Periodista vocacional y escritor prolífico, desarrolló una enorme labor informativa y cultural a través de La Crónica Meridional, el periódico almeriense de más larga vida (1860-1936), en cuyos más de 25.000 números se encuentra un panorama sin igual de las transformaciones tan trascendentales que vivió Almería en aquel período histórico. Lo fundó en 1860 y fue su propietario-fundador, director y redactor (a veces, único). Hombre de gran temperamento, de ideas progresistas, las propagó desde su periódico y criticó con severidad y frecuencia la actuación de las autoridades políticas, por lo que sufrió en más de una ocasión detenciones y persecuciones.

      A su pluma se deben miles de artículos sobre los más variados temas, como los titulados «Los tontos» y «La felicidad», por citar dos. También cultivó la poesía lírica, ora festiva y humorística, ora de tintes épicos (como la oda «A los Coloraos») o de circunstancias, que fueron apareciendo diseminados -en ocasiones una sola estrofa- en el seno de las innumerables crónicas y gacetillas -muchas veces sin firmar- que publicó en décadas de ejercicio periodístico. Entre los cientos de poemas que escribió, muchos perdidos, se encuentran títulos como «Segunda palabra que pronunció Jesús en la cruz», «Agonía», «Historia que parece cuento. A S.M. la reina Isabel II en su viaje a la ciudad de Almería»; unos quintetos y unas quintillas dedicados «A Cervantes» y una oda en homenaje «A los Coloraos». Como autor dramático en verso escribió una comedia, Los celos del tío Calambre, y un juguete en un acto, No hay regla sin excepción (Juguete cómico en un acto y en verso). Parte de su primera labor literaria la recogió en su libro Secretos de mi cartera. Miscelánea curiosa, o sea, colección de poesías, cuentos, semblanzas, epigramas y otras cosas desagradables. Última edición porque no creo que se agote la primera, cuyo subtítulo muestra tanto la vastedad de su producción literaria como el talante humorístico de Rueda.