Fotógrafo y óptico. Al quedarse huérfano entra muy joven en el laboratorio fotográfico de Daniel de Santos en la C/ Las Tiendas, donde aprende el arte de la fotografía, y, en 1932, trabaja con Agustín Apoita, en el Paseo. Siempre acompañado de su inseparable cámara, capta las dantescas escenas del bombardeo nacional de los depósitos de CAMPSA en el puerto durante la Guerra Civil o el bombardeo alemán de 31-V-1937, imágenes de un excepcional interés documental e histórico.

      Desde 1943 será redactor gráfico del diario local Yugo, aunque lo simultanea con su actividad de fotógrafo en el Estudio Ruiz Marín hasta 1976, además de ser corresponsal gráfico de otros periódicos nacionales, como Ideal o Marca. Desde su objetivo se constituirá en la memoria gráfica de medio siglo de la Historia de Almería, desde la postguerra hasta la transición, con sus múltiples matices, y siempre desde la objetividad de quien sabe acercarse a la noticia de la manera más directa e imparcial. Todos los estamentos públicos y privados (colegios profesionales, industriales, asociaciones, escuelas, etc.) requirieron sus servicios y las actividades políticas, culturales, religiosas o deportivas quedaron fijadas para siempre a través de su cámara.

      También participará en el descubrimiento y difusión de Almería para el cine, colaborando con reportajes de Tabernas para Gil Parrondo, y especialmente célebres serán sus fotos en relación con la bomba de Palomares (17-I-1966). En 1990 recibe el II premio Jerónimo Torres Fernández, por su dedicación a la fotografía, mientras una cruel enfermedad destrozaba a este inquieto almeriense, siempre preocupado por recoger los matices de su tierra.