Gracias a su nombre (Abú Úmar Yúsuf b. Sulaymán b. Abdallah b. Wahb b. Habib b. Matar) conocemos seis generaciones de su familia, incluida la suya, por lo que, claramente, no era de origen hispano, dado que nos lleva al siglo VIII en el que se produjo la conquista arabo-islámica. No obstante, no se da ningún gentilicio tribal, aunque el geográfico de al-Mariyi, que lo relaciona con la ciudad de Almería antes de su fundación oficial, podría ser, en realidad, al-Murri y remitir a esta tribu árabe. No obstante, no es extraño que se le diga "el Almeriense" en esa fecha tan temprana pues, de hecho, se han conservado diversas lápidas funerarias de Almería datadas expresamente en la primera mitad del siglo X en el que vivió este sabio religioso.

Su biógrafo Ibn al-Fáradi (m. 1013), que embarcó en Almería a finales del siglo X, conoció a su nieto, Sulaymán b. Áhmad b. Yúsuf, que fue secretario de cadíes cordobeses; este le indicó que su abuelo falleció antes del año 942, lo que confirmó el biógrafo al decir que murió en el año 941, quizás porque vio su tumba en Pechina o en Almería.

De él nos dice Ibn al-Fáradi que fue hombre virtuoso y piadoso, discípulo de Muhámmad Ibn Abí Jálid, el primer sabio que conocemos de Pechina (m. aprox. 929).

El sobrenombre por el que fue conocido, Ibn al-Batini, podría responder a que algún antepasado se inclinó hacia el esoterismo, que penetró en al-Ándalus a través del puerto de Almería, aunque, en este caso debería de estar escrito como Ibn al-Bátini.