| Hay miradas que incendian las noches y los días, que trepan por los cuerpos y acarician y descansan y someten y alargan el compás, que rasgan el aire como el son de una fácil melodía y se entretienen, te entretienen, con el brillo de lo ajeno reflejado en el espejo de una dicha pasajera.
Hay miradas limpias, soñadoras, anudadas al tiempo, fijas, temblorosas, de cartón piedra, de cilantro, turbias, apretadas, miradas desde arriba y desde abajo, encintas de amor y por amor extintas, miradas ateridas por el frío, por la lluvia mojadas y por el sol tendidas hacia el cielo enrojecido.
Hay cientos y miles de miradas, millones y aún más… Pues de entre tantas, yo me quedo con apenas ocho que en otro marzo y en otro año, éste de 2008, y ya van dos, arrojan rectitud y valentía, la prosa enaltecida de sus telas y la vieja y nueva reivindicación, que no es la de ser mujeres, que lo son, sino la de ser pintoras y mujeres, poseedoras del mayor de los secretos, aquél con el que cada año se entregan al placer de ser miradas por otros ojos, curiosos, interrogantes, generosos y cómplices, los del espectador.
Jesús Martínez, miembro del grupo literario “Batarro”. | |