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La Voz de Almería 16/06/2024
Las 19:30 en España, 1440 en Serón. Esa fue la hora que marcó el reloj en este municipio almeriense, que se retrotrajo cinco siglos y medio atrás durante la primera recreación del secuestro de la hija del alcalde, una leyenda que enfrenta a este municipio con dos de tierras murcianas y granadina, Lorca y Baza.
Al marcar las siete y media de la tarde, la Plaza Nueva ya estaba repleta de gente dispuesta a echar la vista atrás y guiarse por lo que rezan los manuscritos. El actual alcalde, Manuel Martínez Domene, pudo estar tranquilo, pues nadie de su familia corría peligro. Fueron los vecinos los que se metieron en la piel de sus antepasados.
Bajo la dirección de Antonio Lucas, se le dio vida a un tramo de la historia local que ya tenía su protagonismo con una estatua. La idea, según las palabras del primer edil, es darle continuidad en sucesivos años. “Representa parte de nuestra historia y nuestra cultura; cuya escultura luce desde hace poco más de un año en la plaza de la Virgen de los Remedios, donde los visitantes y vecinos posan para sus fotografías o vídeos junto a la bella obra del prestigioso escultor Roberto Manzano”, explicaba en las horas previas el regidor.
El guion lo puso los documentos de las transcripciones fidedignas de Pérez de Hita, que cuenta que ‘La novia de Serón’, hija del mandamás político, iba camino de Baza, donde se debía casar con el alcalde de esta ciudad, cuando embistieron con un grupo de vecinos de Lorca, que tomaron a todos los almerienses presos, salvo quien consiguió escapar y volver a casa para avisar de lo que había sucedido.
El alcalde, lógicamente preocupado, decidió enviar a sus vecinos más fuertes para dirigirse al punto donde la expedición estaba capturada y batallar con los lorquinos por la libertad de los apresados. La joven novia tuvo que ver como los almerienses eran derrotados y parecía resignada a su futuro con los lorquinos, que decidieron devolverla tras la decisión de uno de los captores.
A cambio se quedaron con un precioso oro y pedrería, un presente que la expedición mora entregó directamente al jefe de los cristianos, Diego López de Guevara. Una leyenda que ha formado parte de la vida de todos los seronenses, que han conocido la historia desde pequeños y ahora la han representado por las calles de su localidad.