Salón de Actos del Instituto de Estudios Almerienses. Jueves, 17 de enero de 2019. A las 20:00 horas
Enfrentarse de nuevo con los poemas del libro Gadea, de Domingo Nicolás, es renovar la alegría de cuando, tan justa y acertadamente, en el año 2008, le fue concedido el codiciado premio Rafael Morales. Y, sobre todo, alegría por el gozoso esfuerzo de escalar esta poesía de altura.
Veo en Gadea una honda meditación que, proyectada en un alter ego, transcurre bordeando o adentrándose en temas que confluyen en la razón última del ser humano. Acercándose a la mística en ciertos momentos, dichos temas son siempre de sumo interés, como aquellos en los que aborda un sincretismo entre la naturaleza (panteísmo) y otras religiones, o en los que se percibe el aliento de diversas culturas: la histórica, la literaria, la musical… Baste, como ejemplo, un poema en el que se aparecen, fundidas, mitología griega, -Perseo, Acrisio- y religión cristiana –San Agustín.
Siempre como visión personal y lejos de cualquier tentación crítica, también percibo una voluntad de eliminar lo superfluo en el poema y una riqueza en el lenguaje que es poco frecuente y que llega a forzarse a veces hasta el neologismo, para conseguir un bello efecto en la expresión.
Deseo y espero que estas breves palabras sirvan a mi viejo amigo como aliento y estímulo en su labor creadora.
Rafael Guillén.
DOMINGO NICOLÁS
En Murcia vio Domingo Nicolás el verde de la hierba y de la huerta a finales de 1937, mientras fragores de lucha santa se oían sobre el campo ibero.
Descubre luego el sur: Lo que sí recuerdo imborrablemente fue cuando llegué a la estación de ferrocarril de Almería por primera vez. Era un día con luminosidad inolvidable y yo muy niño. La luz me fascinó.
Capuchinos, Valencia, Instituto Alfonso X, Murcia, Málaga... le abren los ojos a la luz de la palabra. Preparado, tal vez, para la vida, inicia su travesía del desierto. Trabaja en cuanto puede y hasta enseña matemáticas por tierras catalanas.
A impulsos dictados por la tristeza, proyecta su vivir sobre el papel vacío. Todos los tanteos se concretan cuando un punzante dolor le roba ilusiones y esperanzas. Malola (1976) es el llanto que no nace de la lágrima por miedo a su fugaz presencia: nace del alma hasta la página para que nada quede solo ante el recuerdo.
El tiempo en su veloz carrera lleva la serenidad al ánimo cansado, Elegía Cantada (1984) es un remanso, un alto en el camino, un poco de todo lo importante, amor, esperanza, tiempo, vida, muerte.
Y ya, cuando camina hacia la edad madura, Itémpora (Finalista Premio Miguel Hernández), comienza a ser recuerdo: se viste de nostalgias y evoca una amistad intensa que quizá no existe.
Ha encontrado la voz de Domingo Nicolás, calladamente y al cabo de las luchas, el sendero fácil hacia la palabra plena.
José Luis Muñío
Universidad de Almería
Los siguientes títulos constituyen, entre otros, parte de su obra poética editada: Malola, S. Publicaciones Caja de Ahorros de Almería, 1976; Elegía Cantada, Editorial Cajal, Almería 1984; Itémpora, Colección Alfaix, Almería, 1978; Trilogía Inicial, Colección CREACIÓN, Editorial Godoy, Murcia, 1987; Ala de Navidad, Colección PLATAFORMA, Almería 1998; Soledad del Espejo,Colección ALHUCEMA, Almería, 1999; Gadea, Colección MELIBEA, Ayuntamiento de Talavera de la Reina, Toledo, 2009; Los espacios del tiempo, Colección LETRAS, IEA, Almería 2011; Del Cántico y El Vuelo, Colección POEMARIOS, Arráez Editores, Almería, 2011; Malola, reedición, Colección LETRAS, IEA 2013; Bestiario de los Filabres, Colección LETRAS, IEA 2015.