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HISTORIA DE BENITAGLA

El apeo, deslinde y amojonamiento de la villa se produjo en 1572, dentro de las normativas generales dadas por Felipe II para repartir los bienes de los moriscos abandonados tras la sublevación. Este proceso fue realizado por la Junta de Población de la Real Chancillería de Granada y se llevó a cabo con los Concejos limítrofes de Cóbdar, Binimia y Alhabía, estos dos últimos despoblados y a punto de desaparecer los restos de casas que quedan.


Las casas del pueblo, según el Libro de Apeo son «labradas de losa y tierra, y por tejas lasas de pizarra», es decir, que no han cambiado prácticamente nada desde el siglo XVI. Todas las construcciones guardan gran similitud, no distorsionan el ambiente, con paredes encaladas relucientes (dando un esplendor especial en verano), con la techumbre a una o dos aguas y cubiertas por tejas, uno de los pocos cambios habidos en este tiempo.


En época morisca, antes del levantamiento, se contaban 60 vecinos, todos moriscos, ningún cristiano viejo, incluso el clérigo que daba la misa venía de fuera. Se contaban 61 casas, de las cuales, tras el abandono, se pudieron rehabitar 50, lo que no era normal, ya que, tras la sublevación, el abandono y la espera de los repobladores se deterioraban.

 

Por su situación, lejos de la casa solariega y por su pobreza de tierras, sólo llegaron seis pobladores a Benitagla, sin dejar de lado los procesos legales emprendidos por uno de ellos, conocido como Botia, y sus diez años de retraso en la llegada. Ante esta escasez, fue necesario incluso saltarse las normas dictadas por el Rey para el repartimiento de las tierras moriscas y les fueron concedidas a habitantes de pueblos vecinos.


Sin embargo, el riego carecía de importancia. Por otro lado, la ganadería tampoco era de gran interés, ya que sólo se poseían animales de tiro para el trabajo de campo y algunos ejemplares de corral para la alimentación, contradiciendo así al profesor Torres. Esta actividad económica carecía de importancia tanto en Benitagla como en los alrededores, exceptuando Tahalí, nombre árabe de Tahal, ya que no disponía de la suficiente extensión de tierras de uso común como para dedicarse a la ganadería.

Otra actividad económica que está documentada es la producción de tejidos de seda, que desde el inicio de la Edad Media en la provincia de Almería había estado en manos, en un primer momento, de los mudéjares y más tarde en las de los moriscos, sin interrumpirse por la conquista cristiana, aunque Benizalón destacaba por encima de Benitagla en esta actividad.


En la actualidad, ha desaparecido tanto la industria de la seda como la poca ganadería que existía, ya que ni siquiera se tienen los animales de tiro. Sólo se continúa con la agricultura, principal fuente de riqueza, a pesar de la reducción del área cultivada y del incendio sufrido hace dos años, que obligó a los habitantes de Benitagla a desalojar sus viviendas. Los cultivos más importantes son el almendro y el olivo fundamentalmente, aunque también se da la parra para realizar vinos caseros.