José María PIQUER CASANOVA


PIQUER CASANOVA, José María (Villafranca del Penedés, Barcelona, 1926 - Almería, 2012). Empresario e inventor.


José María Piquer llego desde Cataluña a Almería con su hermano Martín, haciendo el camino inverso de los emigrantes almerienses. Vinieron a esta provincia para tres meses escasos y se quedaron más de 50 años, el resto de su vida. En este tiempo, José María, el hermano mayor, se fumó mucho caliqueño en su butaca favorita, vio mucho fútbol en el viejo Franco Navarro y cultivó la amistad jugando a la petanca en su finca de Pechina.
        Entre medias, como el que no quiere la cosa, tuvo tiempo para fundar, junto con su hermano, el mayor imperio de maquinaria industrial de Andalucía, Piquersa, dentro del holding de empresas Piquer Hermanos, con sede en la Cuesta de los Callejones de Almería. Este hombre, que pudo dedicarse al baloncesto con más de 1,90 de altura, nació en 1926, en Villafranca del Penedés, una tierra consagrada al cultivo de la vid, donde su abuelo Salvador Piquer abrió en 1903 una fábrica de curtidos y sebos. Vendían el producto en barras para engrasar los ejes de los carruajes de entonces y para los parales de madera donde varaban los barquitos de pesca de la costa catalana. También surtían curtidos para los zapatos, correas para las caballerías. Su abuelo les contaba que durante la I Guerra Mundial mandaron varios lotes de sebo a Alemania.
         Su padre, Martín, continuó con el negocio durante la guerra civil, con la ayuda de sus hijos aún niños. Ante la penuria que había, el sebo se utilizaba para hacer morcilla con sangre de toro y arroz y se exportaba a Teruel. Para hacer sebo, los Piquer iban con un carrillo al matadero a por la grasa de cordero y buey. La ponían a hervir en una olla de 300 litros y sacaban el producto.
Estudió bachiller, pero la guerra, como a tantos de su generación, le cortó las alas. Cuenta José María, almeriense de adopción, que su verdadera inquietud cuando era un crío era la de desarmar artefactos y volverlos a montar, ahí quizá pudo estar el germen de su imperio de maquinaria. Desarmaba las muñecas de sus hermanas para ver por dentro el mecanismo que las hacía llorar o mover los ojos. También abría los relojes grandes de pared.
        A pesar de nacer en tiempos duros, en la casa de los Piquer no hubo nunca penurias porque trocaban la grasa con la que se hacía jabón por huevos o conejos y así se alimentaban. Empezó a faltar el sebo y entonces compraron un tractor viejo para labrar los viñedos del Priorato. Iban hasta La Rioja y a Cariñena (Zaragoza). Ganaban bien la vida. Hasta que llegó un ministro de Franco, Rafael Cabestany, que prohibió la plantación de viñas por haber excedentes. Sólo quedaban exentas de esa orden las parras de Almería que se destinaban a uva de mesa. Entonces, José María y Martín se montaron en su Chevrolet negro de cuatro cilindros y no pararon desde Villafranca hasta llegar a la remota Almería.
        Era el año 1955 y con tractores de oruga empezaron a abrir los surcos para poner la riparia (plantón de la cepa) en el campo almeriense. En Almería había entonces mucha miseria. Llegaron a Berja a trabajar con Fermín Enciso, gran exportador de uva. Martín se recorría la zona de Huércal Overa, Vera y Antas a trabajar con los cítricos, con Miguel Giménez, que tenía también una fábrica de alpargatas. Los hermanos Piquer se hospedaban entonces en la Posada de la Mar, en la calle Real y de ahí partían todos los días al campo.
         Antes de llegar estos intrépidos catalanes, los surcos se hacían con arado, con las bestias del campo. Entre otros trabajos, aplanaron el campo de fútbol de Adra y la Plaza de toros de Berja con un nuevo tractor de 100 caballos. Al poco compraron el edificio de Piquer Hermanos, en la calle Granada 134, y a través de José María Artero padre se hicieron con el concesionario de Ford Motor Ibérica en Almería.
        Han distribuido también las marcas Lancia, Honda, Skoda, Fiat, Land Rover y Nissan. Y de pronto se les ocurre que por qué no ponerse a fabricar máquinas. Empezaron con un dúmper con pala, de patente propia, que han vendido por todo el mundo y que venía muy bien para cargar la tierra de los invernaderos.
        Después siguieron con las barredoras, hormigoneras y todo tipo de camionetas industriales. Las ruedas las traen de Polonia, los motores de Italia, la carrocería de otro lado y Piquer monta la máquina. Cuentan desde hace unos años con una nave de 25.000 metros en el nudo industrial norte de Almería y han llegado a disponer de una plantilla de 300 trabajadores, que les ha catapultado como una de las grandes firmas de Almería. A pesar de que venían desde Villafranca sólo para tres meses, estos dos hermanos, ya fallecidos, supieron construir un imperio que aún continua en sus descendientes con exportaciones a Arabia Saudí, a base de brega y de muchos jornales a pie de balate.
José María, junto a su hermano Martín, recibió en 2006 el Escudo de Oro de la ciudad de Almería de manos del alcalde Luis Rogelio Rodríguez-Comendador por sus reconocidas trayectorias profesionales y por el legado de trabajo y dedicación, siempre vinculados a la ciudad.



León González Manuel





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