Antonio OLIVEROS RUIZ


OLIVEROS RUIZ, Antonio (Almería, 1900 - Madrid, 1974). Médico, político e industrial.


Al amparo de la línea férrea Almería-Guadix-Madrid, Talleres Oliveros S.A. figura históricamente como la mayor industria metalúrgica establecida en la provincia. Por volumen de negocio, diversidad de pedidos atendidos y número de obreros empleados. Nacido en Gualchos (Granada) en 1850, Francisco Oliveros Jiménez llegó a Almería en el último tercio del s. XIX como perito mecánico de la fundición que los Sres. Sierra y Romero disponían en los Llanos de Pescadería. Independizado de éstos, a comienzos de los años ochenta de dicha centuria fundó junto a un socio capitalista la razón empresarial “Francisco Oliveros y Cía.”, estableciéndose en una parcela de 4.000 metros cuadrados frente a la playa, en el barrio de Las Almadrabillas. Paralelamente, en la calle Marín pusieron en marcha una fábrica de chocolate, “La Moderna”, de vida efímera.

Muy pronto su horno de conversión de hierro y bronce comenzó a elaborar maquinaria para la industria local, minería y obras públicas, reparación de buques y, por encargo del municipio, gran parte del mobiliario urbano: bancos, rejas, urinarios, etc. Sin desatender una faceta artística escasamente subrayada: a Oliveros debemos en distintas fechas la estatua de la Caridad, el Discóbolo y Picapedrero del Parque, las “mariposas” que coronan el edificio al que dan nombre en Puerta de Purchena o, tras la guerra, varias campanas repuestas en la catedral e iglesias. No me consta en cambio de que el hierro forjado y fundido utilizado en la construcción del Mercado Central de Abastos o de la Plaza de Toros procediese de sus talleres.  

Casado con María Ruiz Gutiérrez, fueron padres de tres varones y tres féminas. En mayo de 1899 es nombrado vocal de la Cámara de Comercio y concejal electo por el Partido Conservador (silvelista) en los comicios de ese mismo mes; presidiendo seguidamente la Junta del Censo Electoral y la local de Reformas Sociales. Víctima de una afección cardíaca, Francisco Oliveros Jiménez falleció el 10 de febrero de 1911, recayendo el negocio en sus hijos Francisco (presidente del Casino) y José, asesinados ambos el 18 de abril de 1938 en el campo de trabajo republicano de Turón (Granada), checa donde estaban recluidos. Durante su gerencia la superficie ocupada creció espectacularmente hasta los 50.000 m2.; gozando de una esplendorosa segunda etapa merced a los primeros pedidos para la fabricación de vagones.

Disponía de un ramal-apeadero privado de los Ferrocarriles del Sur de España desde la estación y se anunciaba diariamente en prensa: “Francisco Oliveros S. A. Talleres constructores mecánicos. Fundición de hierros y metales. Especialidades en armaduras y puentes metálicos y vagones”. Así, en octubre de 1929, probaron con éxito tres coches de viajeros, de tercera clase, con destino a la Compañía de Ferrocarriles del Estado de Lérida a Balaguer; inicial entrega de un lote de seis, conseguidos en concurso público. Además de otros dos de parecidas características para la Compañía del Estado del Oeste y cincuenta vagones de mineral de gran tonelaje por encargo de la Compañía Andaluza de Minas, recibiendo merecidos plácemes: “Almerienses son los directores y obreros que han rematado tan perfecta obra. Los mismos que en constante labor de muchos años van consiguiendo que los magnates de la industria metalúrgica sepan que existe Almería”, apostillaba henchida de patriotismo local el diario La Crónica Meridional. A cargo de un Consejo Obrero Metalúrgico, durante la guerra civil siguió funcionando como abastecedora de la legalidad republicana.  

Concluida la contienda, la empresa regresó a manos de su legítimo propietario varón, penúltimo de la nutrida prole. Antonio Oliveros Ruiz, nacido en 1900, estudió Medicina en Granada. Al concluir la licenciatura, en septiembre de 1923 solicitó el alta en el Colegio Oficial de la Provincia, siéndole asignado el nº 48 de colegiado. Ya en 1925 formó parte de su Junta Directiva en calidad de secretario y dirigió el Boletín colegial. Adscrito por oposición a la Inspección Provincial de Sanidad, ocupó la plaza de bacteriólogo. En abril de 1932 un crecido número de compañeros le brindaron un homenaje con motivo de su nombramiento como alcalde de la ciudad.

Posicionado ideológicamente en el centro-derecha, co-fundó en 1931 Acción Republicana, partido de Manuel Azaña con el que logró la alcaldía capitalina en el periodo 1932-1934. Su intensa vida social y empresarial le llevó en 1951 a simultanear la presidencia de tres instituciones de reconocido prestigio: la Sociedad de Nuevos Riegos de San Indalecio (en su condición de propietario de fincas en los pueblos del río Andarax), la Cámara de Comercio y, muy especialmente, la Junta de Obras y Servicios del Puerto de Almería, tras la dimisión de Eduardo López Quesada. En su mandato (1951-1968), uno de los más prolongados, “se viviría un extenso periodo de reconstrucción de los atraques destruidos por la guerra en el Andén de Costa, las de reconstrucción del muro y muelle de Poniente y la terminación del Puerto Pesquero (recibida en 1965) … A la que también hay que sumar el edificio del servicio de viajeros, terminado en 1967” (Protagonistas en la historia del Puerto de Almería: 1878-2009; coordinador Andrés Sánchez Picón).

Todo ello sin olvidar sus obligaciones como responsable y máximo accionista de Talleres Oliveros S.A. Empresa que en los años cuarenta iniciará su tercera etapa de grandes beneficios con la reparación de coches y vagones ferroviarios dañados durante la guerra o de nueva factura, coordinados con Constructores Españoles de Material Móvil, S.A. El diario madrileño ABC publicó en enero de 1947 un artículo harto significativo. En síntesis: dos mil doce unidades reparadas, con una media de ochenta mensuales; y en curso de ejecución, totalmente nuevos, setenta vehículos. Y su obra señera, presumiblemente, y menos publicitada: la ejecución total del cargadero de la Compañía Andaluza de Minas (Cable Francés), orgullo de la firma almeriense que consiguió el contrato, nuevamente, en competencia con casas extranjeras de probada tecnología. Ello les llevó a contratar a un millar de empleados en los diferentes talleres especializados Por causas no suficientemente aclaradas, Talleres Oliveros sufrió un devastador incendio en 1973. Sus propietarios decidieron no reemprender la tarea empresarial y con el tiempo su solar fue ocupado por las modernas edificaciones que conforman el actual barrio residencial y administrativo “Oliveros”. Antonio Oliveros Ruiz, casado con María Núñez Quesada, falleció sin descendencia, que sepamos, el 10 de enero de 1974 en Madrid.
 




Sevillano Miralles Antonio





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