Francisco SALMERÓN ALONSO


SALMERÓN ALONSO, Francisco (Torrejón de Ardoz, 1822 - Madrid, 1878). Político.


      Apenas proclamada la Primera República, Nicolás Salmerón escribió a su padre una carta que decía: “La fortuna ha querido que los dos hermanos asociemos nuestro nombre en el primer gobierno de la República Española; que al terminar tan grande y arriesgada empresa quede nuestra conciencia tan tranquila y más satisfecha que al empezarla y nuestro nombre tan puro como de usted lo hemos recibido”. Nicolás era ministro de Gracia y Justicia, y Francisco ocupaba la cartera de Ultramar. Sin embargo, la figura de Francisco quedó eclipsada por la trayectoria política e intelectual de su hermano, especialmente desde que éste alcanzó la presidencia del poder ejecutivo de la República y Francisco estuvo vinculado a los radicales en el intento de reconducir la República Federal hacia posiciones unitarias. Figura destacada de la política de la izquierda progresista española, diputado y presidente de las Cortes, sus ideas democráticas e inquietudes intelectuales influyeron en la formación de su hermano Nicolás, quince años más joven que él.

      Francisco, segundo hijo de la familia de Nicolás Salmerón López y Rosalía Alonso García, estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario Conciliar de Almería; inició los estudios de Derecho en la Universidad de Granada (1842) y terminó la carrera en la Universidad Central de Madrid (1846). La tradición liberal progresista, vivida en el seno de su familia, empezó a cristalizar en sus años universitarios con una clara orientación democrática. Fue, ante todo, un hombre de acción. En el Madrid de los años centrales del siglo XIX se le conoció por ser un gran orador, un hombre del periodismo y un joven político progresista de izquierdas. Ingresó en el Colegio de Abogados en 1847, se mostró contrario a la pena de muerte y fué un defensor apologético del establecimiento del Jurado. Defendió a los republicanos encarcelados por la revuelta madrileña de 1848, al demócrata Juan Martínez Villergas y salvó a muchos reos de la pena capital. Cosechó notoriedad de pensador y buen polemista en las discusiones sobre la forma de gobierno, la crítica al socialismo o en sus estudios sobre la filosofía del Derecho, gracias a su colaboración y participación en la redacción de periódicos y revistas madrileños como La Restauración (1846), Revista Científica y Literaria (1847), La Academia, Revista Jurídica, El Mensajero de los Tribunales, El Notariado, y La Reforma (1852).

      Tomó parte activa en la revuelta del 28 de marzo de 1848 en Madrid cuando, al calor de la Revolución democrática de 1848 en Francia, un grupo de jóvenes progresistas de izquierda, en conjunción con demócratas- republicanos, pretendieron infructuosamente hacer caer el gobierno moderado de Narváez. Estuvo en la trama civil madrileña en la antesala de la revolución de 1854, fue hecho prisionero (5-II-1854) y conducido a la cárcel del Saladero, donde permaneció cuarenta y seis días. Integró la Junta Revolucionaria de julio de 1854 y se batió en las barricadas de las calles madrileñas. Triunfante la Revolución, salió elegido diputado a Cortes Constituyentes por la circunscripción de Almería. Se encuadró en el ala izquierda del progresismo y fue uno de los más destacados “progresistas puros” que hicieron cuerpo con la minoría demócrata, dirigida por José María Orense y Nicolás María Rivero, en la mayor parte de los debates de las Cortes Constituyentes, salvo en la votación de condena de Isabel II y su dinastía. Como remate de aquella intensa legislatura animó a la rebeldía del Congreso de los Diputados contra el gobierno de O’Donnell firmando (14-VII-1856) la proposición que decía: “Pedimos a las Cortes se sirvan acordar que el Gabinete nuevamente constituido no merece su confianza”. Tras la contrarrevolución de julio de 1856 se consagró por un tiempo a su bufete, trabajó en la reorganización del partido progresista y llegó a ser teniente alcalde del Ayuntamiento de Madrid. Los progresistas almerienses del distrito de Canjáyar le nombraron presidente de honor del partido en la década de los sesenta.

      Al secundar Madrid la revolución de septiembre de 1868, fue elegido vicepresidente de la Junta Revolucionaria del distrito de la Audiencia y miembro de la Junta Revolucionaria de Madrid, donde hizo aprobar una declaración de derechos profundamente democrática. Los progresistas almerienses le reclamaron para representarles en las elecciones a Cortes Constituyentes que se convocaron para enero de 1869. Los hermanos Salmerón, Francisco y Nicolás, vinculados a opciones democráticas diferentes, se enfrentaron en las elecciones. Francisco formó parte de la candidatura de coalición gubernamental democrático-monárquica que ganó las elecciones a diputados a Cortes en la circunscripción de Almería y se vinculó al grupo independiente de “progresistas puros” en las Constituyentes de 1869. Votó por la forma monárquica, pero, en coherencia con sus principios democráticos, criticó las excesivas atribuciones conferidas al Monarca y, sobre todo, que éste no fuera elegido por sufragio universal. Su impronta política queda puesta de relieve en su primera intervención en las Constituyentes “Tengo por dogma el partido progresista, tengo mi punto de apoyo en la democracia y mi aspiración infinita en la República Federal”. Apoyó la proposición de Castelar (que no llegó a prosperar) para que se declarase inhabilitada a la familia de Borbón para reinar en España. Su fidelidad a Espartero, de quien escribió una biografía, le llevó a votarlo para rey de España. Después reconoció a Amadeo de Saboya, cumpliendo su promesa de que acataría la voluntad de la soberanía nacional.

      Francisco Salmerón volvió a representar a Almería en las Cortes tras las elecciones de agosto de 1872, con Manuel Ruiz Zorrilla al frente del Gobierno. Salió elegido como radical por el distrito de Canjáyar, en pugna con el constitucional sagastino Bernardo Toro y Moya. Participó activamente en la llegada de la República cuando Amadeo de Saboya presentó su renuncia. Junto a Pi y Margall, su hermano Nicolás, Lagunero, Figueras, Moliní y Fernández de las Cuevas, firmó la proposición que, aprobada por 258 votos contra 32, dio paso a la República en España (11- II-1873). Nicolás como republicano y Francisco como radical formaron parte del primer gobierno republicano, presidido por Estanislao Figueras.

      Trece días estuvo Francisco Salmerón en la cartera de Ultramar. El enfrentamiento entre radicales, partidarios de la Republica unitaria, y los republicanos federales provocó que el segundo gobierno de Figueras estuviera compuesto por un gobierno homogéneo republicano. La confrontación entre radicales y republicanos en las Cortes duró hasta el 24 de abril y Francisco Salmerón desempeñó un papel destacado, al ser elegido presidente de la Asamblea Nacional el 19 de marzo y presidir la Comisión Permanente a partir de la disolución de las Cortes (22-III-1873). Los radicales se hicieron fuertes en la Comisión Permanente frente al Gobierno republicano y Francisco Salmerón se negó a levantar la sesión el día 23 de abril, cuando se estaba produciendo la insurrección de los radicales en Madrid. La Comisión Permanente fue disuelta por Pi y Margall (24-IV- 1873), por haber contribuido a provocar el conflicto y haber tratado de usurpar las atribuciones del poder ejecutivo de la República. Los radicales integrantes de la Comisión Permanente lanzaron un manifiesto de protesta, decidieron el retraimiento electoral y algunos de ellos marcharon al exilio. Francisco Salmerón quedó en Madrid y decidió salir del retraimiento cuando se produjo el levantamiento cantonal. En octubre de 1873 presidió en Almería una Junta de Defensa, constituida ante la amenaza de una nueva incursión de los cantonales de Cartagena a la ciudad. En los primeros años del reinado de Alfonso XII se mantuvo vinculado a las posiciones de Ruiz Zorrilla, con él entró en las conspiraciones para restablecer la República y llegó a ser su representante en la capital de España.




Martínez López, Fernando





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