Su presencia constante en la prensa local, especialmente en la decana Crónica Meridional, popularizó el seudónimo de “El Hombre Gris”, aunque eran pocos los lectores conocedores de la filiación real del prolífico corresponsal de la provincia.
Bautizado en la parroquial de Alcolea con el nombre de José María Moya Rivas, nació en dicha pequeña localidad alpujarreña el 5 de febrero de 1887. Hijo de José Manuel y de Teresa, creció en el hogar de una familia labradora de holgada posición económica. Casado en 1912 con Ana Martín Rivas, fueron padres de cuatro hijos: José María, Arcadio (emigrante a Estados Unidos), Julio y María Teresa. Estaba emparentado con el escritor y político Arcadio Roda Rivas (1884 - Madrid, 1922) y con el ministro granadino Natalio Rivas. Bajo su influencia y de forma autodidacta comenzó a escribir prosa y poemas a la temprana edad de 15 años. Habitualmente en el periódico la Crónica Meridional, el semanal Andalucía Oriental y en Diario de Almería; y durante la República y Guerra Civil en Adelante y en el semanario Avance; colaborando en diferentes etapas, en El Andarax de Canjáyar, La voz de España, de Brasil, bajo su habitual firma de “El Hombre Gris”. En todos ellos se prodigó en escenas costumbristas y propagandísticas ensalzando el clima y paisajes de Almería y de su querida Alpujarra. Fruto de ello fueron los galardones obtenidos, entre otros el segundo premio del certamen “Almería y el Turismo” en 1935.
Incorporado al Servicio Miliar en Granada, sus aportaciones literarias en La Voz de España y El Defensor de Granada le hicieron merecedor en 1912 de una medalla de bronce y diploma, otorgados por el presidente del Gobierno, coincidiendo con el Centenario de las Cortes de Cádiz. En la década de los años treinta con modestia desveló el origen del apelativo por el que se conoció: “Desde mis primeros trabajos en la prensa, tomé el seudónimo que ya popularicé un poco, porque me reconocía como realmente soy: un ser incapaz de llegar jamás a escalar ningún puesto en el hermoso campo de las Letras. No sé si por falta de padrinos o por mi escasez de conocimientos literarios…”.
Tras mantener una fluida relación con el poeta Francisco Villaespesa, en 1927 estrenó la obra teatral Una limosna por Dios y las comedias en un acto La horma de su zapato y Angustias la del Triunfo. Quedando inéditos los manuscritos Ensayos Literarios, Flores Silvestres y otros títulos; muchos destruidos por sus hijos en 1939 ante el temor a represalias políticas. No obstante, su convicción republicana y militancia en el PSOE y PCE le llevó a sufrir en 1940 un procedimiento judicial de urgencia (Sumaria 443/41) acusado de un delito de “Auxilio a la Rebelión”, aunque nunca se le pudo probar delito alguno de sangre. La larga pena impuesta se redujo finalmente a seis años de prisión en El Ingenio (Almería), Totana, Hellín y Alicante. Siguiendo el ideario del padre, su hijo Julio luchó a favor de la legalidad vigente en diferentes frentes, destacando por su arrojo en el de Teruel.
Simultaneándolo con su profesión de comerciante y agricultor, se consagró como eficiente fotógrafo con estudio en su domicilio de la calle Real. Expuso puntualmente su obra en acreditadas galerías, destacando la Canadian Nacional Exhibition, de Toronto, donde obtuvo uno de los primeros premios, y en el Ateneo Científico y Literario de Madrid, del que era socio. Desde 2005 la biblioteca municipal de Alcolea lleva su nombre, y prácticamente en todas las casas del pueblo hay alguna instantánea que da fe de su gran profesionalidad. José Moya Rivas falleció el 6 de diciembre de 1957 a consecuencia de una embolia cerebral.
Fuentes:
Revistas Abuxarra y Farua