María Luisa CASTILLO CHAMORRO


CASTILLO CHAMORRO, María Luisa (Guadix, 1958 - Granada-Nicaragua, 2019). Misionera, voluntaria.


        Hija de Miguel Castillo Álvarez y Luisa Chamorro López-Quiñones. Aunque nacida en Guadix, desde muy temprana edad sus padres se afincaron en la ciudad de Almería. Estudió en el Colegio Stella Maris de Almería. Licenciada en Química didáctica por la Universidad de Granada, profesora de prácticas en esa universidad, trabajó como profesora de Química en el colegio de la Compañía de María durante dos cursos y en el colegio Stella Maris hasta su marcha definitiva a Nicaragua.

        Desde muy joven se integró en la Comunidad de Vida Cristiana (CVX) de los jesuitas y en los grupos de la parroquia de Santa Teresa, donde, en los años setenta, comenzó a participar en las primeras comunidades del Camino Neocatecumenal en la provincia de Almería. Ya en estos momentos se dibujaban los dos ejes fundamentales que orientarían toda su vida: el seguimiento radical del Evangelio y la ayuda total, desinteresada, a los más pobres.

        El compromiso por los necesitados la llevó hasta la dirección de Cáritas diocesana de Almería, puesto que ocupó desde 1991 durante varios años, a la de Cáritas de Andalucía y a ser consejera de Cáritas nacional. También ocupó la presidencia de una de las comisiones del Sínodo Diocesano (1998-1999), precisamente la encargada de los trabajos relativos a definir las tareas de la Iglesia de la diócesis en la ayuda a los desfavorecidos. Fue la primera mujer presidenta de una comisión episcopal en Almería y posiblemente de España.

        Desde 1994 viajó a Granada, en Nicaragua, durante varios veranos, e incluso con excedencias temporales en su trabajo, para realizar trabajos de voluntariado entre los refugiados de la guerra. En sus propias palabras, su voluntariado "fue decisivo porque ves que la balanza está desequilibrada. Ese encuentro con los pobres te hace reflexionar. Es un país que tiene miseria, inhumanidad... En muchas zonas viven sin agua, sin luz, comen la broza del arroz... Es un pueblo doliente, no solo es carente. Fue lo que me arrancó irme allí para ayudar".

        A finales del año 1998 fue responsable del avión de ayuda humanitaria que envió España para ayudar a las víctimas del Huracán Mitch; y en 2000, después del terremoto de Masaya, se hizo cargo del centro de refugiados, poniéndose al frente de cerca de dos millares de damnificados y coordinando labores de rescate de las víctimas. Estas dos actuaciones le llevaron a una determinación radical: despedirse del colegio Stella Maris en Almería e irse a vivir a Granada (Nicaragua). Comenzó a trabajar en el Instituto Nacional de Química e impartió clases en el colegio Hispano-nicaragüense. Fue directora de Cáritas de la ciudad de Granada y secretaria de Cáritas nacional de Nicaragua.

        En el año 2004 se creó en Almería la asociación La Otra Orilla. Un grupo de amigos que desde la ciudad y algunos lugares cercanos la apoyaban, la animaban, desarrollaban campañas para recoger materiales y donativos para el desarrollo de los proyectos nicaragüenses. E incluso algunos de sus miembros viajaron a América para trabajar con ella en diversas ocasiones. Entre otras muchas actuaciones, los tres proyectos más importantes que puso en marcha en la ciudad nicaragüense fueron las Comunidades de Malacatoya, un hogar para acoger a niños abandonados en las calles, y la casa del Pilar.

        En el primero, las actividades se centraban en dotar a los indígenas sin techo de un abrigo. Contactó con arquitectos e ingenieros almerienses que diseñaron construcciones sencillas a base de madera, aglomerado y plásticos del campo de Almería. Con ellos, y en terrenos adquiridos por María Luisa, se levantaron casitas donde se asentaron miembros de Malacatoya. En el segundo proyecto el objetivo era dar cobijo a numerosos niños y niñas que vivían en las calles, abandonados por sus familias, que estaban a expensas de las mafias y las redes de delincuentes. El tercero, la casa del Pilar, se desarrolló hasta el momento de su muerte. Estaba centrado en el colegio del Pilar, donde chicos, y, sobre todo, chicas sin recursos aprendían todos los oficios posibles para incorporarse a un puesto de trabajo (cocinero, camarero, albañil, agricultor, etc.), con una formación de base humano – cristiana y la ayuda de voluntarios vecinos. La enseñanza se desarrollaba en un régimen de internado en el propio colegio, sustentado siempre por las comunidades de Almería y la aportación de alguna de Valencia. A lo largo de toda su estancia en la ciudad nicaragüense de Granada, una de sus actuaciones permanentes fue abrir su propia casa como dispensario médico. En ella los cooperantes españoles pasaban consulta y atendían múltiples enfermedades con los escasos medios de que se disponía.

        Desde hace varios años luchaba al tiempo con las adversidades del país centroamericano y con una enfermedad que al final la ha derrotado. Descansa en el camposanto de Granada, junto a sus queridos vecinos y colaboradores.

Obra:

CASTILLO CHAMORRO, María Luisa, “La espiritualidad y Cáritas”, Corintios XIII: Revista de teología y pastoral de la caridad, 93, 2000, págs. 331-378.

 

 

 

 

 

 

 

 




Díaz López Julián Pablo





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