Ventura de CALLEJÓN BOSOMBA


CALLEJÓN BOSOMBA, Ventura de (Puigcerdá, 1837 - Hamburgo, 1900). Militar y diplomático.


      Hijo del militar y diplomático de Berja Juan de Callejón Villegas. Su madre, Rosa Bosomba Moreno, pertenecía a una destacada familia liberal catalana. Siguiendo la estela de su progenitor, ingresaría en 1853 en la Academia militar de Toledo, donde destacaría en idiomas. Por esta razón, en 1858, consiguió un permiso especial para viajar durante un año a los Estados Unidos, quedando asignado posteriormente al servicio del Capitán General de Burgos. De regreso a España, en 1861, participa con su unidad en la represión del levantamiento socialista de Loja, causándole una honda impresión que le llevará a dejar el ejército e ingresar en el cuerpo diplomático. Su primer destino lo recibió en 1864 en Hamburgo, ciudad en la que abrió el viceconsulado -del que sería su primer representante- y en la que conocería a su esposa, Guillermina Carstens, miembro de una rica familia vinculada a los negocios navieros. Esta circunstancia le abriría las puertas de la rica burguesía de esta ciudad libre alemana y un alto conocimiento del rico tráfico hanseático, donde tímidamente se introducían los intereses españoles. Durante su destino germano, Callejón jugaría un papel estacado en la Guerra del Pacífico.

      Tras la Revolución Gloriosa (1868), simpatiza con el Gobierno Provisional del general Prim, que lo designa cónsul español en Elseneur (Hesingör), punto estratégico del flujo comercial del mar Báltico. Este nuevo destino lo consolidará como uno de los mejores expertos del cuerpo diplomático español en el norte de Europa. Su prestigio se vería recompensado tiempo después por Amadeo I, quien lo asciende a Cónsul General en Lisboa, ciudad por entonces clave en el flujo comercial transatlántico y también con una muy destacada colonia española. Durante la I República la confianza del gobierno será muy destacada, ya que regula con gran pulcritud no sólo la compleja cartera de negocios sino que informa al Gobierno de los disidentes monárquicos (isabelinos y amadeístas), republicanos federales y carlistas. Además, sobre todo de estos últimos, trabajaría activamente en labores de espionaje contra las partidas rebeldes que se refugian en la raya extremeño-lusa.

      En 1875, viudo y sin el apoyo del gobierno de la Restauración, al considerarlo simpatizante político de los gobiernos democráticos del Sexenio, es nombrado Cónsul de Madeira y Sierra Leona. Un destino que, pese a ser menor en rango, potencia mucho más su ya dilatada red de contactos con el comercio atlántico. En esta sensible etapa vital -profesional y personal- se iniciaría en la fotografía, faceta que sería algo más que una afición para convertirse en un todo un experto, relacionándose con sobresalientes artistas de este arte. De esta época sobresalen sus fotografías sobre la Casa de Colón, en la maderense Funchal, publicadas en la Ilustración Española y Americana (1878). En la isla portuguesa se codearía con la alta aristocracia europea y americana, conociendo a su segunda esposa, Carmen Villoch Ferrer, hija de un rico comerciante gallego afincado en Cuba, con ascendencia catalana, que le abriría el mundo de los negocios con la colonia antillana y la costa gallega. Ambos se casarían en 1878, año de su exoneración y nombramiento como cónsul en Amberes.

      El consulado belga abre una etapa personal floreciente, donde refuerza no sólo su amplia red de contactos con el comercio del Atlántico Norte, sino con el arte de la fotografía. En Amberes tendría dos hijos más (Juan Felix y Gabriel Francisco Callejón Villoch) y se encumbraría definitivamente en la carrera diplomática, ya que en 1884 es nombrado Cónsul General en Escocia. Recién llegado a Glasgow, su esposa fallecía, volcándose emocionalmente en sus tareas diplomáticas, en la fotografía y en los negocios, gracias al capital heredado de su esposa. Sus inversiones las centraría mayoritariamente en la adquisición de fincas en Dalías, en las que implanta el cultivo de la parra. Especialmente interesantes son los laboreos que realiza en El Ejido, donde abre pozos y norias y desarrolla el regadío. Igualmente reedifica la casa de sus antepasados, que la convierte en una singular vivienda al gusto inglés; complementada con un magnífico jardín romántico en el que incluye un lago (copia del existente en Hayn Park). De estas fechas son sus vinculaciones con el partido liberal almeriense y con la burguesía de Berja y Dalías, colaborando en la prensa local (Crónica Meridional) con artículos que animan a la producción de uva de mesa y a la mejora de los sistemas de cultivo. También de esta etapa vital será su colección de fotografías de la comarca, convertidas en un referente documental por su perspicaz visión de la realidad.

      A partir de 1890, con el fallecimiento de su padre, Callejón incrementó las inversiones en el cultivo del parral, dejando la administración de las fincas con su primogénito, Ventura de Callejón Carstens, quien se casaría en Dalías con una pariente, Rafaela Carrillo de Albornoz y Manzano, lo que multiplicaría sus estancias en la localidad almeriense y aumentaría su influencia en la comarca. Gracias a su conocimiento de las características del comercio de fruta fresca (manifiesto en la resolución que alcanzó para las exportaciones de naranja valenciana con la Gran Bretaña) y de realidad agrícola almeriense, defendería con gran acierto los intereses de los productores de uva de mesa almeriense en los mercados internacionales. Gracias a sus memorias consulares, aseguró los flujos comerciales con Inglaterra y los países Bálticos, incluyendo a Rusia en algún que otro vaivén comercial con los anteriores. Dado que poseía por herencia de sus dos esposas participaciones en diferentes compañías marítimas, favorecería igualmente los transportes náuticos, no sólo continentales sino intercontinentales. De estos últimos sobresalen las conexiones con los Estados Unidos (Philadelphia y Boston) en esta primera etapa del parral.

      El prestigio profesional de Callejón alcanzaría su cénit en 1900, cuando fue propuesto por el gobierno español para ocupar el Consulado General en Londres, capital del mayor imperio del mundo. Tras rechazarlo, se le ofreció la embajada de Hong Kong, con objeto de organizar toda la cartera de negocios españoles en Extremo Oriente, tras la pérdida de las Filipinas y la venta de las últimas colonias de Oceanía. Igualmente fueron rechazadas desde Dalías, donde permanecía largas temporadas. Tan sólo aceptó volver con cónsul a Hamburgo para cerrar sus inversiones alemanas antes de su definitiva jubilación y marcha a la villa alpujarreña, fechas en las que le sorprendió la muerte.




Sánchez Ramos, Valeriano





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