A principios del año 2013, la viuda y los hijos de Francisco Capulino-Pérez Lanuza, ‘Capuleto’ (Almería, 1928-2009), decidían ceder a la Fundación Museo Casa Ibáñez toda la colección particular que el artista conservaba en su casa-estudio de La Morajela (Madrid). Un legado de más de ochenta cuadros y dibujos del pintor almeriense.
Con motivo de aquella cesión, desde la Fundación se ponían en marcha una serie de actuaciones dirigidas al reconocimiento y puesta en valor de la obra de Capuleto. Uno de los principales valores de la pintura contemporánea almeriense y una de las figuras relevantes del arte español de los años cuarenta y cincuenta. Momento en el que, al margen de las muestras en las que compartiría protagonismo con sus compañeros indalianos, sería seleccionado para exponer en el Salón de los Once; en varias de las Exposiciones Antológicas organizadas por la Academia Breve de Crítica de Arte; en la I Bienal Hispanoamericana celebrada en Madrid (1951); o en las Bienales de Alejandría (1955) y Sao Paulo (1957), convocatoria ésta donde representaría a España junto a Oteiza, Tàpies, Feito, Rivera, Millares, Planes, Vento y Guinovart.
La primera de las actuaciones proyectadas conllevaría la apertura de una sala permanente dedicada al artista en el Museo Casa Ibáñez de Olula del Río. La siguiente, la producción de una exposición que permitiese a todos los almerienses disfrutar de la obra de Capuleto. Un amante fiel de la pintura, para el cual la importancia residía en el oficio alejado de artificios innecesarios; en el cómo y no en el qué se pintaba.
Ahora, cuando se cumplen diecinueve años de su última muestra individual, celebrada en Almería en 1995; cinco del fallecimiento del artista, en noviembre de 2009; cuatro de la publicación de la Entrevista a Capuleto (IEA, 2010) en la que éste confesaba su deseo de hacer una exposición antológica; y algo más de uno desde que el “legado Capuleto” llegase al Museo de Olula del Río, se materializa el proyecto expositivo que la colección cedida por la familia Capulino Jaramillo inspirase a los responsables de la pinacoteca almanzorí.
Una muestra que llega a Almería gracias al patrocinio de la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de la ciudad, y a la generosidad de la familia del artista y los coleccionistas privados que han colaborado cediendo altruistamente sus pequeños tesoros. Una suma de sinergias que ha posibilitado que, desde noviembre hasta enero, todos podamos disfrutar de la obra de Capuleto en el Patio de Luces de la Diputación y en el Centro de Arte Museo de Almería (CAMA).
Dos espacios expositivos que acogerán un total de ciento dieciocho obras realizadas por Capuleto entre 1936 y 2004. Una amplia selección que en el caso de la propuesta realizada para el Patio de Luces (1936-1969) nos permitirá conocer los inicios de un pintor cuyas búsquedas y experimentaciones le llevarán, sin perder nunca su marcada personalidad y su interés por la humanización de la pintura, a cambiar de registro con facilidad. Una propuesta que se continuará a través de las obras exhibidas en el Centro de Arte Museo de Almería (1973-2004), espacio en el que el visitante tendrá oportunidad de descubrir la última etapa creativa del artista. Todo ello a través de obras que nos hablan, técnica y temáticamente, de sus obsesiones y sus preferencias; de su amor a la pintura como necesidad vital, como lenguaje esencial con el que transmitir sus sentimientos y pensamientos más íntimos.
En definitiva, una selección que permitirá al visitante a estas exposiciones identificar los temas recurrentes (escenas y elementos cotidianos, calaveras, bodegones de carnicería, camas de hospital, el estudio del pintor y figuras en interiores) y las diferentes etapas creativas de un artista cuya exploración del medio y la profesión sería continua, y en ocasiones dramática. Un creador, siempre interesado por la pintura como forma de expresión per se, cuyos referentes inmediatos fueron, como reconociese siempre que tuviese oportunidad, Velázquez, Vermeer, Cezanne y Matisse. Cuatro pintores que, como el propio Capuleto, “observan la vida”.
Juan Manuel Martín Robles
Comisario de la exposición