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La Reconquista

Durante la campaña de Reconquista la población se encuentra amenazada por las frecuentes incursiones castellanas que se internan por la frontera granadina para castigar al reducto reino nazarita. En una carta fechada en 1435, Rodrigo Manrique notifica al conde de Alba el envío de una cabalgada a tierras de Abla que consiguió como botín “moros y acémilas”.
La Reconquista definitiva de Abla se produce con ocasión de la campaña que hicieron los reyes Isabel y Fernando desde Almería a Guadix en Diciembre de 1489. De este modo, la población queda incorporada a la corona castellana una vez concertada su entrega con el rey Muley Abdelí "El Zagal", quién rindió la fortaleza a las huestes castellanas, pactándose seguidamente las capitulaciones entre los Reyes Católicos y los mudéjares del lugar:
"Abla"

“Los vecinos de la villa juraron por el Altísimo Creador y por la ley del Corán que serían leales vasallos del Rey y de la reina …”.

Tras la Reconquista, al año siguiente, surge un clima de inestabilidad social que ocasiona en la localidad la sublevación mudéjar de Agosto de 1490, debido al descontento reinante de la población. El levantamiento fue rápidamente sofocado por el marqués de Villena y el alcaide de Fiñana don Álvaro Bazán con el apoyo de las milicias concejiles de Baeza, Úbeda, Jaén, Lorca y otros lugares, que redujeron rápidamente a los insurrectos y restablecieron la estabilidad en la zona.