JAYRAN  


, JAYRAN (, Sin datos - Almería, 1028). Rey morisco.


      Eslavo eunuco, gran oficial del ejército califal y primer rey de taifa almeriense. La imagen que nos trasmiten las fuentes es contradictoria. Leví-Provençal dice que era un gran conspirador sin escrúpulos, que sólo aspiraba a satisfacer su propia ambición; sin embargo, para Al-‘Udrî fue un monarca preocupado por el bienestar de sus súbditos, a los que favoreció con numerosas obras públicas, entre ellas, la traída de aguas a la ciudad, unas nuevas murallas y una tranquilidad que favoreció el desarrollo de la población.

      Jayrán fue uno de los más destacados clientes amiríes (de hecho, Almanzor le nombró gobernador de Almería), por lo que fue forzado a abandonar Córdoba en el 1009, desde la que se dirigió al Levante, tomando Almería, Murcia, Orihuela y Valencia, donde acuñó las primeras monedas taifas en un evidente acto de soberanía. En la Corte había obtenido los títulos de amir (jefe, comandante) y sabih (señor). En el 1013, cuando el califa Hixam desapareció y los bereberes entraron en Córdoba, Jayrán huyó como otros muchos. Perseguido, fue herido y dejado por muerto. Salvado por un amigo, se refugió de incógnito en Córdoba, donde se recupera de las heridas.

      En Orihuela preparó una hueste de “bandidos”, o más bien soldados de fortuna, con los que emprendió la conquista de Almería. Para consolidar el poder eslavo en el levante peninsular, Jayrán se encaminó a la ciudad, cuya región había sido tomada por el también eslavo Aflâh con ayuda de los beréberes, causando destrucciones y saqueos tanto en la ciudad como en Pechina, inaugurando un periodo de desgobierno en el que fue asesinado el alfaquí Pechina Ibn al-Faras. Tras veinte días de asedio, Jayrán se apodera de la ciudad en julio de 1014 y, poco después, toma por asalto la Alcazaba, destruyendo la torre llamada del Pozo (probablemente la actual torre de la Noria). Aflâh y sus hijos perecieron en la lucha y aquella noche sus cuerpos fueron arrojados al mar.

      Dueño Jayrán de Almería, extendió sus dominios hasta Alicante y apoyó a Alí ibn Hammud contra Sulaymân (1016). Pero, tras la extraña desaparición del pretendiente omeya Hixam II, encabezó el movimiento legitimista que quería expulsar de Córdoba al usurpador idrisí. No parecía que hubiera aspirantes omeyas al trono hasta que Jayrán descubrió en Valencia a un bisnieto de ‘Abd al-Rahmân III, llamado ‘Abd al-Rahmân ‘Abd al-Malik, que reunía las condiciones para ser un dócil candidato. En coalición con el señor de Zaragoza y el conde de Barcelona, reunió un gran ejército con el que pensaba tomar Córdoba, aunque no fue necesario, pues una sublevación interna acabó con el usurpador. Proclamaron califa con el título de al-Murtada, pero ‘Abd al-Malik demostró pronto su independencia, por lo que fue abandonado por los coaligados, derrotado por sus enemigos y, finalmente, muerto en Guadix por los emisarios de Jayran. El poder de Córdoba, cada vez más nominal y menos legítimo, cayó en manos entonces de un nuevo hammudí. Al-Qasim ibn Hammud, que reinó desde marzo de 1018 hasta agosto de 1021, practicó una política contemporizadora dejando el poder a los señores locales, en cuyas refriegas perdería la vida. Jayrán quedó en su feudo sin molestarle, hasta que la situación pareció ser propicia, en febrero de 1026, cuando unió su ejército al de Muyahid de Denia para expulsarlo, lo que hicieron con relativa facilidad, pero con nulo éxito, pues fueron incapaces de acordar un candidato común, prueba evidente de la imposible restauración omeya. Jayrán moría poco después, en el 1028, habiendo nombrado sucesor a Zuhayr.




Cara Barrionuevo, Lorenzo





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