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15 palabras que no pueden faltar en el diccionario almeriense

El léxico almeriense es rico y diverso en sus orígenes, en el que se entrecruzan, además, otras culturas lingüísticas como el murciano, el andaluz y el árabe , por supuesto. De este último, uno de los innumerables ejemplos que podemos encontrar es el nombre del tradicional plato de 'gurullos' .

Nuestra forma de expresarnos supone, pues, un batiburrillo de aquí y de allí, una encrucijada entre las hablas del oriente peninsular y el léxico meridional. Por eso, y para que no te pase lo mismo que a aquel desconcertado chico de Madrid, aquí va nuestro diccionario de almeriense.

La mayoría de las veces puede parecer que en Almería las palabras se atropellan o que los almerienses hablan como locos (“Venacápacá”). Sin embargo, no es así, se equivoca el que piensa “mira qué catetos, dicen lo mismo tres veces”.

Nada más lejos de la realidad. Los almerienses son gente de pasión. Hablan como si se hubieran subido a un tablao y se les llenara la boca de énfasis y las manos de aspavientos. Ponen vehemencia a las frases para que los entiendan bien: “Ven” (dan la orden), “acá” (señalan el lugar), “para acá” (indican la dirección que hay que seguir). Así se aseguran de que, si el interpelado no acude, es porque no le da la gana. Porque más claro no se puede decir. En esa chorrera de palabras hay un nivel de precisión casi científica.

Ocurre lo mismo con la expresión “¿queehloqueéh?” Los parcos del habla dirían ¿qué es?, pero esa interrogación tan cortica muestra poco interés. A los almerienses les gusta hacer hincapié: “qué eh” (preguntan por algo), “lo que eh” (inciden en ese mismo algo). Pocas dudas pueden quedar ahí. Hoy os traemos una lista de algunas de las palabras que no pueden faltar en el diccionario almeriense:

1.- Cucha: Significa “mira esto, eso o aquello”. Puede ir seguido de un sustantivo o un nombre como “Cucha el gato de Pepe”.

2.- Cascomío: Aunque lo parezca, no es la abreviación del “casco es mío”. Significa “¿qué has comido?

3.- Mendrugo: Dícese de una persona tosca, grosera o basta. También vale para un trozo grande de pan.

4.- Ande: Pese a parecerlo, no es el subjuntivo del verbo andar (yo ande). Significa “¿a dónde?”.

5.- Legañosos: Es el apodo que recibimos los almerienses cuyo origen procede de la ancestral tradición de la recogida y exportación del esparto que producía un mal en los ojos, llenándose estos de legañas.

6.- Comiíco mierda: Dícese de la persona que va extremadamente sucia, muy sucia o “sucia perdía”. También de aquella que va “enjarinaíca de polvo”.

7.-Apoyardao: Es aquella persona boba que, aunque quiera, no se entera de nada.

8.- Cipollo: Persona “apoyardá” pero a niveles superiores. Igualmente se usa para esa persona con aires de chulería o engreída. Muchas veces equivale a gilipollas. “Cucha que cipollo es el Pepe”.

9.- ¡Estati quiero!: Por norma general, es usado para regañar a un niño o niña con un tono más elevado de lo normal. “Jose, estati quiero ya!”.

10.- Cacharro: Aquella bebida alcohólica, generalmente whisky, ron o ginebra, combinada con un refresco. Lo que viene a ser un cubalibre o una copa de toda la vida. “Ponme un cacharro”.

11.- Cacharrico: Aunque lo parezca, no es un cacharro pequeño. Se trata de las distintas atracciones de la Feria en las que pasean niños y mayores.

12.- Esmallao: Persona tacaña o que le gusta poco sacar la billetera. “Mira el Pepe, está esmallao vivo’.

13.- Farfollas: Es similar al ‘cipollo’, con aires de mucha apariencia, pero de poca importancia. “El farfollas de Juan se ha comprado un coche, lo que le faltaba”.

14.- Irritación: Aunque lo parezca no es afección en alguna zona del cuerpo por enrojecimiento o escozor, sino que todo almeriense emplea esta palabra para referirse a un enfado o enojo. “Matías tiene una irritación muy grande con María”.

15.- Rebañapailas: No, no es una persona que se come todo dejando el plato limpio, sino que es aquella persona que pretende aprovecharse de los demás. “Mira el rebañapailas de Antonio, qué cara tiene”.

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