Avecindados preferentemente en el centro histórico, el apellido Bisbal es harto conocido y respetado desde el anterior siglo XX en el ámbito del carnaval (determinantes en la formación de murgas y comparsas), boxeo (con varios campeones de España y Europa) y en la música, muchísimo antes de que el cantante David Bisbal alcanzase el estrellato internacional. Esta semblanza biográfica se dedica sin embargo a otro miembro de la prolífica saga: el saxofonista Antonio Bisbal Guil. Profesor de la Banda Municipal de música (al igual que su hermano Juan, trompeta solista), nació circunstancialmente en Valencia el 11 de junio de 1934; segundo de los hijos del matrimonio entre Juan (barbero) y Josefa, ama de casa. Falleció en el hospital Torrecárdenas el 25 de octubre de 2007, dejando viuda (Dolores) y una hija (Loli).
De regreso a Almería tras la experiencia laboral del padre, su temprana afición hizo que el maestro Miguel Algarra le trasmitiese las más elementales nociones musicales. Aunque sería Eusebio Rivera, histórico director de la Banda Municipal, quien lo encauzase definitivamente en la que sería una atractiva carrera profesional, facilitándole el ingreso en dicha formación a los ocho años en calidad de “educando”; con ensayos junto al cine Moderno, y haciéndole debutar como saxofón solista con sólo catorce. Incorporado al ejército, permaneció durante un trienio como cabo-músico. Finalmente, en 1958 alzó el vuelo en busca de nuevos horizontes, enrolado en la orquestina del circo Italiano: casi un lustro bajo la carpa circense en gira constante, acumulando experiencia. En Gandía (Valencia), Antonio Ruda, director de orquesta del bolerista Antonio Machín, valoró su buen hacer y lo contrató en firme durante el siguiente quinquenio. Una fructífera experiencia junto al manisero de la voz sedosa, alternando el saxo con la guitarra bajista, clarinete y tumbadoras. Machín era su jefe, amigo y compadre tras bautizarle a su única hija. Al cubano le sucedió (1966) otra larga permanencia con el cantante argentino Luis Aguilé.
Tras retornar a la ciudad de Almería, ingresó en la Banda Municipal y entró a formar parte de las más famosas orquestas locales (Donaire, Nómada, Almería, Casino), con las que deleitó en mil actuaciones públicas y privadas (sala de fiestas Chapina, entre otras), haciendo alarde de su depurado virtuosismo hasta jubilarse en 1998. La no extinguida vocación la satisfizo dirigiendo a la agrupación bandística de Canjáyar, quien a título póstumo reconoció sus aportaciones, homenajeándole en 2008; o “echando una mano” a la municipal de Roquetas de Mar. Amén de dedicarse en sus ratos libres a la reparación de todo tipo de instrumentos musicales, tarea en la que resultó un manitas. Por último, el certamen de bandas que anualmente organiza la Asociación de Vecinos Casco Histórico se dedica a “Don Antonio Bisbal”; habiéndole rendido previamente (junio, 2008) un emotivo homenaje.