Conocido como el deán Martínez, vino a Almería en 1587 como secretario del obispo Juan García. En 1592 tomó posesión de una ración de la Catedral y, dos años después, era arcediano; en el 1625 ascendió a deán. Recorrió varias veces la diócesis como visitador y fue contador mayor, provisor y vicario general. Como archivero llevó a cabo un primer inventario del Archivo y, con seguridad, a su influencia se deben las primeras normas y disposiciones concretas en torno al mismo, que se establecieron en el Sínodo de 1635.

      Entre 1618 y 1625, siendo secretario del Cabildo y archivero, compuso un libro manuscrito de un extraordinario interés, en el que recoge noticias históricas referentes a costumbres y normas respecto al gobierno de la Catedral, sistema del reparto de diezmos, prácticas y costumbres antiguas; ya en su tiempo se conocía como El libro del deán Martínez. Este manuscrito fue muy valorado desde el primer momento, por lo que a su muerte el Cabildo solicitó a sus herederos que lo entregasen para guardarlo en el Archivo y evitar su pérdida. Sin embargo, la precaución sirvió de poco, pues el libro se perdió. Sólo hasta 1918 estuvo localizado: el erudito almeriense Bartolomé Carpente lo cita con frecuencia en distintos trabajos realizados hasta esa fecha.

      Afortunadamente, en 1691, el Cabildo, reconociendo el inestimable valor del trabajo, había mandado sacar una copia que, también perdida durante mucho tiempo, ha aparecido recientemente.