Su padre, Angel Gómez Matarín, era
natural de Alboloduy y su madre, Isabel Fuentes Ortega, nació en Ohanes.
Sus abuelos paternos se llamaban Francisco Gómez y Ana Matarín. Fue el
cuarto de siete hermanos: María, Adela, Ángel, Rafael, Isabel, Alberto
y Paquita. Su hermano Ángel, que fue abogado, maestro y político, figura
en el Diccionario Biográfico del IEA.
Durante la Guerra Civil, la familia vivió
de forma itinerante entre Alboloduy y Almería. Precisamente, en el cortijo
La Simona , el 5 de Agosto de 1936, cuando tenía sólo 7 años de edad,
fue interlocutor de los milicianos y luego testigo del arresto ilegal de
su tío José Gómez Matarín por su condición de sacerdote, junto con el entonces
párroco de Alboloduy. Su otro tío, también sacerdote, Alberto Gómez
Matarín, pudo escapar, pero José no corrió la misma suerte. Tras permanecer
en la prisión de Alhama de Almería, fue asesinado en Tabernas el
31 de agosto de 1936, a la edad de 51 años, siendo beatificado como mártir
por la Iglesia Católica en 2017.
Se vio obligado a suspender sus estudios durante
los tres años que duró la guerra, realizando después dos cursos en uno
con objeto de recuperar el tiempo perdido. Estudió en la Salle y, posteriormente,
en el Instituto de Enseñanzas Medias de Almería, el actual IES Celia Viñas.
Durante la adolescencia, entre los 10
y los 14 años, tuvo un problema de crecimiento que le afectó a las piernas.
Le pusieron como corrector una especie de férulas de hierro que se iban
adaptando según crecía y que eran muy pesadas. Se acostumbró a andar y
a correr con todo ese peso, y en lugar de considerarlo una minusvalía o
tener complejo, quedó patente el valor y el esfuerzo para enfrentarse a
este reto. Empezó a salir en aquella época con su hermano Ángel y su pandilla
de amigos, porque, aunque era más pequeño, siempre resultó muy entusiasta
y atrevido, y eso le valió el apodo del “Niño Rafael”, apelativo que
mantuvo hasta su muerte entre sus amigos más íntimos.
Dijo que quería estudiar Medicina, y sus padres
le recondujeron hacia Veterinaria, que podía estudiar en Córdoba, en casa
de unos parientes, conocidos como “Los de Córdoba”. Realmente eran unos
amigos íntimos de sus padres, que siempre se trataron como familia, y a
los que Rafael estaba muy agradecido.
Fue buen estudiante y se licenció en Veterinaria
en la Universidad de Córdoba en 1954, habiendo sido Delegado de Curso,
y sobre todo, habiendo desarrollado una amplia actividad deportiva durante
el periodo universitario, especialmente en Atletismo, Baloncesto y Fútbol,
hasta el punto de que llegó a tener una buena oferta para pasar al Fútbol
profesional.
Tras la carrera, hizo las milicias universitarias
con la categoría de Alférez, y después empezó su actividad profesional
como veterinario en varios pueblos de la provincia de Almería.
En 1956 empezó a trabajar como profesor de
Ciencias Naturales en el Instituto de Albox, que se acababa de crear. El
23 de junio de 1958 se casó con Carmen Pinteño Núñez, natural de Huercal-Overa,
una joven que estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios de Almería,
y que años después, acabaría siendo una pintora de prestigio.
Trabajó en el Instituto de Albox durante 18
años. Ganó la Catedra de Ciencias Naturales en el año 67 o 68, y
realizó su tesis sobre “ Cultivos en Arenas”, lo que, con posterioridad,
se desvelaría como un área de enorme interés y desarrollo para la provincia
de Almería.
Durante casi todo el periodo que permaneció
en Albox, ejerció el cargo de Director del Instituto, que en ese tiempo
se convirtió de masculino en mixto, y fue personalmente el artífice de
la creación de un Internado, que permitió estudiar a muchos alumnos de
los pueblos de los alrededores y que siempre fue uno de los logros de los
que estuvo más orgulloso. En un entorno de postguerra, rural, con fuerte
emigración, especialmente a Alemania, gestionó personalmente la concesión
de muchas becas, que permitieron que algunos alumnos, procedentes de ese
medio, realizaran el bachillerato e incluso posibilitó que, posteriormente,
siguieran estudios universitarios.
En 1975 se trasladó al Instituto de El Ejido.
Durante tres años estuvo en comisión de servicio, y en 1978 se incorporó
al Instituto Alborán de Almería, llamado actualmente Manuel Cáliz, donde
ejerció como Catedrático y Jefe de Seminario, así como de Jefe de Estudios
hasta su jubilación en 1993. Durante sus años de docencia en este
centro, sus alumnos de COU obtuvieron de media las notas más altas de la
provincia en su asignatura en Selectividad, según los rankings del Ministerio.
Se vio forzado a jubilarse a los 65 años,
en función de la Ley que estaba en vigor en aquel momento, a pesar de que
se encontraba en plenitud física y mental, y nunca se recuperó del todo
al haber tenido que dejar a sus alumnos. Ejerció la enseñanza con auténtica
pasión, le encantaba el contacto con los jóvenes, y siempre recordó el
nombre y apellidos de todos los alumnos que pasaron por sus manos, amén
de muchísimas anécdotas. Durante toda su vida profesional mantuvo una estrecha
relación personal con sus alumnos y compartió con ellos las actividades
deportivas, especialmente los partidos de futbol en los que participaba
como un estudiante más. Su vida estuvo siempre ligada al deporte, al que
se entregó con constancia. Destacó en el juego de tenis de mesa, en partidos
de tenis y carreras de ciclismo.
Tuvo 4 hijos: Carmen, Rafael, Mª del Mar y
María. El 13 de noviembre de 1990 murió en un trágico accidente de
tráfico, a la edad de 26 años, su único hijo varón, Rafael, que era abogado
y estaba trabajando en Murcia para el Banco Popular.
Rafael Gómez Fuentes formó parte de la directiva
de la Asociación Cultural Manuel del Águila, en recuerdo permanente al
recordado amigo, profesor, escritor y musicólogo.
Pocos días antes de su fallecimiento, pudo
disfrutar en el Salón de Plenos de la Diputación Provincial de la concesión
del Escudo de Honor del Instituto de Estudios Almerienses otorgado a su
mujer, Carmen Pinteño, algo que constituyó un motivo de orgullo y felicidad.