Nuestros orígenes
Vícar, al igual que el resto de poblaciones del Poniente, Adra, El Ejido o Dalías, sirvió como lugar de asentamiento de pueblos romanos y árabes, que buscaron en las costas almerienses lugares para el desarrollo de su civilización, dentro del territorio peninsular.
La Comisión de Apeos, nombrada el 17 de febrero de 1573, declara una casa como bienes propios en el lugar de Vícar, además de otros de la Taha. La tasación que el albañil Francisco de Siles hizo del total de las casas de Vícar fue de 93.000 maravedíes. Cada suerte de repartimientos recibió una casa en Felix, otra en Enix y otra en Vícar.
De esos asentamientos en la Comarca del Poniente se sabe por los restos y hallazgos localizados en yacimientos arqueológicos de gran importancia. Su aparición como municipio en la historia se da en 1505, concretamente el 8 de diciembre, cuando los Reyes Católicos donan la localidad a Almería, por una Real Cédula, dada en Ecija (Sevilla). Junto a Vícar tambien se dona Enix y Felix "por juro de heredad para siempre jamás". Enix, Felix, Los Marchales de Antón López, Miralles y Roquetas conformarán la Taha de Felix.
El amojonamiento de ésta se realizó el 18 de septiembre de 1573 por mandato de Martín de Sorais. La rebelión de los moriscos en las Alpujarras, comarca limítrofe con Vícar y todo el Poniente, adquiere especial virulencia en la zona de Vícar y sobre todo en los alrededores como el Castillo y el Cerro de las Matanzas en Felix. La sofocación de esta revuelta fue llevada a cabo por el Marqués de los Vélez, que realizó esta labor en casi toda la provincia.
Tras la sofocación de la revuelta y posterior expulsión de los moriscos se procedió a su repoblamiento, según las normas dadas por el rey Felipe II, que se recogen en el Libro de Apeos de Felix.
EL MISTERIO DE UN NOMBRE
Enigmático resulta el nombre de Vícar-Bícar, transcrito tal cual de los primeros tiempos de la conquista castellana.
En Varrón encontramos el nombre prerromano de un envase vinario, conocido por baccar. Pero no parece ese el lugar adecuado donde poder buscar tan oscuro nombre, más cuando sabemos que la riqueza del Campo de Dalías romano eran el olivo y los cereales.
En árabe, tres palabras pueden haber servido de origen y denominación.
Una presenta un significado casi fabuloso, propio de un cuento oriental. Se dice que los árabes denominaban ‘abqar’ (leído bacar) a la tierra de donde procedían –o donde abundaban- los genios (yinn) y cuando consideraban especialmente bella alguna cosa o se maravillaban de su fuerza y su agudeza lo atribuían a aquella procedencia. Otra nos introduce por derroteros más prosaicos: bakîr, cuyo plural es bikâr, significaba para los granadinos “estival”, “cosa de estío”, “temprano”; en un sentido más alegórico, bakara o bakira sería “hacer alto en una aldea”, dejando a sus compañeros al aire libre o campo raso.
Puede también proceder del bajo latín, como dehesa boyal, toril, “lugar donde pastaba el ganado vacuno de un lugar”, como los “bacares” de nuestra geografía alpujarreña y el pueblo del mismo nombre de la Sierra de Filabres.
¿Cuál de estas palabras pudo servir como origen más probable de la población? Evidentemente la tercera, que hace referencia a la benignidad del clima, y la quinta, con la que pudo asociarse por su uso.