Emilio Carrión llegó a Almería, mediados los años cincuenta, a tomar posesión de una plaza en el Ministerio de Agricultura, obtenida por oposición.

Según confesaba, todos sus amigos y compañeros le decían, “estás loco, dónde te vas a meter, Almería está lejos de todo”. Pero la eligió porque, entre las que podía optar, era la ciudad que estaba a orillas del Mediterráneo.

Músico, poeta, pintor, fotógrafo, Emilio Carrión, perito químico en la Jefatura Agronómica de Almería viajó, debido a su cargo, por toda la provincia y conoció, de primera mano, las calas y las montañas de las que se enamoró. Se conocía esta tierra palmo a palmo, mejor que la mayoría de los almerienses y estaba fascinado con la variedad de su paisaje. Tenía dicho que, si moría fuera de esta provincia, quería que lo enterrasen en ella.

Fue colaborador de la revista fotográfica AFAL con Pérez Siquier y José María Artero. Con este último colaboró en los trabajos de investigación sobre el paraje y reserva natural de Punta Entinas Sabinar.

Fundador en 1960 de la Coral Virgen del Mar, fue su primer director y realizó algunos arreglos, para el grupo, de obras de Manuel del Águila. Carrión se quejaba de la incomprensión de las autoridades ante esta agrupación, que llevaba el nombre de Almería en conciertos y recitales por toda España y en los que obtenía numerosos premios.

Sus libros de poemas transmiten un carácter humanista, así como una inquietud existencial además de amor. Entre estos libros están Almería Indálica, El cielo y el mar o El justo tiempo humano.

Después de su muerte, un grupo de alumnos y aficionados, entre ellos Consuelo González, fundaron, en su memoria, el Coro Emilio Carrión, con éxitos reconocidos en los recitales en los que participa.