Este trabajo restituye una injusticia histórica sostenida en el tiempo por falta de investigación. Hay pruebas suficientes para demostrar que el navegante almeriense, natural de Berja, Lorenzo Ferrer Maldonado (1557-1625) descubrió en 1588 el paso del Noroeste y el Estrecho de Anián, actual estrecho de Bering, anticipándose a los descubridores Roald Amundsen y Vitus Bering, respectivamente.
Esta investigación aporta las pruebas que demuestran que Lorenzo Ferrer navegó por el océano Glacial Ártico, un viaje silenciado en su momento por diversas razones, entre otras, por la dura rivalidad entre los geógrafos y cosmógrafos de su tiempo y, sobre todo, la consideración de este descubrimiento como un secreto de Estado dentro de la óptica geoestratégica de la corona española del siglo XVII.
La Corona española, por interés de estado, sostuvo como Tierra Ignota el norte del continente americano, con el objeto de evitar, entre otras razones, la intrusión extranjera en el llamado “Lago Español”, nombre con el que se conoció al océano Pacífico. La cartografía hispánica sostuvo siempre el paso del Noroeste y el llamado estrecho de Anián como un mito geográfico.
Los primeros acercamientos científicos del siglo XVIII sobre el viaje de Ferrer crearon dos corrientes: la española, que sostuvo la imposibilidad de la travesía, y, la extranjera, especialmente francesa (aunque hubo también algunos españoles) que valoró posible este periplo por las gélidas aguas de Canadá y Alaska. Hoy día, con el análisis que aportamos se demuestra que Ferrer navegó y exploró la región boreal.
Este logro anula la versión tradicional sostenida por varios eruditos sobre la falsedad de este viaje y encumbraría al almeriense entre los grandes descubridores del s. XVI, estando a la altura, por ejemplo, de Vasco Núñez de Balboa o Fernando de Magallanes, al tratarse del primer navegante que estuvo y regresó para escribir sobre una Tierra Ignota (también llamada Terra Frígida o Terra Corterealis).
Existen pruebas fehacientes y verificables tanto geográficas, como biológicas y de otra índole, que evidencian que la memoria de navegación que éste almeriense presentó en 1609 al Consejo de Estado y al propio Felipe III, no era falsa, demostrando con claridad que estuvo en aquellos espacios.
El aporte documental que se presenta, fruto de varios años de investigación y basado en una constante interdisciplinariedad, coteja la Relación de Ferrer con la realidad física de la zona, reafirmando esta injusticia histórica y verificando los hechos: el almeriense navegó en 1588 por tierras ignotas de suma importancia para el interés estratégico de aquella época. Los estudios historiográficos actuales sobre los lenguajes encriptados, secretos de estado y ocultamiento de los descubrimientos, demuestran la compleja red de información que el almirantazgo español manejaba para proteger el monopolio de las tierras de su jurisdicción y evitar la intromisión extranjera en sus dominios.
Las descripciones geográficas y biológicas que Lorenzo Ferrer dejó escritas y dibujadas en su memoria de viaje sobre el paso del Noroeste y el actual estrecho de Bering son sorprendentes por su enorme parecido con la realidad física de estos remotos lugares.
Aspectos dinámicos, como corrientes, dirección e intensidad de los vientos o aspectos geográficos, como la disposición y fisionomía topográfica de determinados elementos del paisaje son claramente verificables.
La flora y fauna que describe es igualmente demostrable, tal es el caso de determinadas especies vegetales o de especies zoológicas nunca antes descritas. Del mismo modo las referencias a la fauna marina del lugar son asombrosas, como las manadas de ballenas y sus movimientos migratorios, la existencia del endémico cangrejo gigante de Alaska o de otras especies de la ictiofauna de la zona.
La distribución de montañas y llanos, humedales costeros, alturas sobre el nivel del mar de los promontorios que jalonan el estrecho, disposición de ríos, ensenadas e islas, sorprenden por su exactitud descriptiva, así como la localización de hábitats humanos como es el caso de las tribus nativas de Koriacos y Chukchis en la península asiática de Chukotka, cuando nadie hasta entonces había visitado este lejano lugar.
Si bien es verdad, que Lorenzo Ferrer Maldonado fue un hombre polémico para su tiempo, también lo es que su condición de alquimista y un lamentable proceso por falsificación documental perseguido por la Chancillería de Granada, le creó una imagen de la que jamás pudo zafarse, tirando por tierra todo lo conseguido con anterioridad, entre lo que se encontraba su viaje hasta aguas del Ártico y el descubrimiento del estrecho de Anián, actual Bering.
Su amistad personal con la máxima autoridad política del momento, representada por don Rodrigo Calderón y el duque de Lerma, provocó que el secretario de estado García de Silva y Figueroa, de la facción opuesta al valido del Rey, desestimara su solicitud para repetir el viaje con fondos de la Corona. Nuevamente la razón de Estado pesó más que cualquier otro interés.
El capitán Ferrer, un hombre polifacético, ha tenido numerosos detractores a lo largo del tiempo. Entre ellos, el más destacado fue el prestigioso marino Martín Fernández Navarrete, quien a principios del siglo XIX tildó su memoria de viaje como apócrifa o el propio Alejandro Malaspina quien buscó infructuosamente a finales del siglo XVIII el estrecho de Anián siguiendo la relación presentada por Ferrer dos siglos atrás.
La elaboración de diversos libros e inventos náuticos demuestran la erudición científica del capitán almeriense, logros que han sido rescatados con el paso del tiempo por su valor científico y originalidad.
Su periplo fue recuperado para la Europa sabia gracias al célebre geógrafo francés Jean Nicolás Buache y al científico italiano Carlo Amoretti quienes creyeron en él e intentaron demostrar la veracidad de su viaje, impulsos que fueron rechazados sistemáticamente por los eruditos españoles.
Esta situación de olvido y silencio, cuando no de distorsiones históricas como su propia naturaleza almeriense o erudición científica, ha llegado hasta la actualidad, sin investigaciones precisas y detalladas sobre este viaje o la comprobación de su propio relato a la luz de las nuevas investigaciones actuales en diversos campos, y que hubieran dado luz sobre sus afirmaciones, precisamente por tratarse de zonas ignotas.
Este trabajo –realizado por almerienses, en tierras almerienses y sobre un personaje histórico almeriense- que, en breve aparecerá publicado por el Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación de Almería, analiza con detalle este periplo, dando como conclusión y resultado final la veracidad del viaje de Lorenzo Ferrer por el Ártico. Con ello se pretende restituir a este personaje en la Historia y demostrar que su descubrimiento se anticipó varios siglos a las expediciones de Bering, Cook y Amundsen, con todo lo que ello supone para la historia de la cultura en sus múltiples dimensiones y la historia de la Humanidad, constituyéndose en una aportación almeriense que, estimamos, de gran relevancia.
Valeriano Sánchez Ramos
Alfonso Viciana Martínez-Lage
Este trabajo restituye una injusticia histórica sostenida en el tiempo por falta de investigación. Hay pruebas suficientes para demostrar que el navegante almeriense, natural de Berja, Lorenzo Ferrer Maldonado (1557-1625) descubrió en 1588 el paso del Noroeste y el Estrecho de Anián, actual estrecho de Bering, anticipándose a los descubridores Roald Amundsen y Vitus Bering, respectivamente.
Esta investigación aporta las pruebas que demuestran que Lorenzo Ferrer navegó por el océano Glacial Ártico, un viaje silenciado en su momento por diversas razones, entre otras, por la dura rivalidad entre los geógrafos y cosmógrafos de su tiempo y, sobre todo, la consideración de este descubrimiento como un secreto de Estado dentro de la óptica geoestratégica de la corona española del siglo XVII.
La Corona española, por interés de estado, sostuvo como Tierra Ignota el norte del continente americano, con el objeto de evitar, entre otras razones, la intrusión extranjera en el llamado “Lago Español”, nombre con el que se conoció al océano Pacífico. La cartografía hispánica sostuvo siempre el paso del Noroeste y el llamado estrecho de Anián como un mito geográfico.
Los primeros acercamientos científicos del siglo XVIII sobre el viaje de Ferrer crearon dos corrientes: la española, que sostuvo la imposibilidad de la travesía, y, la extranjera, especialmente francesa (aunque hubo también algunos españoles) que valoró posible este periplo por las gélidas aguas de Canadá y Alaska. Hoy día, con el análisis que aportamos se demuestra que Ferrer navegó y exploró la región boreal.
Este logro anula la versión tradicional sostenida por varios eruditos sobre la falsedad de este viaje y encumbraría al almeriense entre los grandes descubridores del s. XVI, estando a la altura, por ejemplo, de Vasco Núñez de Balboa o Fernando de Magallanes, al tratarse del primer navegante que estuvo y regresó para escribir sobre una Tierra Ignota (también llamada Terra Frígida o Terra Corterealis).
Existen pruebas fehacientes y verificables tanto geográficas, como biológicas y de otra índole, que evidencian que la memoria de navegación que éste almeriense presentó en 1609 al Consejo de Estado y al propio Felipe III, no era falsa, demostrando con claridad que estuvo en aquellos espacios.
El aporte documental que se presenta, fruto de varios años de investigación y basado en una constante interdisciplinariedad, coteja la Relación de Ferrer con la realidad física de la zona, reafirmando esta injusticia histórica y verificando los hechos: el almeriense navegó en 1588 por tierras ignotas de suma importancia para el interés estratégico de aquella época. Los estudios historiográficos actuales sobre los lenguajes encriptados, secretos de estado y ocultamiento de los descubrimientos, demuestran la compleja red de información que el almirantazgo español manejaba para proteger el monopolio de las tierras de su jurisdicción y evitar la intromisión extranjera en sus dominios.
Las descripciones geográficas y biológicas que Lorenzo Ferrer dejó escritas y dibujadas en su memoria de viaje sobre el paso del Noroeste y el actual estrecho de Bering son sorprendentes por su enorme parecido con la realidad física de estos remotos lugares.
Aspectos dinámicos, como corrientes, dirección e intensidad de los vientos o aspectos geográficos, como la disposición y fisionomía topográfica de determinados elementos del paisaje son claramente verificables.
La flora y fauna que describe es igualmente demostrable, tal es el caso de determinadas especies vegetales o de especies zoológicas nunca antes descritas. Del mismo modo las referencias a la fauna marina del lugar son asombrosas, como las manadas de ballenas y sus movimientos migratorios, la existencia del endémico cangrejo gigante de Alaska o de otras especies de la ictiofauna de la zona.
La distribución de montañas y llanos, humedales costeros, alturas sobre el nivel del mar de los promontorios que jalonan el estrecho, disposición de ríos, ensenadas e islas, sorprenden por su exactitud descriptiva, así como la localización de hábitats humanos como es el caso de las tribus nativas de Koriacos y Chukchis en la península asiática de Chukotka, cuando nadie hasta entonces había visitado este lejano lugar.
Si bien es verdad, que Lorenzo Ferrer Maldonado fue un hombre polémico para su tiempo, también lo es que su condición de alquimista y un lamentable proceso por falsificación documental perseguido por la Chancillería de Granada, le creó una imagen de la que jamás pudo zafarse, tirando por tierra todo lo conseguido con anterioridad, entre lo que se encontraba su viaje hasta aguas del Ártico y el descubrimiento del estrecho de Anián, actual Bering.
Su amistad personal con la máxima autoridad política del momento, representada por don Rodrigo Calderón y el duque de Lerma, provocó que el secretario de estado García de Silva y Figueroa, de la facción opuesta al valido del Rey, desestimara su solicitud para repetir el viaje con fondos de la Corona. Nuevamente la razón de Estado pesó más que cualquier otro interés.
El capitán Ferrer, un hombre polifacético, ha tenido numerosos detractores a lo largo del tiempo. Entre ellos, el más destacado fue el prestigioso marino Martín Fernández Navarrete, quien a principios del siglo XIX tildó su memoria de viaje como apócrifa o el propio Alejandro Malaspina quien buscó infructuosamente a finales del siglo XVIII el estrecho de Anián siguiendo la relación presentada por Ferrer dos siglos atrás.
La elaboración de diversos libros e inventos náuticos demuestran la erudición científica del capitán almeriense, logros que han sido rescatados con el paso del tiempo por su valor científico y originalidad.
Su periplo fue recuperado para la Europa sabia gracias al célebre geógrafo francés Jean Nicolás Buache y al científico italiano Carlo Amoretti quienes creyeron en él e intentaron demostrar la veracidad de su viaje, impulsos que fueron rechazados sistemáticamente por los eruditos españoles.
Esta situación de olvido y silencio, cuando no de distorsiones históricas como su propia naturaleza almeriense o erudición científica, ha llegado hasta la actualidad, sin investigaciones precisas y detalladas sobre este viaje o la comprobación de su propio relato a la luz de las nuevas investigaciones actuales en diversos campos, y que hubieran dado luz sobre sus afirmaciones, precisamente por tratarse de zonas ignotas.
Este trabajo –realizado por almerienses, en tierras almerienses y sobre un personaje histórico almeriense- que, en breve aparecerá publicado por el Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación de Almería, analiza con detalle este periplo, dando como conclusión y resultado final la veracidad del viaje de Lorenzo Ferrer por el Ártico. Con ello se pretende restituir a este personaje en la Historia y demostrar que su descubrimiento se anticipó varios siglos a las expediciones de Bering, Cook y Amundsen, con todo lo que ello supone para la historia de la cultura en sus múltiples dimensiones y la historia de la Humanidad, constituyéndose en una aportación almeriense que, estimamos, de gran relevancia.
Valeriano Sánchez Ramos
Alfonso Viciana Martínez-Lage
Este trabajo restituye una injusticia histórica sostenida en el tiempo por falta de investigación. Hay pruebas suficientes para demostrar que el navegante almeriense, natural de Berja, Lorenzo Ferrer Maldonado (1557-1625) descubrió en 1588 el paso del Noroeste y el Estrecho de Anián, actual estrecho de Bering, anticipándose a los descubridores Roald Amundsen y Vitus Bering, respectivamente.
Esta investigación aporta las pruebas que demuestran que Lorenzo Ferrer navegó por el océano Glacial Ártico, un viaje silenciado en su momento por diversas razones, entre otras, por la dura rivalidad entre los geógrafos y cosmógrafos de su tiempo y, sobre todo, la consideración de este descubrimiento como un secreto de Estado dentro de la óptica geoestratégica de la corona española del siglo XVII.
La Corona española, por interés de estado, sostuvo como Tierra Ignota el norte del continente americano, con el objeto de evitar, entre otras razones, la intrusión extranjera en el llamado “Lago Español”, nombre con el que se conoció al océano Pacífico. La cartografía hispánica sostuvo siempre el paso del Noroeste y el llamado estrecho de Anián como un mito geográfico.
Los primeros acercamientos científicos del siglo XVIII sobre el viaje de Ferrer crearon dos corrientes: la española, que sostuvo la imposibilidad de la travesía, y, la extranjera, especialmente francesa (aunque hubo también algunos españoles) que valoró posible este periplo por las gélidas aguas de Canadá y Alaska. Hoy día, con el análisis que aportamos se demuestra que Ferrer navegó y exploró la región boreal.
Este logro anula la versión tradicional sostenida por varios eruditos sobre la falsedad de este viaje y encumbraría al almeriense entre los grandes descubridores del s. XVI, estando a la altura, por ejemplo, de Vasco Núñez de Balboa o Fernando de Magallanes, al tratarse del primer navegante que estuvo y regresó para escribir sobre una Tierra Ignota (también llamada Terra Frígida o Terra Corterealis).
Existen pruebas fehacientes y verificables tanto geográficas, como biológicas y de otra índole, que evidencian que la memoria de navegación que éste almeriense presentó en 1609 al Consejo de Estado y al propio Felipe III, no era falsa, demostrando con claridad que estuvo en aquellos espacios.
El aporte documental que se presenta, fruto de varios años de investigación y basado en una constante interdisciplinariedad, coteja la Relación de Ferrer con la realidad física de la zona, reafirmando esta injusticia histórica y verificando los hechos: el almeriense navegó en 1588 por tierras ignotas de suma importancia para el interés estratégico de aquella época. Los estudios historiográficos actuales sobre los lenguajes encriptados, secretos de estado y ocultamiento de los descubrimientos, demuestran la compleja red de información que el almirantazgo español manejaba para proteger el monopolio de las tierras de su jurisdicción y evitar la intromisión extranjera en sus dominios.
Las descripciones geográficas y biológicas que Lorenzo Ferrer dejó escritas y dibujadas en su memoria de viaje sobre el paso del Noroeste y el actual estrecho de Bering son sorprendentes por su enorme parecido con la realidad física de estos remotos lugares.
Aspectos dinámicos, como corrientes, dirección e intensidad de los vientos o aspectos geográficos, como la disposición y fisionomía topográfica de determinados elementos del paisaje son claramente verificables.
La flora y fauna que describe es igualmente demostrable, tal es el caso de determinadas especies vegetales o de especies zoológicas nunca antes descritas. Del mismo modo las referencias a la fauna marina del lugar son asombrosas, como las manadas de ballenas y sus movimientos migratorios, la existencia del endémico cangrejo gigante de Alaska o de otras especies de la ictiofauna de la zona.
La distribución de montañas y llanos, humedales costeros, alturas sobre el nivel del mar de los promontorios que jalonan el estrecho, disposición de ríos, ensenadas e islas, sorprenden por su exactitud descriptiva, así como la localización de hábitats humanos como es el caso de las tribus nativas de Koriacos y Chukchis en la península asiática de Chukotka, cuando nadie hasta entonces había visitado este lejano lugar.
Si bien es verdad, que Lorenzo Ferrer Maldonado fue un hombre polémico para su tiempo, también lo es que su condición de alquimista y un lamentable proceso por falsificación documental perseguido por la Chancillería de Granada, le creó una imagen de la que jamás pudo zafarse, tirando por tierra todo lo conseguido con anterioridad, entre lo que se encontraba su viaje hasta aguas del Ártico y el descubrimiento del estrecho de Anián, actual Bering.
Su amistad personal con la máxima autoridad política del momento, representada por don Rodrigo Calderón y el duque de Lerma, provocó que el secretario de estado García de Silva y Figueroa, de la facción opuesta al valido del Rey, desestimara su solicitud para repetir el viaje con fondos de la Corona. Nuevamente la razón de Estado pesó más que cualquier otro interés.
El capitán Ferrer, un hombre polifacético, ha tenido numerosos detractores a lo largo del tiempo. Entre ellos, el más destacado fue el prestigioso marino Martín Fernández Navarrete, quien a principios del siglo XIX tildó su memoria de viaje como apócrifa o el propio Alejandro Malaspina quien buscó infructuosamente a finales del siglo XVIII el estrecho de Anián siguiendo la relación presentada por Ferrer dos siglos atrás.
La elaboración de diversos libros e inventos náuticos demuestran la erudición científica del capitán almeriense, logros que han sido rescatados con el paso del tiempo por su valor científico y originalidad.
Su periplo fue recuperado para la Europa sabia gracias al célebre geógrafo francés Jean Nicolás Buache y al científico italiano Carlo Amoretti quienes creyeron en él e intentaron demostrar la veracidad de su viaje, impulsos que fueron rechazados sistemáticamente por los eruditos españoles.
Esta situación de olvido y silencio, cuando no de distorsiones históricas como su propia naturaleza almeriense o erudición científica, ha llegado hasta la actualidad, sin investigaciones precisas y detalladas sobre este viaje o la comprobación de su propio relato a la luz de las nuevas investigaciones actuales en diversos campos, y que hubieran dado luz sobre sus afirmaciones, precisamente por tratarse de zonas ignotas.
Este trabajo –realizado por almerienses, en tierras almerienses y sobre un personaje histórico almeriense- que, en breve aparecerá publicado por el Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación de Almería, analiza con detalle este periplo, dando como conclusión y resultado final la veracidad del viaje de Lorenzo Ferrer por el Ártico. Con ello se pretende restituir a este personaje en la Historia y demostrar que su descubrimiento se anticipó varios siglos a las expediciones de Bering, Cook y Amundsen, con todo lo que ello supone para la historia de la cultura en sus múltiples dimensiones y la historia de la Humanidad, constituyéndose en una aportación almeriense que, estimamos, de gran relevancia.
Valeriano Sánchez Ramos
Alfonso Viciana Martínez-Lage