 |  | | El arte de trabajar la madera es muy desconocido para la gran mayoría, pese a estar presente cotidianamente en nuestras vidas. Ciertamente la modernidad ha dado paso a otros materiales (acero, aluminio, plástico,…) que han relegado parcialmente todo un mundo de madera. Desde nuestras propias casas (cerramientos de puertas, ventanas, pasamanería, celosías, tarimas, suelos, cierres de balcón,…) hasta el mobiliario más singular, cientos de formas y piezas han pasado por manos expertas. No hay duda que en el ámbito de lo público la madera continuó acompañándonos desde un bastón tallado, los complementos de un coche de caballos, mobiliario de establecimientos,… Y continúa perseverando en todo el mundo de la imaginería, sea de devoción o procesión; tronos y pasos; en el arte mobiliar de nuestros templos, …
No cabe duda que antaño la especificidad de muchas de las tareas de la madera dio origen a un sinfín de profesiones que iban desde los carpinteros, tapiceros, ebanistas, tallistas, imagineros, retablistas, ensambladores hasta los escultores. Junto a ellos los policromadores, doradores, bruñidores, estofadores, pintores, etc. completaban una legión de profesionales que atesoraban una tecnología específica que queda muy lejos de conocerse. Técnicas, instrumentos, formas de trabajar, materiales de trabajo, etc. se dieron cita en un sinfín de elementos que sólo las sabias manos expertas podían ejecutar. Llenos de sentido artístico estos profesionales han llenado toda una vida, cotidiana o extraordinaria, que merece la pena conocerse. Antaño todos estos profesionales tendían a concentrarse en muy pocos puntos, generalmente en el ámbito urbano, puesto que era la ciudad la que mayor demandaba de sus servicios.
Lejos de acabar el trabajo una vez ejecutada la obra, el tiempo hizo que muchas de las piezas creadas requirieran su restauración. La madera es un material vivo y el paso del tiempo la hace evolucionar, requiriendo con los años un mantenimiento o restauración. Es en esta segunda faceta donde estos mismos artesanos, e incluso otros nuevos especializados (restauradores) entran en juego, creando así todo un mundo de posibilidades. El IEA entre sus vecinos cuenta con Francisco Javier Arcos Quero, cuyo taller se ubica en la calle Lope de Vega, y en donde durante muchos años ha servido, y sirve, a la ciudadanía con su buen hacer. Razón de más para que el Instituto desee profundizar en el conocimiento de un arte que tenemos tan cerca y a veces tan lejos de nuestro conocimiento.
Por desconocido que nos pueda parecer este arte, no debemos entender que desaparece, pues ciertamente hoy día el arte de la madera y restauración continua existiendo. Bien es cierto que compite con la producción en serie y venta rápida y consumista -que ha desplazado prácticamente el trabajo individual y específico de la pieza de madera- y con los nuevos materiales indelebles. Sin embargo el futuro está asegurado, no sólo porque todavía continúa existiendo su demanda -de forma minoritaria en el arte suntuario doméstico y, con carácter público, en el arte religioso, única faceta que se mantiene en niveles óptimos- sino porque sobretodo en restauración se han mejorado en algunos pasos gracias a las nuevas técnicas y materiales. Y ciertamente nuevas promesas continúan tomando el testigo en estos saberes en la provincia, al igual que una demanda bien afianzada y sensibilizada con este tesoro artístico, ofrece una mirada de futuro para seguir contemplando y disfrutando con el arte de la madera.
Coordinador
Valeriano Sánchez Ramos
Departamento de Historia del Instituto de Estudios Almerienses
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