Abogado y escritor. Destacó en Almería como intelectual, abogado, escritor y periodista. Estudió Derecho en Granada, coincidiendo con el desastre de 1898. Discípulo del catedrático Felipe Sánchez Román, consiguió una gran popularidad en los ámbitos universitarios y periodísticos de Granada y Almería, publicando artículos en La Crónica Meridional y El Heraldo de Granada. Su expediente le valió para librarse del servicio militar, redimiéndole la Universidad. Durante su estancia en Almería compaginó su trabajo como profesor del instituto con la abogacía, la literatura y el periodismo. Mantuvo una polémica filosófica con el padre dominico Casto Paradís en la prensa, que dio lugar a un libro, Ciencia antigua y ciencia nueva. Polémica filosófica (Almería, 1902), que Plácido Langle prologa con unas notas biográficas. En 1901 se colegió como abogado en Almería ejerciendo la profesión. Como jurista abordó problemas tan novedosos como los accidentes de circulación o la eutanasia, sobre la que publica un extenso ensayo en la revista madrileña Nuestro Tiempo (1907). Pese a ser reconocido por su oratoria y encontrar en él grandes cualidades semejantes a las de personajes de la talla de Plácido Langle Moya o Blas Zambrano, no participó activamente en política, aunque se acercó al maurismo y criticó duramente a Nicolás Salmerón y el krausismo, afincándose en un liberalismo progresista, socializante en lo material y escéptico en lo intelectual. Literariamente se destaca en los Juegos Florales almerienses de 1903, año en que asiste Miguel de Unamuno, al que dedica un artículo (“Unamuno y los logófobos”), por el que éste llegó a felicitarle. Santacruz se sitúa con la generación del 98 por su discurso regeneracionista. En poesía se muestra admirador de Gabriel y Galán. Publicó relatos con amplia difusión nacional: Nobleza obliga (Madrid, 1908), en “Los Contemporáneos”; “Los desengaños de un comunista” (Madrid, 1925), en la colección “Nuestra Novela”; así como un exitoso libro juvenil para la enseñanza de la Historia de España, Páginas españolas. Páginas patrióticas para la infancia (Madrid, 1926), que alcanzó varias ediciones.