Abogado, poeta y periodista almeriense. Tras pasar por diversos cargos (teniente en la Milicia Nacional, 1854; miembro de las Juntas de Defensa contra el cólera, 1865; y contra los cantonales, 1873), fue secretario del Ayuntamiento en 1874 y presidente del Ateneo (1886-90), al que imprimió un último empuje antes de su definitiva disolución al unirse al Centro Mercantil, o de la Sociedad Filarmónica, entre otros organismos, en diversas ocasiones. Disfrutando de una de las más brillantes carreras profesionales del momento, fue asesor de Marina, magistrado suplente de la Audiencia de la ciudad y formó parte también de la junta del Monte de Piedad y Caja de Ahorros. En 1882 fundó y presidió el nuevo partido monárquico-democrático que reivindicaba la constitución de 1869. Afín a Navarro Rodrigo, que fue diputado por Almería a lo largo de los cinco años que el partido Unión Liberal (1858-1863) estuvo al frente del Gobierno, obtuvo la promesa de invertir treinta y dos millones de pesetas para la construcción del ferrocarril en 1883.

      Literato aficionado, sólo conocemos que una de sus obras acompañó el recibimiento oficial de la ciudad a Isabel II en 1862. Más difusión por cuestiones meramente profesionales alcanzó su opúsculo “Causa de Berja. Defensa de los procesados. Discurso pronunciado por D... en defensa de los procesados en la causa llamada de Berja” (Almería, 1889).

      Su hermano, José Ramón García, fue responsable de la Comisión Provincial de Monumentos en 1844 y profesor -luego catedrático- de Latín y Castellano desde los primeros años de andadura del Colegio de Segunda Enseñanza. Ambos tuvieron intereses mineros en Sierra de Gádor.