Antonio SÁNCHEZ PICÓN


SÁNCHEZ PICÓN, Antonio (Almería, 1964 - Almería, 2019). Fotoperiodista y productor audiovisual.


Entusiasmo, empeño, creatividad y compromiso podrían ser, sin duda, sólo algunos de los abundantes valores y aptitudes que definen su trayectoria humana y profesional, aliños inmejorables para este técnico superior en Imagen que además contaba con otros estudios en Periodismo y Comunicación. A lo largo de la década de los 90 sembró las páginas de La Voz de Almería con su buen hacer como fotógrafo de prensa, y consiguió que sus imágenes sugirieran la esencia de la noticia que ilustraban, que relataran los hechos incluso antes de adentrarse en su lectura. Sabía captar la realidad como pocos, por lo que su carrera continuó en el diario de ámbito nacional El Mundo, donde desempeñó su labor de redactor gráfico durante unos años, como también lo hizo en otros medios y agencias de noticias. Una parte de esta aportación, que aun siendo producto de su recorrido profesional mostraba innegables destellos artísticos, pudo disfrutarse en una exposición que, dedicada al periodismo gráfico almeriense de los últimos 75 años, se celebró en 2010 en las dependencias del IES Albaida de Almería.  

Se estrenó en el proceloso mundo de la producción cinematográfica en 1991, año en que colaboró en la película El hombre que perdió su sombra, dirigida por Alain Turner. Fue entonces cuando conoció a su protagonista Paco Rabal, con quien mantuvo una duradera y estrecha amistad. Después dirigió varios cortometrajes, entre los que indudablemente sobresalió Las diez y diez (Pasajeros al tren), con Eduardo Fajardo y David del Pino como protagonistas, que, rodado en septiembre de 2001, cosechó algunos premios. Contó con su propia productora, Pitaco Producciones S. L., que respaldaría algún que otro proyecto, de trascendental significación para nuestra historia provincial y nacional, que referiremos más adelante.  

En 1997, durante el curso de una investigación, logró acceder a los fondos desclasificados del National Archive Record Administration (Archivos Nacionales de EEUU) y quedó impactado por lo que allí localizó, aunque en parte este descubrimiento sólo contribuyó a confirmar sus sospechas: nada menos que 36 registros que contenían filmaciones –ocho horas y media de metraje– en 16 milímetros, en color y mudas, que fueron realizadas por la Armada norteamericana entre enero y marzo de 1966 en Palomares y sus alrededores. La escasez de material gráfico conservado y conocido acerca del accidente nuclear que alarmó al mundo aquella mañana de enero convierte su hallazgo en un aporte descomunal. De entre los 800.000 fotogramas, Antonio y José Herrera, el otro artífice del proyecto que estaban fraguando, seleccionaron 60 que otorgaron contenido a la exposición que en 2003 organizó el Centro Andaluz de la Fotografía con el título Operación “Flecha Rota”. Accidente nuclear en Palomares (Almería), editando para la ocasión un catálogo de título homónimo. Fue una exposición que recorrió distintas localidades de la provincia de manera muy exitosa, puesto que arrojaba luz y asombro sobre uno de los sucesos más oscuros –por ocultación premeditada– de la reciente historia española y universal.    

 Con aquellos materiales desclasificados, los procedentes de diversas instituciones nacionales y otros provenientes de testigos que vivieron el accidente nuclear y sus repercusiones en primera persona, produjo –de nuevo con la inestimable colaboración de José Herrera en la dirección– en 2007 el largometraje documental Operación Flecha Rota, una contribución rigurosa, integral y contrastada al hecho histórico y sus dilatadas consecuencias. Sin duda nos encontramos ante la obra más difundida y divulgada de Antonio, que ha contado con numerosas proyecciones tanto en capitales españolas como europeas (Berlín, 2016). Desde un primer momento comenzó a itinerar por diferentes canales temáticos de televisión con éxito y reconocimiento. En 2008 recibió el premio Axarquía en la modalidad de “Difusión cultural”, que fue recogido por el mismo Antonio en una gala donde se proyectó por primera vez el documental; y diez años más tarde, en 2018, obtuvo el galardón Java Films Awards en el Festival Internacional de Cine de Indonesia.

En los últimos años de existencia reorientó su dedicación profesional, sin apartarse por supuesto de las raíces y esencias que habían marcado su trayectoria hasta ese momento. Tras aprobar unas oposiciones para funcionario, comenzó a trabajar en la Universidad de Málaga como técnico audiovisual, desde donde se trasladó a la Universidad de Almería desempeñando un puesto de técnico de laboratorio en el Servicio de Laboratorio de Apoyo a la Docencia y la Investigación.  

Espíritu inquieto y generoso, se desenvolvió como un activista comprometido con variadas causas de índole social, de lucha por la protección del medio ambiente, siempre en busca de un mundo más amable. Quizá por ello, hasta el final de sus días anduvo implicado en proyectos y filias progresistas que amparasen sus luchas y anhelos, ese afán por cambiar y mejorar las cosas.

 




Fernández Bolea Enrique





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