AtrasAdelante


Un paseo por el Pueblo

Para visitar Mojácar hay que olvidarse del coche y disfrutar del encanto de su medieval arquitectura Árabe.
Situados en el Mirador de la Plaza Nueva, dominamos una impresionante vista del Valle de las Pirámides, desde aquí, podemos ver cómo Mojácar la Vieja, primer asentamiento prehistórico de Mojácar, se sitúa junto al río aguas, el cual desemboca en la laguna, espacio natural protegido, en la playa de Mojácar.
En la plaza encontramos la Ermita de los Dolores, del siglo XVIII, privada.


Desde allí la cuesta del Mirador del Castillo, parte hacia la zona más elevada de la ciudad. Bien merece disfrutar unos minutos de tan majestuosa panorámica sobre la costa mojaquera, antes de descender de nuevo a la Plaza dónde partimos hacia la calle Alcalde Jacinto, que nos conduce ante la Iglesia de Santa María, de 1560, antigua fortaleza de grandes sillares de piedra y cuyo interior, sobrio, está abierto en hora de culto.
Ante la Iglesia, la estatua a la Mojaquera, realizada en mármol blanco, ataviada con el traje típico, sostiene el pañuelo árabe con los dientes y porta el cántaro que se utilizaba para, desde la Fuente, abastecer las casas de agua. Bordeando la iglesia, encontramos una escalera de piedra que desciende hacia la Plaza del Parterre, antiguo cementerio árabe y Calle En medio, que sigue el recorrido de la muralla que antaño rodeaba todo el cono superior de la ciudad.

Llegamos a la Plaza del Ayuntamiento, con su magnífico y centenario árbol, traído por un emigrante desde las Américas. Nos acercamos a la Puerta de la Ciudad, (puerta de la Almedina, cómo reza su inscripción árabe) arco de medio punto, de 1574, que sustenta el escudo de Mojácar (el águila bicéfala de la casa de los Austria, premio a la lealtad demostrada en la batalla de 1488). Junto al arco, Casa del Torreón, de airosa arquitectura, antiguo aposento del cobro de “los impuestos de puerta”. Su traza actual del siglo XVIII.


Desde aquí llegamos a la Plaza Flores, desde dónde nos podremos adentrar en el arrabal, antiguo barrio judío, de laberínticas calles, llenas de encanto, o bien retroceder a través del arco y rodear Mojácar por la calle Guardia, Puntica y Embajadores de preciosas vistas al mar, o descender por la Cuesta de la Fuente, bellísima y empinada calle que nos conduciría, (si estamos en forma para soportar el regreso) por el camino antiguo hasta la Fuente mora, remodelada en este siglo, las mujeres aún lavan al atardecer, a la antigua usanza sus ropas a mano. Desde sus antiquísimos 12 caños mana un agua riquísima. Un importante retazo de la historia de Mojácar, está reflejada en la lápida de inscripción.



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