Hijo de padre labrador, Daniel González Ruiz, natural y vecino de Canjáyar, nació ocasionalmente el 19-12-1857, en Nacimiento (Almería) de donde era natural su madre, María García Serrano. Su primera infancia la pasó en Canjáyar, trasladándose a Almería para cursar bachillerato en el Instituto de dicha capital. Comenzó los estudios de derecho a instancia paterna en la Universidad de Granada, cuya carrera abandonó para seguir su vocación en la carrera de las armas, cuya preparación inicia en la Academia de Málaga. Tras brillante oposición con el nº 1 de las pruebas de acceso, ingresa en la Academia de Artillería de la Armada el 03-01-1879. Durante todos los cursos de su carrera militar realizados en San Fernando obtiene las máximas calificaciones, destacando su alto nivel de conocimientos en balística e industria Militar.
En 1844 fue destinado en comisión de servicio a Le Havre (Francia) para supervisar la fabricación de cañones que habrían de instalarse en los cruceros infanta María Teresa, Guipúzcoa y Oquendo. Lo realizó como colaborador y diseñador del brigadier y superior, general Hontoria, cuyo nombre se impondría a esas piezas de artillería. En su brillante carrera alcanzó el grado de general de brigada a los 52 años, y se le designó general de Estado Mayor de Artillería de Marina, ostentando la jefatura y dirección de la construcción de este tipo de armamento. Al poco tiempo se le nombró jefe y responsable de todas las obras y construcciones de la Armada Española.
Relacionada con esta especial y difícil tarea desempeñada se le otorgó la Cruz de Segunda Clase al Mérito Naval. Formó parte de la Comisión Militar de Europa, residiendo tres años en Londres. Quedaron bajo su responsabilidad e inspección los cruceros acorazados españoles “Cataluña”, “Cardenal Cisneros”, “Princesa de Asturias” y “Extremadura”. Ostentó la Vicepresidencia de la Junta Facultativa del Cuerpo, y fue profesor del mismo.
Transcurrió gran parte de su vida entre San Fernando y Canjáyar. En este último municipio inició expediente ante el rey Alfonso XIII, solicitando para el Ayuntamiento la dignidad de Ilustrísimo, que finalizó con resolución estimatoria publicada en la Gaceta de Madrid el 2 de diciembre de 1920.
Dejó también profunda huella de su estancia en Canjáyar por la construcción que llevó a efecto de un grandioso edificio que aún se conserva y se sigue llamando la “Casa del General”. Edificio que transmitió al ayuntamiento para fines públicos, destinándose, primeramente, a escuela de enseñanza primaria, pasando después a instituto de formación profesional y, últimamente, a centro sanitario. El 14 de abril de 1918 la corporación canjilona lo declaró hijo adoptivo y le impuso su nombre a una calle (antigua “La Parada” ).
En su faceta política, durante una larga estancia en San Fernando, su ayuntamiento le nombró alcalde en acta de 20-07-1928; y su trabajo, como primer edil, saneando las arcas en estado próximo a la quiebra, y realizando muy importantes obras urbanísticas y sociales, le mereció su reconocimiento como hijo adoptivo de la ciudad el día 28-07-1928, concediéndosele, a la vez, rotular con su nombre una importante calle del municipio.
Estuvo en posesión de las siguientes condecoraciones: Gran Cruz del Mérito Naval, Cruz de la Orden de San Hermenegildo, Comendador Ordinario de Isabel la Católica, Comendador de Número de Carlos III y Gran Cruz de Isabel la Católica; y la distinción de rango Internacional “Caballero de la Orden de la Espada” otorgada por el rey de Suecia, que motivó, posteriormente, una excelente relación amistosa entre ambos personajes. Falleció en San Fernando el día 12 de marzo de 1934.