Nexo entre varias generaciones socialistas, cofundó el PSOE en los años setenta de la pasada centuria. Acusado de rebelión militar por adhesión, sufrió prisión en las cárceles de El Ingenio (Almería) y Valladolid.
Nacido el 25 de octubre de 1914 en la granadina Ugíjar, era el tercero de los seis hijos habidos en el matrimonio entre Teresa Linares y Juan Tesoro. Aparcero del cortijo alpujarreño La Menora, el padre se ayudaba económicamente ejerciendo de “cosario” o recadero ocasional en carro y/o tartana. El matrimonio Tesoro Linares fue reclamado por el cuñado José Peláez y su hermana Mercedes, recalando en Almería hacia 1920, para trabajar en el céntrico parador del Príncipe, situado en la embocadura de la rambla Obispo Orberá.
Creció convencido de que los tíos eran sus verdaderos padres y no los biológicos, discurriendo su plácida infancia entre el parador, el cortijo y el colegio La Salle. Tras concluir brillantemente el bachillerato, opositó al Cuerpo de Correos, siendo destinado a Huércal Overa (interino) y posteriormente en la capital, hasta que, en 1937, en plena Guerra Civil, su quinta fue movilizada. Dada su condición de oficial de 1ª clase lo asimilaron al rango de capitán, quedando como responsable de la correspondencia entre la ciudad y el frente de Berja. En los días previos al final de la contienda bélica intentó salir de España por el puerto de Alicante, junto a su hermano Manuel, pero al no poder embarcar regresaron a Almería, siendo detenidos en Vélez Rubio. Fue la primera reclusión en su penoso deambular por cárceles y comisarías de policía. Por entonces ya militaba en las Juventudes Socialistas Unificadas y en UGT.
Una nueva delación lo llevó a la prisión de El Ingenio en mayo de 1939, calificado de “individuo de arraigadas convicciones izquierdistas, habiendo sido jefe de uno de los servicios de la Censura Militar roja”, señalaba el informe de Falange y otros aparatos represivos. Paradójicamente, su buen nombre salió fortalecido: “Buen concepto en la vida pública y privada”. “Apto profesionalmente” o “No ha tomado parte en hechos delictivos…”; opiniones emitidas incluso por significadas personas de derechas. Sin embargo, su procesamiento no se hizo esperar.
Con fecha 26 de septiembre de 1939 el Consejo de Guerra Sumarísimo condenó a los hermanos Manuel y José a la “pena de reclusión perpetua… siéndole de abono a ambos la totalidad de prisión preventiva”. De nada sirvieron los favorables avales incorporados en la causa 20.614/39 (a algunos de los firmantes la familia los ocultó durante la guerra en el llamado Cortijo del Muro o Peláez), acusado de Rebelión Militar por Adhesión. En mayo de 1940 los dos fueron trasladados hasta la prisión provincial de Valladolid. Después de las celdas de castigo, el régimen carcelario se suavizó un tanto, al tiempo que le comunicaban la reducción de condena: de 20 a seis años.
En octubre de 1941 marchó en libertad vigilada con sus hermanos Emilio, María y Manuel a Barcelona. Después de su estancia catalana regresó definitivamente a Almería. Pero el perdón prometido por el dictador Francisco Franco se incumplió sistemáticamente. El sambenito de rojo y desafecto al régimen surgido de la rebelión se extendió a la totalidad del entorno familiar. Depurado del escalafón de Correos y expulsado de su plaza en propiedad, Pepe Tesoro intentó por todos los medios rehacer su vida en un marco hostil: en dos ocasiones más su irrenunciable ideología le llevó a la nueva cárcel de la Carretera de Níjar. En 1946 se casó con Amalia Amate Andrés, enlace del que nacieron Martirio, Amalia y José. En el Paseo de la Caridad (lindante al Quemadero) abrió una panadería junto a un militante cenetista, que tuvo corto recorrido comercial.
Duramente represaliado, Manuel, el de mayor relevancia política en los primeros años -maestro de escuela en Pampanico (Dalías) y las 500 Viviendas en la capital-, emigró a Venezuela, donde fijó su residencia. En tan duras circunstancias, las hermanas Mercedes y María se convirtieron en el sostén familiar, recabando avales y cuidando de la vivienda en La Molineta. Emilio fue “inquilino” del campo de refugiados francés en Argelés-sur-Mer, estableciéndose finalmente en Brasil con Juan Antonio, el menor de los hermanos y el que menos padeció el rigor de la guerra y posguerra.
En 1944 José Tesoro se esforzó en reorganizar a los socialistas clandestinos, siendo el aglutinador de dos generaciones de militantes y cofundador del PSOE provincial, de cuya agrupación fue presidente honorario y efectivo en distintas etapas. Convocadas en España las primeras Elecciones Generales a Cortes Constituyentes (junio, 1977), Tesoro presidió, en calidad de secretario general, el acto central de la campaña, con asistencia de Felipe González en las naves de Saltua (cocheras de autobuses en el paraje de Las Lomas). Ya había conseguido la estabilidad laboral como administrativo en la fábrica de piensos La Foca (Huércal de Almería) y en la conservera Santa Isabel (Adra). Meses después de su fallecimiento, el 29 de agosto de 1995, lo nombraron, a título póstumo, Almeriense Ideal-95.