Álvaro de SOSA VIVERO


SOSA VIVERO, Álvaro de (Toro, Zamora, Sin datos - , Sin datos). Político.


      Alcaide de la Alcazaba de Almería. Hasta el siglo XIX la Alcazaba fue el mayor elemento de seguridad y símbolo de autoridad de la ciudad de Almería. Su alcaide o gobernador era una de las máximas autoridades urbanas. La titularidad de la alcaidía fue donada por los Reyes Católicos a Gutierre de Cárdenas y estuvo vinculada a la casa de los duques de Maqueda, quienes nombraban tenientes de alcaides de la Alcazaba. Al tomar posesión de la casa de Maqueda Bernardino de Cárdenas y Portugal, en 1560, Álvaro de Sosa fue nombrado alcaide de la Alcazaba, cargo que desempeñará durante casi un cuarto de siglo.

      Pertenecía a la misma casa nobiliaria de los Sosa (o Sousa, de origen portugués) que el obispo de Almería Francisco de Sosa (1515-1520), ambos originarios de la ciudad de Toro (Zamora). Aunque soltero, Álvaro de Sosa vivía en la Alcazaba con una numerosa familia compuesta por 16 miembros, entre criados y algunos parientes. Bajo su mando estaban 60 plazas de soldados: 4 artilleros, 10 porteros de las puertas de la Alcazaba, 4 atalayas y 42 peones, entre los que entraban 4 porteros de las puertas de la ciudad, 2 plazas que se daban para una capellanía a los frailes de San Francisco para que dijesen misa en la Alcazaba y otras 2 plazas para el servicio de la noria de la citada fortaleza.

      Bajo la dirección del Capitán General del Reino, el marqués de Mondéjar, intentó solucionar las graves deficiencias del edificio, proyectando numerosas obras de reparación, cuya financiación había concedido Felipe II en 1563 en las penas de cámara del corregimiento de Almería, Baza y Guadix; fueron trazadas por dos grandes arquitectos, Luis Machuca, maestro mayor de las obras reales de la Alhambra, en 1565, y Juan de Orea, maestro mayor de las obras de las iglesias de Almería, en 1568. El alzamiento de los moriscos en la Navidad de este año interrumpió el plan, que quedó reducido a lo más perentorio, como tapar los portillos de las murallas, pero las obras continuaron después. El otro grave problema de la Alcazaba era expuesto al marqués de Mondéjar en julio de 1568, a través de un informe demoledor del propio alcaide Sosa: el escaso sueldo que cobraban los soldados, a los que se debían las pagas de más de seis años, por lo que habían 16 plazas desiertas. Un año antes, en 1567, el maestre de campo Antonio Moreno, que inspeccionaba la costa del Reino, señalaba la importancia de la Alcazaba, pero apostillaba que estaba tan mal provisto que es “cosa vergonzosa”; del alcaide Álvaro de Sosa llegaba a decir que “está tan solo que muchas noches es menester que el propio haga la guardia y toque la campana por no haber soldado que lo haga”.

      El alcaide Álvaro de Sosa tuvo una actuación destacada durante la guerra de los moriscos. Consiguió evitar que triunfara la estratagema que Mateo el Ramí, alguacil de Instinción y amigo personal de Sosa, había ideado para apoderarse de la Alcazaba, y participó en algunas cabalgadas que se hicieron desde la ciudad, especialmente en la del cerro de Inox, en la que el Capitán General Francisco de Córdoba le adjudicó los correspondientes esclavos. Como en la Edad Media, sus servicios militares fueron compensados con la concesión de 8 suertes de población, siendo, junto con el capitán Luis Pérez Muñoz, el mayor beneficiado en el repartimiento efectuado en la ciudad de Almería, recibiendo los siguientes bienes: 188,5 tahúllas de regadío, 1 mesón en la ciudad junto al hospital, 322 olivos, que producían 71 arrobas de aceite, numerosos morales y moreras e infinidad de árboles frutales. En 1583 ya no estaba en Almería, figurando Rui Díaz de Vivar como gobernador de la taha de Marchena y alcaide de la fortaleza de Almería.




Muñoz Buendía, Antonio





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