Situada a la entrada de la población, la Ermita de las Ánimas nos recuerda la fuerte carga de religiosidad popular de todo el valle de Andarax, animándonos a a interceder por las ánimas del purgatorio.
La ermita fue destruida por una riada a finales del siglo XIX y se reconstruyó un poco más cerda de la población. Por ello no corresponde al modelo habitual de ermita de La Alpujarra.
La Fuente-Lavadero quizá es uno de los ejemplares mejor conservados de toda la comarca por mantener gran parte de la estructura original y mostrar la fuente anexa con la cimbra de abastecimiento, aunque siempre dependiente de las incidencias climatológicas.
Los lavaderos eran elementos fundamentales de la cultural tradicional para la higiene doméstica antes del abastecimiento público a las viviendas rurales. un espacio fundamental de relación social femenina, punto de encuentro donde intercambiar vivencias o hablar de los problemas del momento.
La Torre del Reloj situada en la parte alta del pueblo, sirvió como reloj para los vecinos cuando solo los burgueses adinerados podían permitirse este lujo.
Tradicionalmente la vida estaba reglada por la hora solar, regulándose mediante la sombra proyectaba sobre algún objeto natural (luna, piedra o un árbol), y en los mejores casos mediante un reloj solar. Durante el siglo XIX se difundirán los relojes públicos en las torres de las iglesias o en edificios públicos dominando la trama urbana como en este caso.
El antiguo molino de Alsodux, cuyos restos aún pueden visitarse hoy, fue una pieza clave en la vida económica y social del pueblo. Utilizado para la molienda de cereales, principalmente trigo, aprovechaba la fuerza del agua canalizada desde la acequia local para mover las grandes piedras que trituraban el grano. Este molino hidráulico, típico en la región de Almería, no solo suministraba harina a la comunidad, sino que también era un lugar de encuentro para los vecinos que acudían a llevar su cosecha.
Las Eras de los Carmona, situadas en el cerrillo que domina la población, eran espacios tradicionales del siglo XIX utilizados para el proceso de trilla del cereal, una actividad crucial en la cadena agroindustrial de la época. Aprovechaban la ubicación elevada y ventilada para separar el grano de la paja después de pasar el trillo, que era tirado por animales de carga como mulas o burros.
Estas eras no solo tenían una estructura típica de las eras agrícolas, sino que además formaban parte de un conjunto de varias eras pertenecientes a familias de la localidad, lo cual era común en las comunidades rurales. Aunque hoy en día han caído en desuso debido a los avances tecnológicos en la agricultura, su localización estratégica sigue siendo relevante, ya que ofrecen impresionantes vistas panorámicas, convirtiéndose en excelentes miradores que mantienen viva parte de la historia y el paisaje cultural de la región.
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