CASTILLO DEL MARQUÉS DE LOS VÉLEZ
Vélez Blanco será la cabeza del extenso y rico señorío de D. Pedro Fajardo, nombrado Marqués de los Vélez por los Reyes Católicos, que se instala en la villa en 1503. El castillo será el emblema de su poder, eligiendo para su construcción el estilo renacentista, que simboliza el espíritu de los nuevos tiempos.
El edificio presenta una estructura rectangular de argamasa y ladrillo, heredada de la alcazaba musulmana, que cumple la función de construcción auxiliar y protege el acceso al puente levadizo, y el cuerpo principal, de airosas siluetas y esbeltas proporciones, realizado con sillares y mampostería.
Vista general del Conjunto Histórico de Vélez Blanco. © Fotografía: Revista Velezana
El patio de honor, auténtica joya del castillo, fue vendido por sus propietarios en 1904. En la actualidad se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York. Construido en mármol blanco, uno de sus lados, con doble galería de columnas corintias, daba paso a los salones nobles del castillo, cuyas ricas decoraciones han sido también brutalmente expoliadas. Los Fajardo vivieron eventualmente en el castillo hasta el último tercio del siglo XVI. Después estuvo habitado con regularidad hasta el siglo XIX en el que quedó abandonado.
La presencia musulmana en el castillo se comprueba en el Primer Recinto y en algunos restos de fábrica hispanomusulmana en el arranque del muro cristiano (especialmente al este del puente levadizo y casi debajo del mirador orientado al Este). Precisamente la existencia de esta previa fortaleza islámica permitió al marqués de Los Vélez el construir el palacio-fortaleza, a pesar de la prohibición de los Reyes Católicos de levantar nuevos castillos, pues se habla de la reconstrucción de una obra previa.
Castillo del marqués de Los Vélez en la distancia. © Fotografía: Revista Velezana
En estos momentos de creación de los estados modernos la monarquía autoritaria desea reducir el poder de la nobleza medieval, simbolizado en el castillo fortificado como elementos de prestigio social, además de su valor puramente defensivo.
IGLESIA MUDÉJAR DE LA MAGDALENA
Situada a los pies del palacio-fortaleza constituye el primer templo cristiano de Vélez Blanco, levantado sobre el solar de la antigua mezquita, de la que aprovechó parte de su estructura constructiva. Es una obra mudéjar realizada en mampostería y ladrillo, de la que solo se conservan dos muros con tres arcos de ladrillo, y especialmente la imponente torre campanario, realizada en piedra y que muestra el escudo de los Fajardo en la cara Este.
En la planta baja de la torre, actualmente tapiada, hay una capilla con escudos de la familia Faura, cuyos miembros fueron alcaides de ambos Vélez durante varias décadas. Cerca encontramos los restos de una gran nave abovedada de un aljibe que pertenecía a los baños de la barriada musulmana.
BARRIO DE LA MORERIA
Sin embargo la huella musulmana mantiene su encanto en este barrio que se descolgaba a los pies de la antigua alcazaba musulmana (solar hoy ocupado por el castillo del marqués de Los Vélez) y la iglesia de la Magdalena. Está formado por calles asidas a las curvas de nivel, cortadas por otras verticales que ascienden con fuerte pendiente, resultado del amurallamiento nazarí del siglo XIV, cuando ya la frontera y el peligro cristiano estaban ya muy cerca. Esos vestigios del amurallamiento musulmán son todavía visibles en la proximidad de la Fuente de los Cinco Caños o la calle Palacio, cuya curva se adapta al recorrido de la antigua muralla hispanomusulmana, y algunos tramos están empotrados en las paredes de las viviendas actuales.
Eran callejuelas escalonadas, siempre estrechas, a las que se abrían callejones sin salida, pero a los que daban puertas de entrada a varias casas, con frecuentes retranqueos y dispuestas a distinta altura. Era el aspecto de este barrio hace no demasiadas décadas pero el signo del desarrollo y los tiempos cambia todo, pero todavía le resta algo de aquel encanto secular.
Calle tradicional en el barrio de la Morería. © Fotografía: Encarna Mª Navarro
Detalle de otra calle del mismo barrio hace unas pocas décadas.© Fotografía: Encarna Mª Navarro
FUENTE DE LOS CINCO CAÑOS
A esta fuente tradicional adosó D. Pedro Fajardo hacia 1530 un frontal de mármol de Macael con surtidores de bronce en forma de cabezas de león y esculpidas con las armas de los Fajardo y Chacón, además de las familia de su segunda y tercera esposas, Mencía de la Cueva y Catalina de Silva. Su inscripción nos dice “Quien bebe estas aguas, no olvidará jamás”. Toda una profecía para volver por estas tierras. Es la fuente con mayor valor histórico pero tenemos la oportunidad de visitarla más veces cuando volvamos a Vélez Blanco.
Detalle de la fuente de los Cinco Caños.© Fotografía: Paco Bonilla
CONJUNTO HISTÓRICO Y CALLE CORREDERA
Pocas visitas pueden superar en nuestra provincia a la del Conjunto Histórico de Vélez Blanco, dominado en lo alto por el volumen imponente del palacio fortaleza de los Fajardo. La calle Corredera es el centro neurálgico de esa arquitectura civil velezana de casas de tapial, ladrillo, cal blanca y piedra, de influencias barrocas, y en un magnífico estado de conservación. La iglesia mudéjar de Santiago, en la misma calle, debe ser una cita imprescindible.
Calle Corredera e iglesia de Santiago a la izquierda.© Fotografía: Alfonso Ruiz
CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA CULTURA DEL AGUA EL ALPORCHÓN
Inaugurado en 2010 en la tradicional sede de la Comunidad de Regantes, donde se celebraba la subasta de las aguas para el riego, pretende revalorizar la cultura del agua velezana y sus elementos asociados: los sistemas tradicionales de regadío, las construcciones (molinos, batanes, norias, fábricas de luz, fábricas de hielo, acequias, aljibes, balsas, lavaderos, canat,…) así como una mención especial a las personas vinculadas a esta tradición.
El Alporchón es una entidad jurídico-consuetudinaria inmemorial de base corporativa en materia de aguas y de régimen hidráulico, que administra el nacimiento de la Fuente de los Molinos y otras surgencias en el cerro del Maimón.
Sala del Centro de Interpretación de El Alporchón en Vélez Blanco.© Fotografía: Encarna Mª Navarro
Esta cultura del agua y sus infraestructuras hidráulicas de balsas, acequias, partidores, fuentes… y aspectos consuetudinarios sobre su uso (tandas de riego, trabajos manuales de mantenimiento…), se remontan al pasado hispanomusulmán, y nos recuerdan una sociedad que nos aportó la agricultura de regadío y que hizo un máximo aprovechamiento de un bien escaso como el agua, sustituyendo el anterior protagonismo del secano en la cultura romana.
Hoy las fuentes dispersas por todo Vélez Blanco nos recuerdan permanentemente esa presencia y culto al agua.