Vecino de Almería y activo en el desempeño de su oficio en la década de los años ochenta del siglo XVIII. En las Actas capitulares de la Catedral de Almería consta como maestro platero, tras haber presentado un memorial al cabildo (6-II- 1781), mediante el cual ofrece sus servicios, aunque se ignora su procedencia y el momento en que se afincó en la ciudad. Su actividad profesional mejor conocida es la que desempeñó en el cuidado y mantenimiento de la platería catedralicia, así como en la realización de varias piezas para la misma, por cuyo trabajo cobró diversas cantidades entre el 17-XII-1782 y el 27-I- 1790, al menos.
La necesidad, por parte de la Catedral de Almería, de disponer de alhajas de plata destinadas al culto tiene su plasmación en una larga nómina de plateros vinculados, de forma más o menos duradera con esta institución. Durante el siglo XVI son los talleres granadinos, principalmente, los abastecedores de piezas: Alonso de Valladolid y Adrián Pérez, autores de importantes obras entre 1551 y 1556; Cristóbal de Rivas y Juan Ruiz, entre 1581 y 1584. La importancia creciente del ajuar litúrgico en metales nobles durante el siglo XVII, además de la adquisición de diversas alhajas en Granada, obras de Rodrigo de Cisneros, Bartolomé de Heredia, Juan de Villa, hizo necesaria la contratación de plateros como parte del personal adscrito a la sede. Estos artífices desempeñaban al mismo tiempo el oficio de pertigueros de la Catedral, solución adoptada con la finalidad de complementar su salario y garantizar la exclusividad de su trabajo. Entre los plateros del seiscientos que, procedentes de Granada, se instalan en Almería se encuentran: Antonio de Villegas, trabajando en la Catedral entre 1632-1656; Bernardo Manuel, activo en esta ciudad entre 1645-1664, excepto el paréntesis de 1647-1652 en que se marcha a trabajar a Málaga; Juan del Pino, vinculado a la sede almeriense entre 1666-1674, año en que muere; Juan de Carrión, que lo es entre 1674 y 1686, y su hijo Alonso de Carrión, entre 1686- 1689; Melchor de Reyes y Avilés, a partir de 1689 y Francisco Xinovarte, vecino de Almería, cuyo nombre aparece por primera vez en las Actas capitulares el 19-I-1700.
El siglo XVIII supone una época de esplendor en la platería de la iglesia mayor de Almería, advirtiéndose durante esta etapa la adquisición de piezas en talleres de Sevilla, Jaén y, sobre todo, Córdoba, que, a partir del último tercio de la centuria, disfrutó del monopolio de los encargos. Entre los plateros foráneos a destacar se encuentran los cordobeses Damián de Castro (1716-1793), Antonio de Santa Cruz (1733-1793) y Antonio Ruiz el Viejo, así como el sevillano Joaquín Fernández, que realiza varias obras entre 1761-1764. El platero cordobés Rafael Juan de Aguilar y Cueto, en colaboración con el también platero de Almería, Joaquín García Heredia, entregan dos importantes remesas de piezas a la Catedral el 26-III-1799, permaneciendo el primero vinculado a la Catedral hasta 1829 y ostentando el título de “Platero de Fábricas” desde 1824, y García Heredia hasta 1805. Lucas González Rodríguez fue platero y pertiguero entre 1711- 1751, al igual que Antonio Guerra, teniente de pertiguero desde 1741 y pertiguero hasta su muerte en 1758, fecha a partir de la cual se desvinculan ambos oficios en esta iglesia mayor. También se documentan los plateros Juan de Salas y Sebastián de Salas, vecinos de Cuevas de Almanzora (Almería), trabajando para la Catedral en 1741. El siglo XIX representó el declive del tesoro catedralicio, pese a lo cual cabe señalar nombres como el del platero vecino de Almería Antonio Jiménez, activo en la Catedral a partir de 1850.