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Monseñor Justo Mullor García





<p align="justify"><b>Monseñor Justo Mullor García nació en mayo de 1932 en Los Villares,</b> provincia de <b>Jaén, hijo</b> de Modesto Mullor y nieto de Justo Mullor, (El tío Justo de la Solana) perteneciendo, por tanto, a una de <b>las familias mas antiguas y largas de Enix. </b><br>
Tras residir en diferentes lugares, fallece su padre y se traslada con su madre a vivir a Almería, manteniendo una estrecha relación con nuestro Pueblo.<br>

<b>Tras su paso por el Seminario Diocesano de Almería, se traslada a Roma,</b> donde estudia en el Colegio Español, la Universidad Gregoriana e ingresa, en 1957, como alumno en la Pontificia Academia Eclesiástica, que hoy preside.
<b>Vive en Roma el mayor acontecimiento de la Era Moderna en el ámbito de la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano Segundo, </b>convocado por Juan XXIII en 1962 y clausurado por Pablo VI en 1965,<b> significó una profunda renovación de la Iglesia y su apertura dialogante al mundo moderno.</b><br>
A partir de 1967 se inicia una vida dedicada a la representación de la Iglesia Católica, en diferentes países, ante Estados y Organizaciones Internacionales, una vida que, vista desde el exterior, solo puede ser calificada como apasionante.<b> Sus primeros destinos en el exterior son la Nunciatura Apostólica de Bélgica </b>y, mas tarde, en 1970 la de Lisboa, hasta 1975, en que es nombrado <b>Observador Permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa,</b> cargo en el que permanece durante cuatro años, y desde el que <b>tiene ocasión de ser testigo de la incorporación de España y Portugal a dicho Organismo. </b><br>
En 1979 es nombrado Nuncio Apostólico en Costa de Marfil, Burkina Fasso y Níger, y, asimismo, en mayo de ese año es nombrado Arzobispo de Mérida Augusta.
<b>Tras seis años de permanencia en Africa, vuelve a Europa como Observador Permanente de la Santa Sede ante la sede de las Naciones Unidas en Ginebra</b>, en la cual, como el mismo ha manifestado en alguna ocasión, no solo fue representante del Vaticano, sino que también tuvo que prestar su voz a aquellos países mas pobres, que no podían permitirse mantener una representación permanente ante dicha Institución. <br>
Resulta necesario hacer una especial mención a su intervención a favor de la independencia de los países bálticos, siendo el único embajador que, al producirse la crisis de 1991, en la que murieron catorce personas en Lituania, pidió expresamente la independencia para Estonia, Letonia y Lituania, hasta entonces ocupadas militarmente por la Unión Sovietica. <br>
<b>Es en ese año, 1991, cuando es nombrado Nuncio Apostólico en Estonia, Letonia y Lituania, siendo el primer embajador en presentar sus cartas credenciales ante el estado de Lituania.</b> En estos países ha de realizar una autentica labor de reconstrucción de la Iglesia Católica, tras mas de cuarenta años de ocupación soviética, organizó la visita del Papa en 1993 y trabajó incansablemente en pro de la integración en Europa de las tres repúblicas bálticas, cuyo futuro, nunca se cansó de repetir, estaba en Europa. De la importancia de su labor en aquellos países y de la trascendencia que para ellos tuvo, da cuenta la presencia hoy aquí de los señores Embajadores de Letonia y Lituania en Madrid y del señor Cónsul General de Estonia. <br>
<b>De un destino difícil, política y diplomáticamente, pasa en 1997 a otro aun mas complicado, la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en México,</b> un país del tamaño de un continente, con ochenta y cuatro diócesis, una situación política compleja, en plena ebullición del conflicto de Chiapas y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional y una división social importante que afectaba, incluso a la propia Iglesia Católica. <br>
<b>En sus tres años de permanencia al frente de la Nunciatura, visita setenta diócesis, demostrando claramente que, como el mismo declaró a su llegada al país, “al representante del Papa le interesan mucho mas las personas que la política”, </b>organiza la visita del Papa y trabaja intensamente en la normalización de las relaciones entre la Iglesia y el Estado Mexicano, realizando una labor que, el propio gobierno mexicano, define como seria, calificada, inteligente, prudente y sensata. <br>
<b>En febrero de 2000 se hace público su nombramiento como Presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica, la Escuela Diplomática del Vaticano, cargo al que se incorpora en abril de ese año y en el que permanece actualmente.</b> Tras una vida dedicada a la diplomacia, el Papa lo responsabiliza de la formación de los futuros diplomáticos del Vaticano, no hace falta ser un lince para deducir que no es por casualidad, la lógica nos dice que para formar a los futuros diplomáticos se habrá escogido a uno de los mejores diplomáticos.<br>
En el año 2001 participa, por nombramiento directo del Papa en la Asamblea General del Sínodo de los Obispos, siendo uno de los quince españoles que participaron en el mismo.
<b>Nada mejor para terminar esta reseña biográfica que las palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II el día 26 de abril de 2001,</b> en su visita a la Pontificia Academia Eclesiástica, con motivo de su tercer centenario.En su discurso el Pontífice dice:<b> “Los valores que la diplomacia pontificia ha defendido desde siempre se centran principalmente en el ejercicio de la libertad religiosa y en la tutela de los derechos de la Iglesia. Estos temas siguen siendo actuales en nuestros días y, al mismo tiempo, la atención del representante pontificio se orienta cada vez más, de modo especial en los foros internacionales, hacia otras cuestiones humanas y sociales de gran alcance moral. Hoy urge sobretodo la defensa del hombre y de la imagen de Dios que hay en el. Estáis llamados a ser portadores de valores humanos que tienen su fuente en el Evangelio, según el cual todo hombre es un hermano al que hay que respetar y amar".</b></p><br><br>

HOMENAJE







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