historia

NUESTROS ORÍGENES
 

El solar que en la actualidad ocupa Cuevas ha sido preferido desde tiempos remotos por los distintos pueblos, culturas y civilizaciones que han forjado la historia del Mediterráneo; griegos, fenicios, cartagineses, íberos, romanos, godos, árabes y cristianos han pugnado por su dominio y control.

Intensamente poblada desde el Paleolítico y el Neolítico, por primitivos neandertales que habitaron la Cueva de la Zájara o los mineros y agricultores argáricos que se asentaron en Fuente Álamo como demuestran los yacimientos excavados en Fuente Álamo, Almizaraque y Villaricos, esta tierra va a contemplar en el siglo VII a.C. la fundación de la ciudad de Baria, hecho trascendental en el devenir histórico de la cuenca mediterránea durante estos primeros siglos. Esta colonia, que ocupaba la zona sur del actual Villaricos, se convirtió en un centro comercial de primer orden en el que se embarcaban los minerales y metales extraídos de la vecina Almagrera. Es a partir del siglo VI a.C. cuando arriban a Baria los cartagineses, mezclándose de inmediato con los indígenas fenicios, dedicados por completo a la exportación de minerales y a la pesca e industria de salazones.

La derrota de los cartagineses ante los romanos supuso la invasión de las antiguas colonias, entre las que se encontraba Villaricos. Fue Lucio Escorpión el que la tomaría en el 209 a.C., construyendo una nueva ciudad en un emplazamiento distinto al de la antigua Baria. A finales del siglo pasado se encontró una lápida de mármol en la que se podía leer Baeticae Finis (hasta aquí la Bética), lo que atestigua el hecho de que Villaricos fue entonces punto fronterizo entre las dos provincias romanas de la Bética y la Tarraconense. Los Romanos, como todos los colonizadores que les precedieron, continuaron explotando las minas de Almagrera y Almagro.

Castillo de Villaricos

Tras una fugaz presencia Visigoda, irrumpen los musulmanes. Pese a su asentamiento inicial en Villaricos, convertido por los árabes en puerto donde hacían escala los barcos que se desplazaban entre Almería y Cartagena, pronto abandonarán la costa en beneficio de las riberas interiores del río Almanzora. Este desplazamiento de la población tierra a dentro tiene que ver con las características de la cultura árabe, que trajo consigo el abandono de casi todo la actividad minera. En plena etapa de dominio musulmán, Cuevas y Portilla, entonces bajo un término administrativo común, poseían más de 530 casas y una buena extensión de fértiles tierras de regadío. De este período hemos heredado nuestra ancestral cultura del agua y la organización de los regadíos.

Desde 1482, las incursiones de los cristianos de Lorca en las todavía musulmanas tierras de Cuevas y Vera se van haciendo más frecuentes. Pero no fue hasta el 9 de julio de 1488 cuando las tropas cristianas, casi sin lucha, conquistan ambas poblaciones. La rendición de la villa y fortaleza de Cuevas tuvo lugar ante Juan de Benavides, enviado del rey Fernando, dos días después. Ya en 1503, los Reyes Católicos requieren de don Pedro Fajardo la ciudad de Cartagena a cambio de Cuevas, Portilla y los Velez. A partir de este momento las que habían sido tierras de Realengo se convierten en posesiones de señorío bajo la jurisdicción del recién creado marquesado de los Vélez, constituyéndose Cuevas en una alcaldía mayor y llamándose Cuevas del Marqués hasta el siglo XIX.

Los árabes, sometidos, se ven obligados a abrazar la fe cristiana, siendo los moriscos los que constituirán el 80% de la población cuevana hasta su sublevación y posterior expulsión en 1570. Este hecho provocará el despoblamiento de la villa y una crisis económica sin precedentes, debido al abandono de los campos y a la consiguiente baja de producción. Es entonces cuando la administración señorial se ve obligada a promover una repoblación con más de 200 familias cristianas que, procedentes en su mayoría de la vecina Murcia, se repartirán las antiguas propiedades de los moriscos.

Comenzó después una etapa de inseguridad motivada por la desprotección de la costa y la escasa densidad de población. En efecto, del siglo XVI al XVIII se suceden las incursiones de piratas berberiscos, los cuales protagonizarán sonados ataques y saqueos a Cuevas, como el comandado por el temido Al-Dugalí el 28 de noviembre de 1573. Bajo el reinado de Carlos III, se refuerza la defensa y vigilancia del litoral con la construcción de numerosos baluartes, hecho éste que frenará los intentos del corso y permitirá la consolidación de una población que, desde el núcleo de Cuevas, comienza a asentarse en otras zonas hasta ese momento desprotegidas, como Guazamara y Palomares.

Castillo del Marqués de los Vélez

La declaración de Cuevas del Almanzora como subsede de los Juegos Mediterráneos del 2005, donde se ha creado un Lago Artificial en el que se celebrarán las pruebas olímpicas de remo y piragüismo. Después de este gran evento deportivo, este enclave natural se convertirá en una zona lúdico deportiva. El trazado por su término o cercano a éste de importantes infraestructuras de comunicación, como la Autopista de Vera a Cartagena o el AVE; avisan de un despertar económico que no se limita a la actividad empresarial, sino que se extiende a todos aquellos aspectos relacionados con el aumento del nivel de vida de sus habitantes.

 

Cuevas del Almanzora

Cuando Javier de Burgos crea en 1833 la provincia de Almería en el marco de una nueva organización territorial, Cuevas contaba con unos 8.000 habitantes que tenían en la agricultura su principal modo de vida. Sólo habrá que esperar hasta 1838 para que esta realidad sufra una extraordinaria transformación.

Ese año se descubre el filón de plata nativa del barranco del Jaroso, en sierra Almagrera, y se inicia una fiebre minera sin parangón en ningún otro punto de la geografía nacional. De repente, los solitarios y agrestes barrancos se llenan de humanidad, de codicia y de febril actividad, todos quieren participar de la nueva riqueza y se apresuran en una guerra de concesiones que invade de agujeros la sierra. Entre la fecha del descubrimiento y 1847, los pingues beneficios repercutirán en el semblante urbano de Cuevas, ya que la nueva burguesía invertirá parte de su fortuna en construirse palacetes.Mientras en las inmediaciones de la sierra se levantan fundiciones que dan trabajo a cientos de obreros. Al reclamo de la nueva coyuntura económica llegan a Cuevas miles de personas que en 1850 sitúan el censo de población en 16.000 habitantes. Pero pronto surgirán los primeros problemas: las minas comienzan a inundarse, la necesidad de desaguar obligará a los propietarios a invertir más, en unos momentos en que las vetas de mineral son cada vez más impuras. Esta situación provocará una crisis definitiva durante la década de los 70, que se extenderá hasta que en 1877 se produzca el descubrimiento de hierro argentífero en Herrerías.

Coincidente con este periodo de esplendor económico, asistimos a años de florecimiento cultural; la nueva burguesía, cada vez más refinada, busca nuevas formas de entretenimiento, proliferando los círculos literarios y los casinos culturales. Surgen numerosos periódicos, entre los que destacó "El Minero de Almagrera", portavoz mediático de los mineros enriquecidos.

Continúan los problemas de desagüe, surgiendo las primeras inundaciones de minas en Herrerías. En 1891, tras varios años de paralización, inician su funcionamiento las instalaciones del desagüe del Arteal. Es época de recuperación económica que incide sobre el crecimiento de la población, llegando a su cenit en 1910 con 26.130 habitantes censados. A partir de aquí la crisis se acentuará, sobre todo con el final de la I Guerra Mundial y la caída de los precios del hierro en los mercados internacionales. La agonía de la minería cuevana se extenderá hasta 1930.
Durante la Guerra Civil y las décadas siguientes reinarán, como en casi todos los lugares, la miseria, el hambre y la emigración. En Cuevas el destino de la emigración internacional será Suiza, Alemania y Francia; y nacional hacia Cataluña, estos acontecimientos rebajarán la población a unos pírricos 7.665 habitantes en 1970, la cifra más reducida desde hacía siglos. Por aquellos años una agricultura casi autárquica, basada en los cultivos de regadío y secano, junto a la raquítica explotación del porcino, constituirán la base de la débil economía cuevana.

Esta situación ha cambiado, hoy la población supera los 11.000 habitantes, recuperación demográfica que va ligada a una mejora de las perspectivas económicas basada en el despegue de la agricultura y el turismo. El flujo migratorio se cortó definitivamente y, en la actualidad, Cuevas se ha convertido en centro receptor de inmigración. La puesta en cultivo de nuevas tierras de regadío tras la construcción de la presa del Almanzora, la proliferación de los cultivos bajo plástico y la aplicación de modernas técnicas agrícolas han rentabilizado las producciones, destinadas en su mayor parte a la exportación. Ante el empuje del sector comienza a consolidarse una industria auxiliar que se dedica al envasado y manipulado de los productos agrícolas antes de su transporte.

Por otro lado, las dos últimas décadas del siglo XIX han contemplado el afianzamiento del sector turístico, el otro gran pilar de la economía cuevana; éste se ha realizado salvaguardando los valores naturales y la belleza paisajística de nuestra franja costera, así como nuestra riqueza arqueológica y cultural. Con ello se pretende buscar un desarrollo turístico integral que sea capaz de combinar la tradicional oferta de sol y playa con otros valores que ofrece nuestra tierra.

Pero la nuestra es también una ciudad de servicios, en la que podemos encontrar empresas dedicadas a cualquier tipo de actividad; igualmente la industria también ocupa un espacio decisivo en el desarrollo de la población, con sectores de producción que durante la última década han aumentado considerablemente su actividad. La producción de derivados destinados a la elaboración de medicamentos supone, una actividad de décadas que ofrece cientos de puestos de trabajo estables en toda la comarca. Este panorama de completa con la existencia de dos polígonos industriales donde se han asentado numerosas empresas.



Puente de Hierro

En definitiva, junto a este prometedor potencial económico y a unas perspectivas de desarrollo integral muy halagüeñas, Cuevas y su término atesoran una enorme riqueza histórica, patrimonial, paisajística y cultural que merece de nuestro cuidado, aprecio y conocimiento. La puesta en valor de algunos de nuestros yacimientos arqueológicos, la restauración de nuestros monumentos y edificios más emblemáticos, la creación de nuevas infraestructuras y servicios culturales contribuyen a hacer del nuestro un centro de interés histórico, artístico y cultural como pocos de la provincia de Almería. Cuevas es, pues, un pueblo con vocación cultural que escudriña en su pasado para afrontar un futuro esperanzador.

Si a todo esto le sumamos la hospitalidad de sus gentes, el sabor de su rica y variada gastronomía y la diversión de sus fiestas y tradiciones, el placer de cualquier visita o estancia en Cuevas del Almanzora está asegurado. “Cuevas del Almanzora ... mil zarones para visitarla” ven y descúbrela.

 

Fuente de Referencia: Guía turística cultural y patrimonial de Cuevas del Almanzora.

Autores: Enrique Fernández Bolea, Francisco Viúdez Asensio y Jose Manuel Alarcón Soler