Vinculado al Ateneo de Huércal Overa, publicó en La Voz del Ateneo y en El Almanzora, sobre todo poesías, donde destacaron las de contenido satírico. Escribió también obras de teatro, unas de carácter humorístico (De las doce a la una..., Un guardia municipal) y otras más profundas y espirituales (Se ha salvado el Nazareno, 1940). Es muy reconocida su letra al himno, compuesto por José Parra Jiménez, en honor al Padre Jesús Nazareno de Salzillo, que se venera en el templo parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción.

      Como médico su labor competente y abnegada fue muy apreciada por todo el pueblo. Políticamente, el carácter liberal del que siempre hizo gala le llevó a ser refractario a los extremismos. Tanto es así que en plena II República se concentró en la puerta de su casa, situada en la céntrica plaza del Cura Valera, una gran multitud, banda de música incluida, solicitándole que se hiciera cargo de la Alcaldía. Petición que rechazó porque creía no estar capacitado para este cometido.

      Muy influenciado por el ideario regeneracionista, se preocupó por el ascenso económico de sus conciudadanos, reforzando con su presencia toda organización encaminada a tal fin. Especialmente aquellas que tenía como meta la redención del campo almeriense. Desde las páginas del semanario El Almanzora luchó por la sindicación de los trabajadores del campo y formó parte de la comisión huercalense que, junto a las de otros pueblos de la comarca, aprobó los estatutos de la Federación Católica de Agricultores del Valle del Almanzora en enero de 1928.