José VALVERDE CARREÑO


VALVERDE CARREÑO, José (Adra, 1700 - Adra, 1781). .


      Canónigo del Sacromonte y anticuario. Nacido en el seno de una familia de labradores acomodados, era el hijo primogénito de Diego Valverde Real y Lucía Carreño Delgado. Sus padres compraron tierras en la vega de Adra para que hiciese capellanía y se ordenase a título de ella. Concluidos sus estudios de sacerdote, en enero de 1723, ingresó como contador del cabildo de la abadía del Sacromonte de Granada, cargo que ocupó hasta que, en 1739, volvió a su villa natal a causa de su quebrantada salud. Tras su vuelta a la ciudad de la Alhambra, en calidad de huésped de José de Cisneros, oidor de la Real Chancillería, en 1747, entró de nuevo en el Sacromonte para ocupar una capellanía. Allí permaneció hasta que, a raíz de la muerte de su madre, regresó definitivamente a Adra para hacerse cargo de su herencia. Las tres últimas décadas de su vida las pasó en Adra y fue enterrado en presbiterio de su iglesia, ya que fue beneficiado de esta parroquia y de la iglesia de La Alquería, su anejo.

      Durante sus largos años de estancia en Granada debió de entrar en contacto con algunos de los anticuarios y coleccionistas que, en la segunda mitad del siglo XVIII, se vieron envueltos en las fraudulentas excavaciones “arqueológicas” del Albaicín y cuyo principal inductor intelectual fue el canónigo Luis Francisco de Viana y Bustos (Granada, 1689-1762), que a comienzos de la década de los cuarenta centra toda su actividad en la defensa de las invenciones y “negocios” del Sacromonte. En este complejo proceso de recuperación de la tradición religiosa contrarreformista, que surge tras los falsos descubrimientos del Sacromonte, debemos enmarcar la intervención de Valverde Carreño en la ermita de San Sebastián de Adra. Coincidiendo con unas obras de reforma y ampliación de esta ermita, hacia 1751, colocó en su portada la lápida con las huellas que la tradición local asignaba a San Tesifón y numerosas inscripciones romanas. En el origen de esta acción se encuentra el intento de legitimar la tradición de la venida del apóstol Santiago y los Varones Apostólicos, recurriendo al prestigio de los restos arqueológicos de la Abdera romana. Para apuntalar mejor su montaje, Valverde Carreño también colocó cinco lápidas apócrifas, cuyos textos aluden a la venida de Santiago a España. En definitiva, los restos, auténticos y falsos, servían para confirmar la autenticidad de un glorioso pasado sagrado.

      Durante su etapa de madurez en Adra, siguió cultivando su interés por las antigüedades y la Historia. Gracias a Pedro Beneito y Aznar (Morella, ? - Adra, 1782), alcalde mayor del partido, mantuvo correspondencia con su hermano Aurelio, deán de la Catedral de Toledo, y con Francisco Pérez Bayer (Valencia, 1711-1794). En 1782, el ilustrado valenciano tuvo ocasión de conocer su interesante biblioteca y la colección numismática y arqueológica que Valverde Carreño había atesorado.





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