Poseedor de una vasta cultura, fruto de su pasión por la lectura, cursó estudios de Filosofía y Letras, aunque prontamente se decantó por el Periodismo, su verdadera vocación. Durante su estancia en Madrid hizo "información de pasillos” en las Cortes para el diario La Esfera. De regreso a Almería (1923), con sólo 18 años, ingresa de gacetillero sin rúbrica en la prestigiosa Crónica Meridional. Un lustro después se integra en la redacción de El Mediterráneo, donde sí firma una columna de opinión como Marti-Mar (el seudónimo le acompañará hasta su retirada, en cuanto su dedicación a temas políticos o de interés general); aquí cubre la primera información taurina con un sobrenombre, Juanito, que ya nunca más utilizaría. En enero de 1931 entra a formar parte de la plantilla de Heraldo de Almería, en calidad de redactor jefe. Un nuevo destino le llevaría hasta La Voz, periódico del que resultaría cofundador y donde permaneció hasta el alzamiento militar rebelde de 1936. Durante el trienio bélico sufrió cautiverio y penalidades; circunstancias de las que no sólo no guardó rencor sino que, derrochando generosidad e independencia ideológica, rehusó a reclamar prebendas y canonjías políticas.
Concluido el paréntesis fratricida, Juan Martínez Martín, entre otros, sacó a la calle el diario Yugo (sucesor de Nueva España). A comienzos de los años cuarenta reflotó la desaparecida Asociación de la Prensa de Almería, siendo designado vicepresidente y primer director de la Hoja del Lunes. Testigo del cambio de cabecera de Yugo, portavoz oficial del bando vencedor, a La Voz de Almería (octubre de 1962), se jubiló en mayo de 1971 desempeñando el cargo de redactor jefe. Decano del periodismo local durante varias décadas (su acendrado almeriensismo le llevó a rechazar ofertas de otras ciudades), ejerció su magisterio alternando el celo profesional -junto a un excelente plantel de redactores- con la amistad del mundo de la cultura provincial: Juan Cuadrado, Celia Viñas, Jesús de Perceval, José Padilla Sánchez, Rafael Barco, Florentino Castro, Tapia Garrido... O bien con figuras del toreo capitalino nacional, Enrique Vera o Juan Luis de la Rosa.
Volapié (inteligente, riguroso, conocedor a fondo de la fiesta brava y agudo en el comentario) creó escuela del bien decir y escribir sobre toros y toreros. Sus crónicas de las corridas celebradas en el coso de la avenida de Vílches serían merecedoras de una reedición. Galardonado por las peñas El Taranto y Jueves Taurinos, el Foro Cultural “3 Taurinos, 3” tiene establecido un premio anual en su honor. Con toda legitimidad podemos calificar a Juan Martínez Martín -amén de otras excelencias periodísticas- como maestro de maestros de la información taurómaca.