurre. Entre 1914 a 1918 resulta habitual admirar su obra en los escaparates de los comercios almerienses.

      En este periodo se afilia a las agrupaciones políticas de izquierda. En 1918 ocupa el cargo de presidente de las Juventudes de Izquierdas de Almería. Por su admiración incondicional al pensamiento republicano de su paisano Nicolás Salmerón, propone, en nombre de las Juventudes de Izquierdas, la realización de un homenaje dedicado a este personaje, por el décimo aniversario de su muerte, que no llegó a realizarse. La amistad con la familia Salmerón fue una constante en su vida, llegando incluso a instalar, durante el verano de 1929, su estudio en Huerta Rosalía, casa habitada en estas fechas por Margarita Salmerón. Su compromiso político continuará durante los años de estancia en Madrid. La amistad con reputados republicanos allanarán las dificultades propias de un recién llegado a la capital del Reino, destacando la que mantuvo con el virgitano Antonio de Ibarra, republicano y miembro del Ateneo de Madrid, desarrollándose entre ellos un profundo afecto que se refleja en la extensa correspondencia mantenida entre 1932 y 1935. La estancia en Madrid durante estos años de la II República se verá beneficiada por la notable protección que el pintor recibió de Antonio de Ibarra, quien, incluso, promueve la compra de alguna obra de Moncada por importantes instituciones.

      En la carrera artística del pintor tuvo una especial relevancia un encuentro fortuito y anecdótico con Pablo Cazard, cónsul francés en Almería, una personalidad de exquisito gusto artístico y amante de las antigüedades, quien, como gran admirador de su obra, le aconsejó al pintor la posibilidad de marchar a ampliar sus estudios a la capital de España. Se inicia una campaña, con la colaboración de los periódicos La Crónica Meridional, El Día y el semanario virgitano Gente Nueva, solicitando ayuda a las instituciones públicas para que el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, dirigido por Francisco Silvela, entonces diputado por Almería, le concediera una beca para completar su formación en Madrid. Permanece en la capital madrileña el periodo comprendido entre 1818 y 1926, años duros de constante lucha. En 1921, en los salones del Ateneo, presenta su obra ante la crítica madrileña. Las flores, los frutos y los paisajes almerienses tienen una gran acogida. En 1924 celebra en el Salón Arte Moderno su segunda exposición en Madrid.

      La precaria salud de su madre motiva su regreso a Almería. En 1926 su la familia fija su residencia en Alhama, al tiempo que la Diputación de Almería recoge en sus presupuestos una beca-pensión de mil pesetas concedida para completar su formación. El año 27 supone el reconocimiento, en el mundo cultural almeriense, de la obra pictórica y de la trayectoria artística de Moncada Calvache, que culmina con una exposición de su obra celebrada en el Casino de Almería y una concurridísima comida homenaje.

      La muerte de su madre (13-III-1928) pone tintes oscuros en la trayectoria vital del artista y marca el inicio de una etapa de crisis emocional que sólo el intenso trabajo desarrollado en estas fechas impide que se adentre en el túnel de una profunda depresión. Madrid, Almería y Alhama comparten la actividad del pintor durante los primeros años de la década de los treinta. En su estudio madrileño, próximo a la Puerta del Sol, realiza una serie de obras de encargo. Al mismo tiempo, participa en la Exposición Permanente del Círculo de Bellas Artes de Madrid; también, en la Exposición Universal de Sevilla de 1929.

      Finalizada la Guerra Civil (1939), fija su residencia en Barcelona. Su obra llega a la ciudad Condal acompañada de unas referencias muy positivas. En la década de los cuarenta se suceden una serie de exposiciones. Su pintura goza del interés de la burguesía catalana y Barcelona se constituye en un floreciente mercado para el agua y las frutas del pintor almeriense. La celebración de la Exposición Iberoamericana en Barcelona, a la que envía Moncada algunas de sus obras, supone su carta de presentación y el inicio de una intensa actividad expositiva en tierras catalanas. En 1940 toma parte, junto a pintores de la talla de Solana y de Vázquez Díaz, en la Exposición Nacional de Bellas Artes, obteniendo el tercer premio. En 1942 expone en la céntrica galería Prats Fatjó, del Paseo de Gracia. La respuesta del público fue tan alentadora que la propia galería programa otra exposición que se celebraría al año siguiente. Así, encontramos que, en 1943, las autoridades barcelonesas acuden al acto en el que el escritor Miguel Capdevila ofrece una conferencia sobre “el bodegón español” y presenta como artista cumbre del género al almeriense Moncada Calvache. En 1944 las galerías Pallarés organizan una muestra centrada en el bodegón español, en la que se distingue a este pintor con una mención honorífica.

      Pese a la excelente acogida que la obra del pintor encuentra en Barcelona, la añoranza de su tierra andaluza se hace cada día más patente. En la primavera del año 1955, tras diez años de ausencia, José Moncada se reencuentra con el paisaje almeriense, aunque no será hasta los primeros años de la década de los sesenta cuando se produzca su regreso definitivo para instalarse en Alhama. La décadas de los años 70 y 80 son prolíficas en producción artística y también en reconocimientos a su persona. El Ayuntamiento de Alhama le rinde un merecido homenaje con el descubrimiento de la placa de una calle que lleva su nombre. En 1981 le nombrará hijo adoptivo. En la capital, el Ateneo organiza una muestra antológica de su obra; el Ayuntamiento lo nombra hijo predilecto y le hace entrega de la medalla de la ciudad (V- 1976). Fallecido a los 95 años (5-VII-1988), está enterrado en el cementerio de Alhama de Almería. El epitafio de su sencilla lápida de mármol sintetiza, a mi entender, la mejor de sus biografías:

Agua, / ternura, / luz luminosa, / sombra transparente, / sencillez. / Así fue su vida, así fue su obra. Así fue él. / (1893-1988).





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