Nació en la villa almeriense de Roquetas de Mar el 10 de Julio de 1929, siendo el primer hijo de los tres que tuvo el matrimonio formado por Juan Pedro y Juana. Niño todavía, mostró pronto su inclinación hacia el sacerdocio y, en 1940, ingresó en el Seminario Menor de San Cecilio de Granada, por estar cerrado el de Almería, debido a las obras que se estaban llevando a cabo tras los destrozos sufridos durante la Guerra Civil. Al curso siguiente, abierto nuevamente el Seminario almeriense, volvió para continuar en él sus estudios. En 1949 regresó a Granada para cursar los dos últimos años de Teología en la Facultad de Cartuja, obteniendo la licenciatura en 1951. Como becario de la diócesis fue enviado a estudiar Lenguas Clásicas en la Pontifica Universidad de Salamanca y, en 1952, fue ordenado sacerdote en el XXXV Congreso Eucarístico Internacional de Barcelona. Después de varios años como profesor en el Seminario de Almería, se marchó a hacer estudios de archivística a Roma.
En 1962, tras brillantísimas oposiciones, obtuvo la canonjía aneja al cargo de archivero de la Catedral de Almería, desempeñando dicho cargo hasta el año 2007 en que pasó, por razón de edad, a la condición de emérito. En 1965, en la Gregoriana, obtuvo el doctorado en Sagrada Teología con la tesis “La imagen del obispo en el pensamiento teológico-pastoral de don Pedro Guerrero en Trento”. A su vuelta a Almería, el obispo lo envió al Seminario como profesor y superior. Compatibilizó su misión de formador de seminaristas con otras múltiples tareas: consiliario de la JEC, fundador del Instituto de Teología San Indalecio en el que fue profesor de Eclesiología, director espiritual y, más tarde, profesor del Instituto de Enseñanza Media “Celia Viñas”, miembro de la directiva de la Asociación Nacional de Archiveros de la Iglesia, delegado diocesano para las cofradías y consiliario durante muchos años de la de los Estudiantes, fundador de la Asociación de Amigos de la Catedral y otras muchas actividades de tipo pastoral y cultural, entre ellas, la de director durante cinco años de un Curso de Verano de la Universidad Complutense en Almería. Fue párroco de la iglesia del Sagrario y posteriormente de la de San Sebastián, aceptando este último nombramiento, que lo alejaba de su querida catedral, con una ejemplar obediencia a su obispo y un espíritu de servicio a la Iglesia del que siempre se glorió.
Tanta actividad no le impidió dedicarse a la investigación. Aunque él no se consideraba historiador, sabía trabajar mucho y bien. Fruto de ese trabajo fue su participación en docenas de congresos y la publicación de muchísimas obras, entre ellas Almería por los Reyes Católicos, doña Isabel y don Fernando, La verdad sobre San Valentín, La Catedral de Almería, La villa de Roquetas de Mar, Obispos dominicos y franciscanos en la diócesis de Almería, Don José María Orberá y Carrión, El Concilio Provincial de Granada de 1565 y sus previsiones sobre los moriscos del Reino de Granada, Tras las pisadas del Buen Pastor. Diego Ventaja y Milán, Obispo Mártir, Las grandes etapas históricas de la diócesis de Almería, La Iglesia en la que creo y en la que sirvo y su magna obra La Iglesia en Almería y sus obispos.
En reconocimiento a su labor se le concedió la Encomienda de Número de la Real Orden de Isabel la Católica y la Real Academia de la Historia lo nombró académico correspondiente en Almería. Los últimos años, ya jubilado de sus muchas responsabilidades, seguía trabajando en sus investigaciones y acudía todas las tardes para celebrar la Misa en su Catedral. En su camino hacia la iglesia se detenía un buen rato en el taller de su amigo, el tallista Javier Arcos, en la calle Lope de Vega. Allí se contaban sus cuitas y hablaban de lo divino y de lo humano. He participado muchas tardes de esta tertulia y he sido testigo de la grandeza de su alma y de su gran amor a la Iglesia.
En el verano de 2008 estando en Roma, donde viajaba todos los años en el mes de Junio para continuar con sus investigaciones en el Archivo Secreto Vaticano, se sintió enfermo y hubo de regresar apresuradamente para ser tratado de una importante neumonía que debió dejarlo muy tocado. Murió el 28 de Julio, recién cumplidos los 79 años y sin ver cumplido su deseo de obtener el Doctorado Civil en la Universidad de Almería, pues no pudo defender su último trabajo sobre eclesiásticos ilustres de Almería que presentaba como tesis doctoral. En realidad, no lo necesitaba para nada quien ya había demostrado sobradamente su capacidad de trabajo y su valía intelectual y quien hacía mucho tiempo que ya había obtenido el reconocimiento general de los medios sociales y culturales a sus muchísimos trabajos de investigación.