 | En 1568 bajo el reinado de Felipe II estalla la rebelión morisca en La Alpujarra alcanzando también a Abla, que se alzó en el tercer día de Navidad. Cuentan las crónicas cómo los sublevados profanaron la Iglesia degollando un cerdo sobre el Altar Mayor y destrozaron altares y retablos. Al día siguiente los hombres marcharon a Fiñana con el propósito de tomar la fortaleza mientras sus mujeres, hijos y ganados se encaminaron a La Alpujarra. La rebelión fue sofocada en la campaña militar llevada a cabo por el marqués de Los Vélez a finales de Noviembre de 1569. En 1571 se realiza el apeo de población con la llegada de nuevos pobladores castellanos a los que se reparte 103 suertes. También se procede al deslindamiento y amojonamiento del lugar de Abla, concediéndosele Término propio y el título de Real Población con la obligación de pagar sus vecinos un censo perpetuo de 1.200 ducados anuales.
A finales del siglo XVI aparecen documentadas ciertas instituciones locales civiles y religiosas, pero lo más transcendental en la vida de la población es la aprobación de las Ordenanzas Municipales de Abla de 1596. La novedad principal que presenta es la intervención del escribano del concejo de Abla en los pleitos suscitados en el Término, desmarcándose de este modo de la jurisdicción de Fiñana.
En 1629 surge un hito histórico-religioso de especial importancia local. El obispo de Guadix Fray Juan de Arauz, con la autorización del cardenal de Granada Spínola, declara por Decreto de 21 de Abril Patronos de Abla a los santos Apolo, Isacio y Crotato. Desde entonces se vienen celebrando cada año las fiestas patronales de la localidad. |  |