| | | Un homosexual cincuentón, vestidor de una Virgen andaluza negra de un pueblo del sur andaluz, ante su inminente acercamiento a una edad delicada, hace balance de su existencia con su confidente del alma, la Virgen que cada día escucha y soporta las alegrías y las penas de este ser encarcelado por si mismo en una vida llena de contrastes tan disparatados como el color de su Virgen y la blancura del Niño que porta.
Un espectáculo dividido en tres etapas del personaje, su niñez, su juventud, y el resultado de esas dos etapas en la actual, plasmados en el escenario en tres momentos del día, la mañana, la tarde y la noche. Días de estaciones distintas, la primavera, el verano y el otoño, envueltos en la iluminación que en las capillas se cuelan en esos diferentes horarios y épocas del año.
Alfredito, interpretado por Ramón Rivero, nos lleva de la mano por la Andalucía mas divertida, mas canalla y mas desoladora, siempre bajo la mirada de su madre, bajo la protección de su Virgen y el desamparo de su padre, los abandonos de sus amores, las amistades contadas, las batallas ganadas y las guerras perdidas, una niñez muy adulta, una juventud desorientada y una madurez infantil.
Alfredo confiesa ante su Patrona secretos inconfesables, unos secretos tan fuertes y profundos como los que esconde la figura de su Virgen, que él sabe, nunca vino de donde vino, ni nunca fue donde fue, secretos a voces, verdades a medias y mentiras que convierten en engaño toda la existencia de las personas que se arrodillan ante su religiosa presencia.
Una tragicomedia andaluza, una comunión privada entre el autor, el actor y la Virgen que los ampara… ¿O no? | |