RUTAS DE BEIRES







No debe Perderse:









El pueblo se divide en dos barrios: el Zambrón, al Este; y el de Beires propiamente dicho, al Oeste. Estos están separados por el Barranco del Nacimiento, en él hay un puente de piedra que se comenzó a construir en 1682 y se concluyó en 1715. A ambos lados de este barranco abunda la vegetación, principalmente matorrales, frutales, álamos y laureles.
Sus pequeñas casas, limpias y encaladas, contrastan con los alrededores del pueblo, el cual se encuentra sembrado por una abundante vegetación. Posee unas vistas sumamente agradables, pintorescas, ya que el pueblo se halla rodeado de árboles de distintas especies frutales y flores de todas las clases entre las casas, pues antiguamente rara era la que no tenía huerto. A estas espléndidas imágenes que nos puede proporcionar un paseo por Beires, tenemos que sumar la panorámica que nos ofrece, desde la Sierra de Gádor al Cabo de Gata, contempladas desde la plaza de la iglesia, situada en el extremo oeste del pueblo.

"Vista de la Sierra de Gádor"

La población está resguardada del viento del Norte por la referida montaña, tomando el pueblo una forma semejante a la de un anfiteatro por hallarse los dos barrios uno frente a otro, ambos en el centro de dos cerros que terminan en forma de pirámide.


"Vista General de Beíres"

Algunos riachuelos y fondos de vallejos, esconden nuevas especies botánicas, desconocidas en otras regiones de Almería. Ante nosotros proliferan castaños y densos bosques galería, añadiendo un variado colorido a todo el entorno. Antiguos caminos y veredas, a veces utilizados por labriegos acompañados de sus asnos, surgen ante nosotros en imágenes bucólicas y fascinantes, pero reales.
Antes de llegar a la localidad, a nuestra derecha, parte una pista hacia el área recreativa de la Fuente de Nacimiento, donde podrá refrescarse o descansar un rato. Pronto, un giro del trayecto nos muestra los dos barrios de Beires, custodiados por los restos de la antigua fortificación árabe enriscada en unos abruptos escarpes próximos. Deténgase cerca del templo de San Juan Bautista, y admire su fábrica mudéjar (del siglo XVI), así como los excelentes retablos del interior; uno de ellos con un lienzo de Alonso Cano. Entreténgase en callejear y déjese envolver por la tranquilidad que emana de sus edificios, fuentes y moradores. Respire profundo, relájese y llénese de este don que echará de menos más tarde, en el bullicio de la vida diaria.







 
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