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Nuestros orígenes

Desde siempre el nombre de Bentarique trajo resonancias de tesoros y riquezas, no sé si por su significado popular de «venta rica» o por el tesoro de los moros encontrado en 1896. El caso es que este topónimo de origen árabe es nombre propio de persona, adjudicado a este lugar porque fue habitado por descendientes de Tariq. Se compone de dos palabras: Ben, forma dialectal andalusí que significa «hijo de» (en árabe clásico, Ben se dice Ibn), y Tariq, nombre propio, siendo esta parte del nombre árabe llamada «nasab».
Aunque el topónimo es árabe, Bentarique como asentamiento cultural quizás tenga un origen más antiguo. Idrisi (geógrafo y cronista musulmán del siglo XII) menciona termas romanas en un manantial salutífero, posiblemente la fuente de la Poznilla o Posnilla, como era conocida. Será en la Edad Media, durante el período musulmán, cuando Bentarique se inscribe dentro de la actividad colonizadora y fundación en el territorio de Urs al-Yaman (nombre de la comarca desde Pechina) de unos 20 castillos en el siglo IX (hacia el año 881), siendo el origen de la alquería como de los restos arqueológicos de las torres que la defendían.

A partir del
siglo XIII y con la reducción de Al Andalus al reino de Granada, Bentarique formará parte de la taha de Marchena (taha, nueva forma administrativa en que los sultanes nazaríes dividieron todo el territorio alpujarreño), en total eran diez lugares, siendo Marchena la fortaleza principal donde habitaba el gobernador, normalmente de la familia al-Nayar o Infantes de Almería. De finales del siglo XV es el tesoro encontrado en Bentarique en 1896, de orfebrería musulmana.
Se componía de un collar de oro, una ajorca de plata y un brazalete, actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid. Tras la rendición de Baza y las Capitulaciones de Almería en 1489, Bentarique deja de ser musulmana, menos su nombre; aparecen edificios de nuevo cuño que simbolizan el nuevo poder entrante, los alminares desaparecen para dar paso a los campanarios, como su iglesia parroquial dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, si bien la patrona es la Virgen del Carmen desde 1885; el antiguo patrón era San Lupo.
Fue construida a principios del siglo XVI, de estilo mudéjar y se inscribe dentro del tipo de iglesias con la cabecera mayor levantada y techumbre de madera con armadura de limabordón. En uno de los laterales exteriores cabe destacar una ventana flanqueada por atauriques de reminiscencias decorativas musulmanas.
La taha de Marchena es concedida por los Reyes Católicos a Don Gutierre de Cárdenas y Chacón en 1494, como recompensa a su ayuda prestada en la Reconquista (en 1656, al quedar sin descendencia don Bernardino de Cárdenas, duque de Maqueda, pasa el señorío al duque de Arcos), conociéndose entonces como señorío de Cárdenas, siendo Huécija la capital.

"Vista general de Bentarique"

El siglo XVI estuvo caracterizado por la rebelión de los moriscos, su derrota y expulsión definitiva en 1570, en detrimento de la economía y demografía del pueblo. Bentarique queda despoblado y los campos desiertos hasta la repoblación de 1574, no recuperando una estabilidad económica y demográfica hasta el siglo XVIII.
El siglo XIX se inicia con la irrupción del liberalismo y la abolición de los señoríos en 1835, siendo el hecho más significativo para Bentarique el nuevo régimen de independencia que se concedía al municipio. Hacia mediados de siglo, debido al cultivo de la uva de Ohanes, hay una recuperación demográfica y económica, reflejada en las nuevas construcciones burguesas llevadas a cabo, sobresaliendo entre ellas el magnífico conjunto neoclásico de la plaza de San José.
Este auge se mantiene hasta el comienzo del actual siglo, en que los conflictos bélicos comprometen al mercado internacional, perjudicando severamente las exportaciones de uva.
Esta dinámica nos llevaría a una fuerte recesión económica y por consiguiente demográfica hasta las postrimerías de los cincuenta.
Iniciándose ya en los sesenta, a través del empeño de sus gentes por retomar su importante significación agrícola y de unos incipientes planes de desarrollo agrícola del régimen anterior, el asentamiento de las bases de una moderna agricultura de la zona que habiéndose puesto poco a poco al día a través del fuerte y sofisticado movimiento cooperativista, nos sitúa en el momento actual con la realidad de estar inmersos en un proceso de ajustes de políticas agrícolas de la Unión Europea, que buscan con afán, aparte de su viabilidad económica, un reforzamiento general del medio rural de cara al siglo XXI.