Francisco Joaquín CASTAÑEDA GODOY


CASTAÑEDA GODOY, Francisco Joaquín (Dalías, 1761 - Berja, 1834). .


      Estudió en el Sacromonte de Granada con una beca obtenida gracias al apoyo de su tío-abuelo José Gabriel de los Reyes, vicario de Berja. En esta ciudad se licenció en Sagrada Teología por la Imperial Universidad, ejerciendo como profesor de Sagrados Cánones en el Colegio San Dionisio Areopagita. En este tiempo contactaría con los ilustrados granadinos de la Sociedad de Amigos del País, truncándose su carrera intelectual en 1791, fecha de la muerte de su tío y benefactor. Aquel año dejó los hábitos, marchando en 1792 a Berja para resolver la herencia de su tío, con cuyo capital compró en 1793 la escribanía del concejo.

      Con residencia en esta villa, colaboraría con el consejero de Castilla, Francisco Antonio de Zamora, de visita en la zona. Este contacto afianzaría su pensamiento, permitiéndole ser el transmisor en el área del espíritu ilustrado. Así, en 1794 elevó al rey dos proyectos reformistas para la comarca y que constituyen la espina dorsal de su pensamiento: “Plan Económico para la Alpujarra” y “Plan de Educación para Berja y la Alpujarra”. El primero resaltó por su frescura fisiocrática y en el segundo descolló en una pedagogía muy práctica. El conservadurismo surgido a raíz de la guerra con Francia paralizó sus ambiciosos planes, no recobrándose el aperturismo ilustrado hasta principios del siglo XIX. En 1804 consiguió sacar adelante en la alcaldía mayor una reforma urbana para reconstruir el partido destruido tras los terremotos, ideas tan novedosas que provocaron el rechazo popular. Relegado nuevamente por progresista, se refugió en años posteriores en colaboraciones esporádicas, caso del científico Simón Rojas Clemente, en su estudio sobre el Reino de Granada o, ya en plena Guerra de la Independencia, en sus estrechos lazos de amistad con el médico Martín de los Llanos, ferviente afrancesado. Tanto durante el gobierno francés como en el de las Cortes de Cádiz, este personaje ocupó el cargo de administrador de los Bienes Nacionales. Con la vuelta de Fernando VII su ambigüedad política vuelve a perjudicarle, volcándose en negocios mineros, los cuales le llevaron hacia postulados liberales, en los que colaboraría tras el pronunciamiento de Riego. Con la restauración absolutista, participaría activamente en 1824 en la comisión de delegados alpujarreños que marcharon a Granada a negociar con los oficiales regios la liberalización del mercado del plomo. Al año siguiente formaría parte de la comisión restringida que estudió los puntos esenciales de la Ley de minas. Anciano, en 1828 renunció a todos sus cargos y se replegó a la vida familiar, falleciendo víctima de la epidemia de cólera morbo-asiático.




Sánchez Ramos, Valeriano





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